Apariencia y realidad en las elecciones autonómicas de Madrid

𝐎𝐏𝐈𝐍𝐈𝐎𝐍 – 𝐊𝐨𝐧-𝐓𝐞𝐱𝐭𝐨 #𝟏

Texto de Hugo Carvajal Donoso

Las recientes elecciones en la Comunidad de Madrid el pasado 4 de mayo, ¿marcan una nueva correlación de fuerzas en la política española? Esta es la pregunta que muchos se hacen. Para los socialistas (PSOE) es solo un resultado regional y no puede extrapolarse a todo el país; con ello quieren colocar un “cortafuegos” a su derrota y evitar que se expanda a otros ámbitos territoriales e institucionales del Estado. Para los conservadores del Partido Popular (PP) es el inicio del fin del gobierno de Pedro Sánchez (49) y del  PSOE, desean retomar aliento y empezar a pergeñar un adelanto de las elecciones generales a través del mecanismo de la moción de censura al Presidente en el Congreso de los Diputados. Este mecanismo se aplicó por primera vez en la joven democracia española en junio de 2018 al presidente Mariano Rajoy (66). Ahora el líder de los Populares Pablo Casado (40) llama a preparar un “cambio de ciclo”.

Todo comenzó cuando pretendieron desbancar al PP en Murcia y Madrid

 Molestos por no ser adecuadamente considerados por su aliados del PP, el partido Ciudadanos (Cs) de Inés Arrimadas (39) en las comunidades de Murcia y Madrid, implementó acercamientos con el PSOE para ejecutar mecanismos de censura a los presidentes de esas comunidades. Por su parte los Populares iniciaron simultáneamente la estrategia de absorción política de Ciudadanos, para concentrar el “voto de centro derecha” y de esta manera obtener un mayor rendimiento electoral a la hora de conseguir escaños parlamentarios.

Es importante remarcar que la cultura democrática de coalición de gobierno, sea regional o nacional, no está muy desarrollada y asimilada por los actores políticos de todo el espectro político español. Conciben el ejercicio del poder bajo el alero exclusivo del aparato partidario, controlado por un núcleo selecto, con la indiscutible y exclusiva conducción del jefe/presidente de la organización. No contemplan el ejercicio de la política como un procedimiento complejo, donde los dirigentes en todos los niveles e instancias del Estado deben aprender a convivir con las presiones.

 Los principales partidos nacionales: PSOE y el PP, añoran la época del bipartidismo y reproducen esta lógica de gobierno en todos los estamentos de la arquitectura institucional del país. El mecanismo empleado para conformar mayoría en el Congreso, giraba en torno a lo que se vino a llamar: “geometría variable”, conseguir votos para los presupuestos anuales, evitar censuras y aprobar decisiones importantes en el parlamento. Para ello el partido en el gobierno —PSOE o PP—  concedía recursos financieros adicionales a los partidos regionales, principalmente a los de la comunidad vasca y catalana. Ciudadanos y Unidas Podemos tampoco escapan a esta inmadurez democrática. Constantemente presionan por la implementación de políticas de gobierno, escasamente aceptadas por los factores de poder y  ciudadanía que respaldan a Socialistas o Populares.

Se habló del efecto mariposa de Murcia, haciendo referencia a  la fallida moción de censura que el Psoe urdió con el partido Ciudadanos para apartar al presidente de esa Comunidad. El apetito hegemónico de poder de La Moncloa  planificó el golpe político simultaneo a los presidentes del PP en Murcia y Madrid. Nunca se expresaron en público estas intenciones, pero casualidades en política no existen. Las directivas territoriales del Psoe y Ciudadanos coordinaron el contenido de los escritos, llegando incluso a ponerse de acuerdo en los nombres de las personas que presidirían el gobierno murciano. En el caso de Madrid la solicitud de censura se demoró,  llegó minutos más tarde a la disolución de la Asamblea. Por su parte el PP  ya estaba haciendo labor de zapa entre los diputados —supuestamente aliados— de la endeble coalición de gobierno territorial. Desbarató la moción de censura en ambas regiones, actuando con agilidad: cooptando dirigentes, diputados de Ciudadanos y compartiendo su poder exclusivo. Así comenzó la crisis política donde se confrontaron dos grandes estrategas electorales,  el Popular Miguel Ángel Rodríguez (57) y el Socialista Iván Redondo (40). Resultado: la experiencia triunfó sobre  la impaciencia.

Estamos en “el reino de Ayuso”

Tomo la expresión de un joven, que como tantos  otros, llamaron a sus contemporáneos del resto del país y de otras latitudes europeas para gozar de la “normalidad” citadina y de la noche madrileña. Restringida al máximo en otras ciudades con el cierre de restaurantes, bares, cafeterías, teatros y tiendas; una prolongada pesadilla que impacientó a la juventud. En Madrid hay vida: era el efecto llamada. Este paraíso como lo denominaban todos los que pisaban este suelo, tenía una clara protagonista: la Presidenta de la Comunidad Isabel  Díaz Ayuso (42).

¿Por qué Ayuso efectúa esta arriesgada jugada? Estaba al tanto que Madrid no sufría la fatiga de la pandemia. Elaboró una serie de medidas y políticas de gobierno que encaminaron la “apariencia” de una normalidad citadina. Impidió el cierre de los espacios de ocio y consumo, enfrentándose en varias ocasiones al Presidente de Gobierno. Emergía como una  espartana, evitando la quiebra de al menos un tercio de los pequeños y medianos negocios privados.

¿Esto significaba un ambiente para la propagación del virus?, cierto. La respuesta de Ayuso: hay más contagios en fiestas clandestinas, botellones, y reuniones familiares sin control. Con estas medidas se garantizaba el empleo de transportistas, hosteleros, camareros, comerciantes, y un largo etcétera de trabajadores. Como todo en la vida, hay un pro y un contra. Como buena política, aquilató e intuyó lo más apropiado. Todos los que salvaron sus empleos y negocios particulares; sean de izquierda, derecha o centro, terminaron votando por Ayuso.

 El efecto de construir una apariencia de normalidad citadina frente a los agoreros del desastre, marcó el camino de la victoria contundente; Ayuso obtuvo  más diputados que los tres partidos de izquierda: Más Madrid (segundo), PSOE (tercero), y Unidas Podemos (quinto), detractores de la añorada normalidad.

El equipo de Ayuso no improvisó en ningún momento de la campaña electoral,  trabajaron con anticipación la consigna para apuntalar la política regional desplegada durante la pandemia: Libertad o Socialismo. Lo único que esperaba el equipo de Ayuso, era un pretexto, la oportunidad para anular a Ciudadanos y concentrar nuevamente el “centro derecha”, acabar con la perjudicial fragmentación del voto Popular. El objetivo es retornar al añorado bipartidismo: PP y PSOE, y hacer que el triunfo electoral tenga un efecto expansivo en toda la península.

¿Qué significaba Libertad? Moverte por la comunidad, ir de cañas (cervezas), encontrarte con amigos, ir al cine o teatro, respondió Ayuso a los periodistas. Los intelectuales y supremacistas morales de la izquierda respondieron a coro: ¡eso es banalizar la libertad! Una vez más se constata que: las propuestas y acciones políticas se deben encuadrar en el  contexto social que toca vivir. No en las viejas y repetidas respuestas ideológicas. Los estrategas y líderes de la izquierda no captaban que la población, especialmente los jóvenes, estaban hasta el “moño” de las restricciones impuestas por el “Estado de Alarma” durante los últimos seis meses. La pandemia ocasionó fatiga social, agravada por: el desempleo creciente, la  lentitud en la implementación de medidas  de alivio económico, ausencia de políticas efectivas/concretas dirigidas a la población más vulnerable, visibilidad del hambre en largas colas, y la  incertidumbre sanitaria interminable.

Gabilondo: chivo expiatorio de la errónea estrategia del PSOE

La peor manera de iniciar una campaña electoral es obligar a un dirigente del partido a ser candidato, eso aconteció con Ángel Gabilondo (72), ya estaba preparado para asumir como Defensor del Pueblo, cuando a Ayuso se le ocurrió disolver la Asamblea madrileña de 132 miembros y  adelantar las elecciones. Su astuta decisión, literalmente pilló en fuera de juego al mundo político español.

El PSOE comenzó a improvisar nada menos que en la capital del Reino, donde el PP gobierna los últimos 26 años. Es inconcebible que un partido centenario, estando en el gobierno desde 2018, no implementara la reconstrucción orgánica y la promoción de nuevos liderazgos. Hicieron todo lo contrario; la nueva directiva socialista promovió la concentración de poder en un estrecho núcleo, archivando valores ideológicos, alejando líderes históricos, y concentrando la coalición política alrededor de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias (42), articuladores centrales de la inestable y endeble mayoría parlamentaria. Es cierto que Pedro Sánchez inaugura el primer gobierno de coalición en democracia, pero lo hizo a costa de desnaturalizar al PSOE legendario y de concentrar el poder político, individualizar desmedidamente la conducción partidaria, como ningún líder socialista en la reciente etapa democrática desde 1978.

Se sumaron un rosario de desaciertos durante la campaña electoral:

 La primera metida de pata consistió en ideologizar y “sobrepolitizar” la campaña. El gurú de la Moncloa: Iván Redondo posicionó la consigna: “No es sólo Madrid. Es la democracia”, contra el criterio inicial de Gabilondo: regionalizar la contienda electoral, medirse cuerpo a cuerpo con Ayuso, para desmenuzar los errores cometidos en la gestión de la pandemia, resaltando la opaca gestión administrativa de los últimos presidentes Populares en la Comunidad.

El segundo error, continuar desplazando a la dirección del partido en la conducción de la campaña. Se imitó el esquema implementado en las elecciones catalanas del 4F. el candidato y conducción de las elecciones se decidió en Palacio de Gobierno: La Moncloa. Cuando se ejecuta la campaña desde una institución del Estado, se  burocratiza y bloquea a la estructura del partido, evitando su compromiso activo en la movilización y rastreo electoral. La militancia fue reducida a simple observadora, convocada a reducidos mítines —por las limitaciones sanitarias—, se le quitó  motivación, ocasionando su escasa presencia en las calles y plazas  madrileñas. Los socialistas dejaron de conectar con la gente. Fueron más notorias las carpas proselitistas del resto de competidores.

El Tercer error, consecuente con la estrategia elaborada,  fue visibilizar excesivamente la figura del Presidente de Gobierno en la campaña, menoscabando —desdibujando—  la imagen del candidato Gabilondo. Si a ello agregamos la sorpresiva renuncia del segundo vicepresidente Iglesias para incorporarse desesperadamente a la contienda, con la finalidad de detener el declive de Unidas Podemos; el convite estaba servido. Tanto el PSOE como Unidas Podemos cayeron en la emboscada política tramada por  Rodríguez. La respuesta de Ayuso: “España me debe una: librarlos de Pablo Iglesias” en el gobierno.

Cuarto error. Subestimar el “efecto Ayuso”. La presidenta no es un simple constructo electoral, es genuina en su estilo directo de comunicación con la gente.  Aguda e implacable con el adversario. Posee gran intuición y generó una imagen de contrapoder a las políticas socialistas del gobierno.

Ni la cocinada encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas publicada en la recta final de la campaña electoral, otorgando un virtual empate en el número de diputados entre los bloques de izquierda y derecha, pudo influir en el estado de ánimo de los votantes. La errónea estrategia política impuesta al candidato Gabilondo, condujo al peor resultado electoral del PSOE madrileño en  la historia de la democracia. Y como el poder requiere de victimas para ser respetado, buscaron inmediatamente dos culpables: el jefe del partido en Madrid, y el candidato Ángel Gabilondo. Ambos, pagaron errores ajenos.

¿Se  inicia  otro ciclo en la política española?

Es muy temprano para asegurar cambio de ciclo. Lo indiscutible es que el juego volvió a abrirse después de tres largos años, los Populares por primera vez avizoran vientos favorables en su camino de retorno a La Moncloa. Difunden a los cuatro vientos las últimas encuestas que dan el primer lugar en la intención de voto al Partido Popular.

Otras derivaciones:

. El joven partido Más Madrid de Iñigo Errejón (37) se convierte en la primera fuerza política de la Izquierda y Mónica García (47), candidata a la presidencia, ocupará el asiento principal que corresponde a la cabeza de oposición en la Asamblea madrileña. Se proyecta como líder política regional, superando a varios dirigentes Unidas Podemos.

. El resultado de Unidas Podemos fue un fiasco político, queda relegada al último lugar en la Asamblea. Es muy probable el desacople de la alianza por parte de Izquierda Unida de Alberto Garzón (35) y, el alejamiento de otras fuerzas políticas de izquierda en Valencia, Cataluña y Galicia. Meses atrás ya inauguró esta ruta la dirigente Teresa Rodríguez (39) de la izquierda andaluza.

. Pablo Iglesias renuncia a la política partidaria, la jefatura de Podemos y se abocará a un proyecto mediático, apoyo y asesoramiento a la izquierda alternativa en España,  Europa y Latinoamérica. Ya comenzó su andadura respaldando a Castillo en la segunda vuelta de las elecciones en Perú. Y lo más importante: se cortó la coleta, decidió cambiar de apariencia, ya que no pudo hacer nada trascendente en su paso por el gobierno.

. Ángel Gabilondo es obligado a renunciar a su acta de diputado en la Asamblea de Madrid; la ejecutiva nacional del PSOE destituyó al jefe de la agrupación madrileña y nombró una comisión interventora para llevar adelante las elecciones internas regionales.

.  Pedro Sánchez pierde su poder absoluto y se debilita su liderazgo interno, probable vuelvan a la carga los barones territoriales para recuperar espacios en la ejecutiva nacional del PSOE, competirán con los candidatos del “sanchismo” en las próximas elecciones internas de Madrid y Andalucía.

Después de una semana Pedro Sánchez reaccionó. Aprendió la dura lección declarando que: “el Estado de Alarma es cosa del pasado…Ahora toca vacunar, vacunar y vacunar”. Quiere romper el cerco político que le tendieron, por el momento lanza una arenga al electorado socialista: “La izquierda volverá a Madrid”.

. VOX como agrupación política reafirma su presencia en el sistema político español y mantiene el liderazgo de Rocío Monasterio (47). Se convierte en fuerza política imprescindible para garantizar el gobierno del PP y  ratificación de Isabel Ayuso en la presidencia de la Comunidad.No exigirá espacios en la administración del gobierno —consecuente con su estilo—, pero si influirá en la elaboración de políticas afines a su ideario político. Concentrará sus fuerzas en afianzar su identidad política para defender su espacio en el electorado de derecha. No quiere el destino de Ciudadanos: ser engullido/Absorbido por los populares.

. La agrupación Ciudadanos desaparece de la Asamblea madrileña pese a obtener 129.216 votos (3,57 %),  el no alcanzar el umbral del 5%, le impidió acceder a cinco o seis diputados; su electorado optó por apoyar el viraje al centro derecha impulsado por Pablo Casado. Es la segunda derrota de Cs en elecciones autonómicas, el mes de febrero perdió muchísimo espacio en Cataluña, en esa ocasión sus votos fueron absorbidos por el Partido Socialista de Cataluña.

El resultado de las elecciones en Madrid, estableció un nuevo estado de ánimo nacional. Los Socialistas perdieron el impulso electoral ascendente; considerar que Sánchez en “pato cojo” es muy precipitado, aún quedan 31 meses de gobierno. Los Populares recuperaron un importante espacio político y acrecientan las posibilidades de volver a triunfar en las próximas elecciones generales.

Madrid, 12 de mayo de 2021                                         

Hugo Carvajal Donoso

Asuntos Centrales

Programa radial que se emite de lunes a viernes de 17:00 a 19:00 a través de Marítima 100.9

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