Covid 19: También es una batalla filosófica

Hernán Cabrera M. – Lic. en Filosofía y Periodista
Una vez la preguntaron a Ludwing Wittgenstein, filósofo austriaco ¿cuál es la meta de tu filosofía? “Enseñar a la mosca que salga de la botella” y luego sorprendería al mundo con su libro Tractatus logico-philosophicus, de enorme influencia en la marcha del pensamiento de la humanidad.
A raíz de esta experiencia de Wittgenstein en 1919 y cuando han pasado 102 años, hoy la humanidad se ve afrontando en la actualidad una situación especial a escala mundial, nos lanzamos y hacemos algunas preguntitas: ¿Tiene algún sentido hoy la filosofía cuando la enfermedad y la muerte nos acechan a cada instante? ¿Leer a Nietzsche, Kierkegaard, Sócrates, Russel, Schopenhauer, Sartre, Heidegger, Unamuno, Marías nos aliviará en algo? ¿Filosofar es un remedio, un acto de brujería, una distracción, un juego? ¿Los textos filosóficos de San Agustín, Santo Tomás, San Anselmo, Santa Teresa nos fortalecen el alma o nos alejan de Dios? ¿Qué es filosofar en tiempos de pandemia? ¿Por qué iniciar este difícil camino de descubrir el filósofo interior que hay en cada uno de nuestro ser? ¿Qué nos dirían hoy esos enormes filósofos del siglo V, XV, XX? ¿Tienen algún valor los textos filosóficos de esos genios para afrontar el coronavirus? ¿Por qué es tan necesaria y urgente filosofar la vida y filosofar la pandemia?
Precisamente cuando la humanidad está abrumada encapsulada, recluida en su propia caverna, teniendo en sus narices la proximidad de la muerte, la dolorosa enfermedad del covid-19 y cuando esa humanidad está hiperconectada, supercomunicada y es activa de sus propias decisiones, además de recibir informaciones a cada minuto, se torna más necesario que nunca, hacer un breve giro en el ritmo de nuestro diario devenir. Esa humanidad que empezó a descubrir -dolorosamente- que no todo había sido enajenarnos en las ocho horas diarias del trabajo; en los encuentros fastuosos con los amigos; en acumular autos, viviendas o enseres de lujo; en empacharnos con los más exquisitos manjares. Había sido algo más que eso y lo pudimos captar y asumir gracias a la pandemia del coronavirus-19. Paradojas de la vida.
Karl Jaspers decía: “El mundo y la vida son inquietantes para los filósofos”. Claro, porque el filósofo no es solo aquel que se encierra entre cuatro paredes, devora libros difíciles, divaga o especula sobre el ser y la nada, el objeto y el sujeto, la nausea y la muerte, dios y los demonios, sino que el ser humano es un ser pensante y con capacidad para filosofar su propia vida, mucho más ahora que la cuarentena permanente que afrontamos nos da esa posibilidad, con miedo o con pavor, pero ahí estamos vivos y pensantes.
De modo, que esta pandemia también requiere otra clase de respuestas y acciones de parte de cada uno de los más de 10 millones de hombres y mujeres que habitamos el Estado Plurinacional de Bolivia y esa la podemos llamar como una batalla filosófica para afrontar el miedo, la ansiedad, el terror, el stress, la angustia, la violencia y la muerte. Filosofar era ya para Baruch Spinoza, ante todo, evidenciar las confusiones y los falsos supuestos imperantes con los medios de un análisis lógico-clarificador a fin de que el hombre fuese capaz de “ver correctamente” el mundo del que formaba parte.
Esta humanidad que hoy vive y convive con la pandemia del covid-19, tiene además las cientos de preocupaciones, hoy mediatizadas por las modernas tecnologías de la comunicación, debe enfrentarse diariamente y cotidianamente a vivir con muchos esfuerzos, e incluso con alta dosis de heroísmo en estos tiempos de restricciones, de multas, de sanciones, de prohibiciones y de crisis económica.
Siempre se ha pedido los supremos sacrificios al ser humano, y ha salido adelante, se adoptó a las circunstancias y a cada hecho catastrófico que le tocó vivir por temporadas. Con esta pandemia se trata de provocarnos a mirarnos por dentro, ver nuestros errores, sentir nuestras debilidades, tocare fondo, levantarnos y mirar de frente para resurgir como el Ave Fénix. También consiste en poneros a prueba frente a los miedos, a los tormentos, al dolor, a la muerte, a los prejuicios, a las presiones, a los chantajes, a las cobardías, a las traiciones, a las carencias, a las crisis porque como decía el filósofo romano Séneca: “El oro se prueba por el fuego, el valor de los hombres por la adversidad”.
El controvertido filósofo alemán, Martín Heidegger, afrontó varias batallas, pero la más decisiva fue superar su amor hacia una joven, su mejor alumna y en una carta que le dirigió a Hannah Arendt, le decía: “Para todo lo demás hay caminos, ayudas, límites y comprensión. Esto es lo único que lo significa todo: estar enamorado = ser empujado a la existencia”. La filosofía lo empujó a ser más grande para no transgredir.
Ahí está la batalla filosófica que nos empuja a la vida, al impulso y al renovado afán de vivir cada segundo de nuestras existencias. Dar el gran salto, eso nos proponen varios filósofos. Un salto de fe y de vida. Saltar a la libertad.
Como podrán apreciar todas esas preguntas van encontrando respuestas en la medida en que nos acuden las ideas y las reflexiones de esos hombres y mujeres, que nos hacen la vida más bonita y más valiente. Así que coge un libro de filosofía o literatura, y deja que ellos te devoren y te alimenten para fortalecer tu batalla filosófica frente a la pandemia.
