Primer sábado sin barbijo en España, después de 401 días

Luego de 401 días, los españoles pueden estar al aire libre sin barbijos, aunque tendrán que usarla si no se puede mantener la distancia de seguridad, y también en los interiores, según aprobó este jueves el Gobierno.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, justificó la decisión por el avance de la vacunación y por la recomendación de los expertos. “Es una medida que nos acerca a la normalidad, con prudencia”, dijo.

No obstante, las personas tendrán que llevarla a mano, ya que sigue siendo obligatorio su uso en el transporte público, en lugares cerrados y en el exterior, si hay aglomeraciones y no se puede guardar una distancia de 1,5 metros.

Por otra parte, los estadios volverán a la normalidad al comienzo de la liga de fútbol y de la ACB de baloncesto y podrán recibir la misma afluencia de público que tenían antes de la pandemia, según anunció Darias, aunque con mascarillas si no se puede mantener la distancia en el exterior o si es en el interior.

Además, se aspira a flexibilizar las limitaciones vigentes en el acceso a edificios de los aeropuertos, hasta ahora solo permitido a personas con billete, personal trabajador, fuerzas y cuerpos de seguridad y trabajadores de inspección.

MUCHAS PERSONAS EVITAN SACARSE EL BARBIJO

«Es curioso la de gente que lleva puesta la mascarilla». Carlota y Pablo, treintañeros, pasean a un bulldog en la plaza de las Comendadoras, situada en el centro de Madrid. Son de los pocos paseantes que no usan la mascarilla, de la que se puede prescindir al aire libre en toda España desde este sábado. «Como los dos hemos pasado el virus, no nos preocupa. Es una liberación poder quitártela», coinciden.

Rozando los treinta grados, antes de las 13.00 horas, Madrid es una oda al uso de las mascarillas. Arcadi Espada lo llama El síndrome del cerebro vacíoAunque algunos estudios han demostrado que sólo el 0,1% de los contagios se producen al aire libre -sólo uno de cada 1.000-, la mayoría decide cubrir su nariz y boca. Europa está desde este sábado en alerta por la variante Delta. «¿Síndrome de Estocolmo? No, no», contesta Cristina. Sufre la mascarilla al levantarse de una terraza en la plaza de Pedro Zerolo. «Es más seguro seguir usándolas. Somos vecinos del centro», habla por su acompañante, «y sabemos que es muy difícil mantener la distancia de seguridad con el resto», explica. 

-Tú deberías llevarla, eh -interviene él.

El Gobierno exime del uso de las mascarillas al aire si hay, al menos, un metro y medio de distancia entre las personas, salvo que sean convivientes. Es difícil caminar por la acera de la calle Hortaleza guardando la separación. Marta lee la carta de una pizzería del barrio. Tanto ella como sus dos hijos tienen puestas las mascarillas. «Hay mucha gente. En cuanto salgamos a una calle más despejada, nos las quitamos».

La camarera de Azumbre, un bar del paseo de Eduardo Dato (Chamberí), observa a los clientes apoyada en el quicio de la puerta. Se llama Joana y tiene 33 años. «Pues no sé por qué no me la he quitado. Si me voy a acercar a los clientes, prefiero llevar mascarilla. No me siento realmente segura sin ella. Como me van a vacunar más tarde…«, justifica. Ella también se ha dado cuenta de que la mayoría sigue usándola. «En dirección al metro, por la calle, todo el mundo la usaba». (Con información de Infobae y El Mundo.es)

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