En tiempos electorales que se ha intensificado en la Bolivia Plurinacional uno de los elementos que más deben cuidar los asesores, consultores, marketineros que están detrás del candidato será, sin duda, alguna la opinión pública, la misma que ahora tiene gravitantes repercusiones, porque el ciudadano no espera una cita o una entrevista para hacerse escuchar. Tiene a su alcance inmediato, rápido y eficaz un conjunto de plataformas digitales, aplicaciones tecnológicas, redes sociales que le permite expresarse, expandirse y decir sus inquietudes, preocupaciones.
Cada declaración, cada metida de pata, cada movimiento que vienen haciendo los candidatos en este proceso electoral está siendo vigilado, filmado, registrado, difundido y reproducido por miles de ciudadanos que tienen en sus manos un maravilloso aparato celular, que lo ha convertido en productor, difusor y consumidor de todo esa batería de informaciones que llegan a cada instante en ese aparato y que a la vez lo viraliza.
Precisamente apelamos al poder de la opinión pública para que de forma conjunta forcemos los electores la realización de los debates públicos entre los diez candidatos presidenciales y vicepresidenciales. Ellos tienen mucho que decir y no pueden ni deben estar ocultándose bajo la lógica “que yo debato con el pueblo” o “asistiré a los debates si tengo tiempo”.
¿Por qué no podemos fortalecer y modernizar nuestra democracia con esta práctica política de los debates si lo hacen en Chile, Uruguay, Brasil, México, Estado Unidos, Paraguay, donde se enfrentaron con ideas los de la derecha e izquierda? Bolivia no puede quedar al margen de estos movimientos en las elecciones generales rumbo al 17 de agosto.
Así que el poder tiene al frente algo que no se lo puede domar, ni encarcelar, ni silenciar: la opinión pública cuya propiedad recae en millones de personas, que cada vez buscan expresarse, hacerse sentir, hacerse escuchar y tratar de lograr cambios sustanciales.
Pero los políticos no van entendiendo esta realidad dinámica, del cambio permanente, de las decisiones alternas que va tomando la gente. “Muchos políticos no asumen que estamos viviendo ese cambio. Su tiempo histórico y el espacio en el que habitan es muy reducido. Sienten que la humanidad empezó cuando se fundó su partido, que la realidad se reduce a su aldea o su país, a los que perciben como algo único, que está más allá de los estudios. Suponen también que la gente sigue siendo tan obediente y manipulable como era en el pasado”, señala el experto en campañas electorales, Jaime Durán Barba.
La opinión pública es incontrolable. Durán señala que “la consolidación de una opinión pública incontrolable, sin jerarquías, que democratizó los valores de la sociedad y la política, inmersa en una revolución más amplia que tiene que ver con las comunicaciones entre los seres humanos”.
Hoy el ciudadano de la democracia exige sus derechos, está presente en las manifestaciones, en los cabildos, va a las urnas y vota, interpela a sus autoridades departamentales y nacionales, no se deja engañar tan fácilmente, se inquieta, se preocupa y se cuestiona. Grita y busca su espacio. Opina y se hace sentir a través de los medios informativos, hace uso de las plataformas digitales y de las redes sociales que permite el internet. Tiene en sus manos una poderosa arma de comunicación. Es un sujeto social que va construyendo su propia ciudadanía. Históricamente la sociedad boliviana no ha mirado de palco pasar los hechos históricos, sino que ha sido parte activa. Así se fortalece la democracia, pero se dejan pendientes algunas dimensiones en este trajinar de la vida y de las opciones que tenemos todos y cada uno de los que somos parte de una sociedad y de un Estado.
Es que ahora y en Bolivia, la política es demasiado importante como para dejarla solamente en manos de los políticos. Somos una sociedad en permanente contradicciones, donde confluyen una serie de conflictos protagonizados por una diversidad de movimientos sindicales, sociales, empresariales, cívicos, vecinales, indígenas, campesinos, mineros, colonizadores y muchísimos otros.
Bolivia está movilizada en todos los niveles, vive un intenso y confuso proceso electoral, cada ciudadano está haciendo su parte, pues los candidatos deberán asumir que en democracia se debate, se enfrenta con ideas y propuesta, no es solo un monólogo al que asisten, a través del cual pueden ofrecer tantas promesas demagogicas, además es por convicción democrática la asistencia a cada uno de los foros, debates y diálogos que se pueden realizar, porque hay tantos problemas irresueltos y tantos proyectos a implementar para el bienestar de la población.
Es el poder de la opinión pública, esa que es irresistible y que a su paso no hay muros ni policías que puedan contenerla para arrancarle al gobierno de turno decisiones a favor del bien colectivo y no de unos cuantos, como pretenden los mineros del oro.
Usted amable lector es un animal político, un sujeto social y un ser de comunicación, no es una bestia ni dios para vivir aislado o solo, y a usted le debe importar a el bienestar y la felicidad de cada uno de nosotros, de la familia, los parientes, los amigos, los conocidos, hasta de los enemigos. Le debe importar su país, su municipio, su departamento y no puede mirar de palco lo que está pasando. Eso nos demanda involucrarnos en las decisiones de nuestra comunidad y del gobierno en sus tres niveles.
Una de las maneras de involucrarnos y participar es desarrollar y dar a conocer tu opinión certera, precisa, clara, sin insultos ni agresiones. Si algunos rehuyen al debate, pues desde la opinión pública nos tocará presionar, forzar o dar el voto castigo a aquellos que no admiten la confrontación dialéctica de sus posiciones y visiones de país.