Cristina Cabrejas
Vánimo, 8 sep (EFE).- "Es increíble que esté aquí", repiten los misioneros argentinos de Vánimo, la remota localidad en la selva de Papúa Nueva Guinea a donde el papa Francisco les prometió que iba a ir y así lo cumplió hoy para "visitar a los últimos", en su último acto de la visita al país.
Ante el explanada de la catedral de la Santa Cruz, donde se concentraron 20.000 fieles, con un poco de nerviosismo y emoción, el padre Tomas Ravaioli, que pertenece como sus hermanos argentinos del Instituto del Verbo Encarnado a la diócesis de Vánimo, afirma a EFE: "Lo estamos viviendo de un modo increíble, el papa nos viene a visitar. Y esta no es la capital. El papa ha venido hasta aquí. Es increíble que el papa haya querido visitar a los últimos, al lugar más aislado de todo Papúa Nueva Guinea y... ¡viene el papa!.
Espera que esta visita del pontífice, argentino como ellos, "les dé aliento". "La gente siempre ha escuchado hablar del papa, del vicario de Cristo y del sucesor de San Pedro, pero verlo con sus propios hijos y saberse querido por el papa, que les haya venido a visitar a ellos, esto no tiene palabras":
Por su parte, el padre Martín Prado, el artífice de esta visita, cuando acudió a Roma con un grupo de fieles de Vánimo y arrancó al papa la promesa de que vendría, explica: "Estamos muy contentos, muy entusiasmados. Hemos trabajado mucho, los jóvenes estuvieron ayer hasta medianoche arreglándolo todo. Todo lo que hemos hecho es muy sencillo, pero con el corazón".
Aunque el papa está a punto de llegar, el padre Martín aún no se lo cree. "Estamos aún que lo estamos pensando. Estamos sorprendidos. Pero vemos que esto es por el amor que tiene por los misioneros, por la gente, por los más lejanos...".
Y asegura que con esta visita le viene a la mente el pasaje de la Biblia donde se dice: "'Esas cosas que escondiste a los sabios y a los poderosos, se las has revelado a los sencillos' y así ha sido lo de aquí", asegurá Martín.
Hace cinco años, al padre Miguel de la Calle se le ocurrió que la música ayudaría a los niños de este lugar y fundó la que aseguran es la única orquesta de niños de Papúa Nueva Guinea y que Francisco escuchará.
"La orquesta se fundó hace cinco años y hoy ha llegado nuestro ápice. Queremos bendiciones que nos ayuden a segur adelante", dice Miguel de la Calle.
Francisco escuchará a los niños en la Escuela Humanística de la Santísima Trinidad en Baro, a unos 12 kilómetros, una escuela gestionada por la parroquia de la Santísima Trinidad y el Instituto del Verbo Encarnado y donde trabajan cinco argentinos y que el papa financió su construcción.
Bendecirá también 25 esculturas de la Virgen de Luján, para que puedan ser llevadas a las diferentes iglesias de este país, donde la mayoría son cristianos, y el 30 % de fe católica.
Cuando el papa se marche, los misioneros continuarán con su vida "bella" pero "a veces dura porque aquí no hay nada" y por ello Francisco los llevó casi una tonelada de material entre medicinas, ropa y juguetes para los niños.
Pero también con problemas como que: "las costumbres paganas están aun muy arraigadas aún" y ademas también hay que ayudar a las mujeres "que sufren los matrimonios arreglados donde las esposas se compran y se venden. En esta sociedad son las ultimas y no tienen ningún tipo de derechos y voz".