Durante casi dos décadas, el Banco Central de Bolivia (BCB) ha dependido del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas en lugar de operar de manera independiente. La autonomía es crucial para que un banco central pueda tomar decisiones de política monetaria sin influencias políticas, manteniendo la credibilidad del sistema financiero y la confianza en la moneda nacional. La independencia permite una respuesta ágil a los cambios económicos y previene la politización de la política monetaria. Sin embargo, la intervención en el BCB ha generado problemas como la escasez de dólares y el aumento de los precios de productos importados.
Recientemente, el presidente del BCB afirmó que la falta de dólares es un problema del sector privado, no del sector público. Esta afirmación es criticable porque muestra un enfoque limitado sobre la responsabilidad de la escasez de dólares, sugiriendo que es exclusivamente un problema del sector privado.
Este argumento ignora varios factores importantes, incluido el papel del BCB en la gestión de la política monetaria y cambiaria y en la regulación del sistema financiero. El BCB tiene la responsabilidad de mantener la estabilidad financiera y económica del país, lo que incluye garantizar un suministro adecuado de divisas para satisfacer las necesidades del sector público y privado.
Además, la afirmación del BCB no considera el impacto de las políticas y regulaciones gubernamentales en la disponibilidad de dólares en el mercado. Las regulaciones de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) podrían estar dificultando el acceso a dólares para el sistema financiero, como ha señalado Asoban. La falta de reconocimiento de estas complejidades y la atribución de la responsabilidad exclusivamente al sector privado reflejan una visión simplista de la situación por parte del BCB.
¿Cómo se ha llegado a esta situación de escasez de dólares? Este problema surge de una serie de factores interrelacionados. En primer lugar, desde 2014 no se implementaron medidas procíclicas adecuadas en el tipo de cambio. En segundo lugar, se permitió que el Banco Central de Bolivia asumiera un rol similar al de un banco comercial al otorgar créditos a empresas estatales, desviándose así de su función principal y aumentando su exposición a riesgos. Además, la disminución de los controles sobre los bancos comerciales, evidenciada por la quiebra del Banco Fassil, generó una percepción negativa sobre el sistema financiero nacional, lo que provocó la salida de dólares de las entidades financieras del país. Finalmente, el cuarto factor es la retención o deuda de 2.500 millones de dólares por parte del Banco Central hacia los bancos comerciales
En primer lugar, la contracción económica en América Latina resultó en una pérdida de más de un billón de dólares entre 2014 y 2015, seguida de una disminución menos pronunciada en los años posteriores. Esto afectó significativamente los ingresos de Bolivia, donde se debieron tomar medidas de política cambiaria, como minidevaluaciones, que podrían haber tenido un efecto neutro sobre la inflación natural o haberla elevado ligeramente. Aunque impopulares en tiempos de elecciones, estas medidas habrían fomentado las exportaciones, estimulado la producción nacional, mantenido la competitividad y controlado los desequilibrios económicos.
La segunda causa, la política de apoyo a las empresas públicas se intensificó tras la contracción económica de 2014, considerando necesario estimular la economía mediante un mayor gasto. El poder ejecutivo decidió utilizar las reservas internacionales para prestar dinero a empresas públicas en construcción, como Ecebol y Yacimientos de Litio Bolivianos, y recurrió al endeudamiento público. Ante estas medidas, los funcionarios del BCB no se opusieron y agilizaron los créditos a las empresas estatales, que actualmente están en funcionamiento, pero no han comenzado a amortizar lo adeudado al Banco Central.
Un tercer factor es el deficiente control del sistema financiero por parte del BCB y la ASFI. A pesar de las advertencias de las calificadoras de riesgo sobre problemas de endeudamiento y liquidez en el Banco Fassil, no se tomaron medidas adecuadas, lo que resultó en una corrida bancaria de dólares. Esto ha generado un clima negativo sobre el desempeño futuro de la economía nacional.
La cuarta causa es que el BCB ha retenido y adeuda 2.500 millones de dólares a la banca comercial, fondos destinados a la creación del Fondo de Garantías. Este fondo respalda la concesión de créditos al sector productivo, créditos para vivienda de interés social y créditos para promover el ahorro y la eficiencia energética. Según el presidente del BCB, se espera que estos fondos sean reembolsados en 2026.
Todos estos factores han contribuido a déficits fiscales consecutivos, disminuyendo las reservas internacionales y aumentando la deuda pública boliviana. Este escenario ha planteado problemas significativos para la estabilidad económica y financiera de Bolivia, impactando diversos sectores y requiriendo medidas urgentes para su corrección y recuperación.
En resumen, la crisis de la escasez de dólares en Bolivia es una combinación de factores que se remontan al mediano plazo y a decisiones del BCB influenciadas por el poder ejecutivo. La solución a esta situación es compleja y requiere fortalecer la institucionalidad del BCB y adoptar medidas de ajuste estructural. Para superar esta crisis, es fundamental que el BCB recupere su independencia y aplique políticas monetarias y cambiarias basadas en criterios técnicos y no políticos, lo que permitirá una respuesta más efectiva a los desafíos económicos y ayudará a restaurar la confianza en el sistema financiero boliviano.