Crónica: Visita a Luis Fernando Camacho en Chonchocoro, una mirada desde adentro

Crónica:  Visita a Luis Fernando Camacho en Chonchocoro, una mirada desde adentro

Por Horacio Poppe, Diputado Nacional

Publicado en Facebook - 12 de agosto de 2024

En una fría mañana de domingo, a las 9:00, me encontraba junto a mi camarada en la entrada del imponente recinto penitenciario de Chonchocoro. El centinela nos pidió nuestras identificaciones para verificar si estábamos en la lista de invitados. Tras unos minutos de revisión, recibimos el visto bueno y se nos pidió esperar.

A las 9:30, finalmente nos permitieron el ingreso. Nos dirigieron a una sala para una revisión minuciosa, mucho más rigurosa que la de otros visitantes. La visita a Luis Fernando Camacho, en este contexto, parecía automáticamente convertirnos en sospechosos. Pasamos por un escáner en forma de callejón, un dispositivo que detalla nuestro cuerpo desde músculos hasta genitales, una experiencia tanto obscena como denigrante.

Sin encontrar nada sospechoso, nos condujeron al sector principal. Allí, fuimos introducidos a una pequeña habitación de dos por dos metros, con vista al patio donde los reos de dos pabellones disfrutaban del sol.

Poco después, Luis Fernando Camacho entró, acompañado por un sargento que nos pidió agruparnos para una foto, la cual se enviará al Ministerio de Gobierno. Nos abrazamos y sonreímos, buscando transmitir un mensaje de fortaleza y esperanza.

Camacho, a pesar de las circunstancias, se mostraba impecable. No permitía que su apariencia sugiriera debilidad o victimización. Mantuvo una postura fuerte, tanto emocional como físicamente, y demostró haber aprendido mucho durante su tiempo en prisión. Ha logrado integrarse en un entorno hostil, donde los reos lo saludan efusivamente: "Doctor, buen día", "Mi gobernador, un gusto saludarlo", "Hola Camacho". A pesar de no poder salir de su celda más que durante las visitas, ha ganado el respeto de sus compañeros.

Luis Fernando Camacho no es un preso común; es un preso político en medio de asesinos, narcotraficantes y violadores. Según sus propias palabras, es el único que no sabe cuándo terminará su encierro, a diferencia de los demás. Resulta difícil comprender los miedos que experimenta y que no siempre se evidencian.

A nivel personal, aunque nuestras posturas políticas nunca coincidieron y luchamos por objetivos similares pero separados, guardo un afecto particular por él debido a mi amistad con su padre. Durante cuatro horas, discutimos sobre eventos recientes, la crisis económica, la división del MAS, traidores, íntegros y la necesidad de una oposición más fuerte.

A pesar de su fortaleza, es evidente que Camacho extraña profundamente a los suyos. Su mirada, a pesar de mantenerse firme, lo dice todo. Antes de que los guardias nos pidieran salir, le pregunté si tenía algún mensaje. "Ninguno mi hermano", respondió. No es que no tuviera nada que decir, sino que tiene tantas cosas guardadas que solo un libro podría revelarlas.

Nos despedimos con un fuerte abrazo. Al salir, me sentí un poco egoísta por disfrutar de lo que él no tiene: la libertad. Si tuviera que definir a Luis Fernando Camacho con una sola palabra, ahora que lo he visto en su vulnerabilidad, sin dudarlo diría: VALIENTE.

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