Sol Sandoval, una joven karatista boliviana de Montero, ha logrado lo que muchos solo sueñan: conquistar una medalla de oro en un campeonato panamericano de karate. El evento, celebrado en Sao Paulo, Brasil, fue testigo de su impresionante desempeño, que incluyó victorias sobre competidoras de México, Canadá y Brasil, culminando con un triunfo en la final nuevamente ante Canadá.
Pero detrás de esta medalla de oro hay una historia que refleja el esfuerzo, la determinación y, sobre todo, la creatividad. Para poder asistir a este campeonato, Sol y su hermana tuvieron que recurrir a una idea simple pero efectiva: vender galletas caseras.
"Subimos un video vendiendo las galletas, y gracias a eso, muchas personas y empresas se acercaron para apoyarnos", comenta Sol, agradecida. Fue ese pequeño emprendimiento el que les permitió cubrir los costos del viaje, logrando así llevar la bandera boliviana hasta el podio más alto. "Gracias a ellos logramos llegar y traer el oro a Bolivia", añade con orgullo.
El camino de Sol en el karate comenzó cuando tenía apenas seis años, en la escuelita del coliseo Gilberto Parada, en Montero. Hoy, con cuatro campeonatos panamericanos en su haber, reconoce que el talento en Bolivia es abundante, pero el apoyo es escaso. "Tristemente, hay muy poco apoyo en el deporte aquí en Bolivia, y hay mucho talento. La mayoría batalla sola y sigue luchando, dando la cara por Bolivia", reflexiona, resaltando la falta de recursos para los deportistas en el país.
A pesar de los desafíos, Sol no solo ha brillado en el deporte, sino que también equilibra su carrera como estudiante de ingeniería civil. "Estudio en la mañana y en la tarde, y entreno por la noche. A veces hay que madrugar porque el tiempo no alcanza", explica, dejando claro que el sacrificio es una constante en su vida. Recientemente graduada del colegio María Auxiliadora en Montero, recibió la medalla justo en vísperas de las celebraciones de su ciudad natal, un detalle que hace su triunfo aún más especial.
Este año, Sol tiene nuevos retos en el horizonte: el mundial en Venecia en octubre y los Juegos Bolivarianos del Bicentenario en diciembre. Aunque el camino es difícil, con galletas o sin ellas, Sol Sandoval ha demostrado que está dispuesta a hacer todo lo necesario para seguir llevando el nombre de Bolivia en alto.
"El año pasado saqué la medalla de plata, y este año el oro. Vengué mi final que no gané el año pasado", concluye con la determinación que la caracteriza.
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