Reporteros de Bloomberg News obtuvieron acceso exclusivo al reducto del expresidente, buscado por acusaciones de estupr
En un recóndito rincón de la selva boliviana se encuentra una emisora de radio cuyos oyentes son principalmente agricultores de coca, la planta que con frecuencia se utiliza para fabricar cocaína. Ahí, un expresidente rehuye la ley.
Está refugiado en un búnker, protegido por miles de seguidores armados con palos, listos para repeler cualquier intento de arrestarlo por cargos de trata de personas y estupro.
En el pasado quedaron los días en que Evo Morales volaba por el mundo como un rockstar de la izquierda progresista, aclamado por encabezar una recuperación económica en una de las naciones más pobres de América Latina. Ahora, pasa sus días confinado a un par de edificios en un pueblo aislado, desde donde planea su regreso a la política y volver a la presidencia en las elecciones de agosto. Sin embargo, los tribunales han bloqueado su candidatura y corre riesgo de ser arrestado si sale del recinto. Las burlas de uno de los únicos multimillonarios de Bolivia, quien ha insinuado una recompensa de un millón de dólares por su captura, no lo intimidan.
Y si llegara a presentarse a la presidencia, más allá de los cargo que se le imputan, el escenario político del país está tan convulsionado que Morales tendría posibilidades de ganar. La reciente alza en la inflación alimenta la nostalgia, especialmente entre los más pobres, por los 14 años en que gobernó el país y se ganó seguidores en todo el mundo por nacionalizar la industria del gas y defender los derechos de los indígenas. Se codeó con Fidel Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela e incluso con el director de cine Sean Penn. Durante su presidencia, la economía de Bolivia creció a un impresionante 5% anual, casi el doble del promedio de América Latina, según el Banco Mundial.

En cambio, en los últimos años la inflación en el país alcanzó su nivel más alto en más de tres décadas, el combustible escasea y la moneda local ha sufrido una fuerte depreciación.
Pocos fuera de sus seguidores han visto en persona a Morales desde que un juez ordenó su arresto en enero, acusado de que tuvo una relación sexual con una chica de 16 años que dio dio a luz a un hijo suyo en 2016. Morales niega las denuncias, y sus partidarios dicen que las acusaciones tienen motivaciones políticas. Ellos han instalado controles y bloqueos de carreteras en las afueras del pueblo de Lauca Ñ, en el departamento de Cochabamba, para protegerlo de la Policía.
Su búnker es la sede de Radio Kawsachun Coca, una emisora escuchada principalmente por agricultores de coca, la planta de la cual se obtiene la cocaína, pero que también se usa legalmente en su forma cruda en los Andes como un estimulante suave y remedio para el mal de altura. Se calcula que Cochabamba produce hasta US$110 millones de hoja de coca al año, según las Naciones Unidas, gran parte de la cual se desvía a la producción ilegal de cocaína. Alrededor de Lauca Ñ hay carteles por todas partes que ofrecen hojas de coca machucadas, a menudo saborizadas con edulcorante y bicarbonato para suavizar su amargor y potenciar su efecto.
Morales, quien saltó a la fama en los 90 como líder de un sindicato cocalero, está allí desde octubre. El campamento ha ido creciendo a su alrededor.
Ahora cuenta con unos 2.000 leales partidarios preparados para defenderlo. Todos los días, a las 10 de la mañana, desfilan alrededor del búnker blandiendo sus palos como señal de fuerza y unidad.
El ex líder boliviano Evo Morales se esconde en la Amazonía
Sus seguidores han cercado varias cuadras a la redonda en Lauca Ñ
Quien entre para arrestar a Morales “ya no sale vivo”, dijo un miembro del equipo de seguridad a periodistas de Bloomberg News durante una reciente visita al complejo. Vestía ropa de camuflaje , un auricular de comunicaciones y una riñonera con equipo adicional. Se negó a identificarse, pero se hace llamar Jhon Connor, como el personaje de las películas de Terminator.
Fuente: Bloomberg