Entre enero y abril de 2025, la inflación acumulada llegó a 5.95%, lo cual representa aproximadamente el 80% del total previsto por el Presupuesto General del Estado (PGE) para todo el año (7.5%). Este desajuste entre proyecciones y realidad es preocupante, ya que demuestra que las presiones inflacionarias han sido significativamente más intensas que lo anticipado por las autoridades fiscales y monetarias.
Es como si usted planeara su sueldo para doce meses y en abril ya se hubiera gastado el 80%. Optimismo con aroma a insolvencia.
Inflación interanual: pérdida sostenida del poder adquisitivo
El dato más contundente proviene del análisis interanual. Entre abril de 2024 y abril de 2025, la inflación fue de 15% mientras. En el mismo periodo los alimentos subieron casi 24 %.
Esto indica una pérdida sustancial del poder adquisitivo de la población, especialmente en un contexto donde los salarios han mostrado escasa capacidad de ajuste.
A pesar del bajo índice mensual de abril, los consumidores bolivianos, particularmente aquellos que hacen sus compras en mercados populares, perciben un encarecimiento sostenido del costo de vida. Esta brecha entre las cifras oficiales y la percepción ciudadana tiene fundamentos objetivos. El ejemplo más claro de esto es el precio del pollo que según el INE habría bajado en 12.5 por ciento. Sin embargo, observa que los medios de prensa indican que este habría llegado a 21.5 Bs. por kilo. un valor muy por encima lo que reporta el INE. Vea Foto a seguir.
Composición del índice: el espejismo del promedio
Una de las principales explicaciones del bajo dato inflacionario de abril radica en caídas significativas de precios en algunos productos específicos, como el tomate, la carne de pollo, la carne de cerdo, el transporte interdepartamental y la papaya, todos ellos con reducciones de dos dígitos. No obstante, el producto que más aumentó fue la cebolla, con un alza de 25.71% solo en abril, generando un impacto simbólico y práctico en la canasta básica.
Este comportamiento evidencia una volatilidad significativa en los precios de alimentos frescos y servicios básicos, y muestra cómo un puñado de productos con caídas puntuales pueden reducir artificialmente el promedio inflacionario, sin reflejar adecuadamente la realidad general del mercado.
Conclusión
El dato de 0.90% de inflación en abril no representa un cambio de tendencia estructural, sino una desaceleración puntual producto de la caída de precios en productos específicos y altamente volátiles. Mientras tanto, la inflación acumulada y la interanual reflejan una pérdida sostenida del poder adquisitivo que afecta de forma directa al bienestar de los bolivianos.
Por tanto, celebrar estos datos como un signo de recuperación es, en el mejor de los casos, un acto de optimismo prematuro y, en el peor, un espejismo político en medio de una crisis aún no resuelta.