Abogado de profesión, el presidente en funciones del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Óscar Hassenteufel, se convirtió en uno de los principales “garantes” de la realización efectiva de las recientes elecciones generales en Bolivia, algo que ha sido destacado por políticos y observadores internacionales por igual.
Hassenteufel nació en 1945 en la localidad de Ticucha, en la región sureña de Chuquisaca, y obtuvo su licenciatura en derecho, ciencias políticas y sociales en la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier (USFX) de ese mismo departamento, donde también cursó un doctorado en derecho.
El abogado fue auxiliar de juzgado, actuario y juez entre 1967 y 1970, para luego pasar al Ministerio Público como agente fiscal, cargo que desempeñó hasta 1973.
En 1993 fue magistrado de la entonces Corte Suprema de Justicia, hoy Tribunal Supremo de Justicia, que presidió entre 1999 y 2001, y entre 2001 y 2006 fue vocal y presidente de la entonces Corte Nacional Electoral, el actual Tribunal Supremo Electoral.
También fue parte del Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (Ceela), fue socio fundador de la organización no gubernamental Proagro y conformó el Estudio Jurídico Hassenteufel & Asociados hasta su designación en el TSE.
Hassenteufel fue uno de los seis vocales titulares elegidos por la Asamblea Legislativa en diciembre de 2019, tras la grave crisis social y política que derivó en la renuncia de Evo Morales (2006-2019) a la Presidencia.
Los anteriores vocales fueron detenidos y procesados en su momento, acusados de delitos electorales relacionados con un denunciado fraude a favor de Morales en las fallidas elecciones de 2019, aunque estos casos se extinguieron cuando el gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) retornó al poder en 2020.
Así, el abogado ha sido parte del órgano electoral que organizó los comicios generales de 2020, celebrados con medidas de seguridad por la pandemia de la covid-19 y aún con tensiones por la crisis de 2019.
Además, presidió al TSE durante el accidentado camino para realizar las elecciones judiciales en 2024, que se efectuaron un año más tarde de lo previsto originalmente y de forma parcial por una sentencia constitucional que declaró desiertas las convocatorias a dos tribunales en algunas regiones del país.
En abril pasado fue elegido vicepresidente del TSE, pero como la Sala Plena del organismo no logró ponerse de acuerdo para elegir presidente, Hassenteufel ejerce ese puesto interinamente.
Bajo su liderazgo, el TSE organizó diversos encuentros “multipartidarios” con autoridades del Estado y representantes políticos para garantizar que se realicen las elecciones generales sin interferencias de ningún tipo, como ocurrió con los comicios judiciales.
Durante todo el proceso, distintos candidatos y políticos expresaron su confianza en el liderazgo de Hassenteufel para administrar estas elecciones, salvo Evo Morales y sus seguidores, quienes insistieron sin éxito en inscribir la candidatura del exmandatario pese a una disposición constitucional que le impide volver a postular.
Tras la votación del 17 de agosto, que transcurrió mayormente en calma, políticos como el expresidente Carlos Mesa (2003-2005) destacaron el trabajo del TSE, con un “especial reconocimiento” a Hassenteufel, “cuyo liderazgo generó certidumbre”.
La misión de observación electoral de la Unión Europea (UE) mencionó en su informe preliminar que el abogado “logró preservar la independencia y la neutralidad” del TSE, pese a algunas dificultades.
También el candidato y expresidente Jorge Tuto Quiroga (2001-2002) valoró en una entrevista con EFE “el papel” de Hassenteufel, quien “tiene un liderazgo, una credibilidad que es la más alta de cualquier persona en cualquier institución de Bolivia”, a su juicio, por ser uno de los vocales elegidos durante la “transición constitucional” en 2019.
A Hassenteufel y al TSE les queda aún el reto de administrar el inédito balotaje entre Quiroga y el también opositor senador Rodrigo Paz Pereira el próximo 19 de octubre.