Con el fervor de siempre y novedades destacadas, la ciudad de Sucre vive desde el viernes 12 hasta el sábado 13 la Entrada Folclórica de la Virgen de Guadalupe 2025, uno de los eventos culturales y religiosos más importantes del calendario sucrense. El domingo 14 será la kacharpaya (despedida) oficial del evento.
Historia y antecedentes
La devoción a la Virgen de Guadalupe, conocida cariñosamente como “Mamita Gualala”, tiene raíces antiguas en Chuquisaca, remontándose a los tiempos coloniales. Una parte esencial del festejo anual es la imagen pintada por Fray Diego de Ocaña en 1601, capilla incluida, que ha sido objeto de ofrendas y ornamentos, testimonio de la profunda fe popular.
En 1987 se incorporó la “Entrada Folclórica” dentro de los festejos en honor a la Virgen, elevando la celebración de un acto netamente devocional a una manifestación cultural que integra danzas, música, fraternidades y expresiones autóctonas de todo el país.
En los últimos años, el evento ha sido reconocido oficialmente como Patrimonio Cultural y Religioso de Bolivia, y desde el Ministerio de Culturas se procura su declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Modernidad y novedades en 2025
Este año el evento incorpora varias novedades señaladas por la organización municipal. Un elemento nuevo es la inclusión de la “kacharpaya oficial” dentro del programa festivo, que se llevará a cabo el domingo 14 de septiembre con participación controlada por la Alcaldía, fortaleciendo el carácter institucional de la festividad.
Además, desde el Comité de Festejos se presentó el cronograma que incluye el convite los días previos, la Entrada de Ceras, la serenata a la Virgen en la plaza 25 de Mayo, así como exposiciones y un conversatorio en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore. (MUSEF).
También se espera la participación de más de 100 fraternidades agrupando bailarines locales y de otras provincias de Chuquisaca, así como instituciones educativas. Sólo para la entrada del día sábado 13 están previstas unos 63 conjuntos folklóricos según cronograma oficial.
Miles de bailarines y también músicos, artesanos, copleros y vestuaristas, se movilizan para este evento, que no sólo es acto de devoción, sino un espacio de revalorización cultural, de generación de empleo y de economía creativa ligada a textiles, platería, confección de trajes folklóricos, entre otros.
El evento también produce un fuerte impacto económico. En la edición más reciente, generó un movimiento superior a 110 millones de bolivianos, con incremento en asistencia turística y venta de espacios públicos como graderías.
Significado cultural
La Entrada Folclórica es mucho más que un desfile; es una manifestación de identidad. En ella convergen la devoción religiosa: ofrendas, misas, procesiones y cultos populares que sostienen la fe de la población. La diversidad cultural regional: danzas como morenada, caporales, tinku, tobas, suris sicuris, diabladas, llameradas, entre otras, que representan distintas raíces indígenas, mestizas y afrobolivianas. Y el fortalecimiento del sentido comunitario ya que cientos de fraternidades y familias trabajan durante todo el año para preparar trajes, coreografías, cargamentos, ornamentaciones etc., lo que refuerza lazos sociales, memoria histórica y economía local.
Algunos participantes recuerdan con emoción que, en ediciones pasadas, la multitud acompañaba los pasos de los bailarines desde muy temprano, con familias enteras que se reúnen para organizar altares al paso de la Virgen y lanzar pétalos desde balcones.
En 2016, por ejemplo, se reportó la participación de aproximadamente 40.000 bailarines, provenientes de varias partes del país, desfilando durante largas jornadas que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada.
Para muchos visitantes, lo más impactante es ver la transformación urbana: las calles se llenan de color, música y vestimenta tradicional; los talleres de trajes y la platería trabajan a toda máquina, y el aire se llena de aromas de comida típica, de coplas y de fe.