En la 80.ª Asamblea General de la ONU, el presidente Luis Arce tomó la palabra en la Reunión de Alto Nivel titulada “En defensa de la democracia: luchando contra el extremismo”, donde planteó una crítica profunda al concepto tradicional de las amenazas democráticas. Según él, el peligro no está en los movimientos comunistas o sociales, sino en élites que buscan preservar su poder mediante mecanismos subrepticios. Arce señaló que estas élites recurren a estrategias de “guerra híbrida”, sanciones unilaterales y manipulación institucional para socavar la voluntad popular y debilitar las estructuras democráticas.
Según el mandatario, la democracia liberal o representativa se halla en crisis: ha perdido pluralidad, ha sido cooptada por intereses de poder y sus partidos han sido debilitados. También denunció que bajo justificaciones de conflicto internacional o seguridad se suspenden derechos como la libertad de expresión o se alteran los procesos electorales. Arce alertó que un extremismo emergente está promoviendo odio, xenofobia y nuevas formas de colonialismo moderno, que desplazan comunidades y buscan imponer golpes velados contra gobiernos que encarnan participación popular.
Para Bolivia, el discurso no tiene únicamente una dimensión global: va al corazón del modelo político vigente. Arce reafirmó que el país es un Estado Plurinacional, construido sobre la diversidad y el reconocimiento de pueblos originarios, y consideró que el extremismo que niega esas diferencias representa un ataque directo a la identidad boliviana. Finalmente, el presidente pidió que espacios como este foro de la ONU sean usados con frecuencia para deliberar colectivamente sobre las amenazas reales a la democracia y revalorizar el rol de las organizaciones sociales como guardianas del poder ciudadano.