El abogado constitucionalista y exasilado político Alejandro Melgar volvió a Santa Cruz después de más de 16 años fuera del país, tiempo que dividió entre Uruguay y Estados Unidos.
Este miércoles estuvo en el estudio de Marítima 100, 9 en Asuntos Centrales, relató su experiencia de persecución política y su decisión de regresar a Bolivia para retomar su vida.
“Encontrarse en la tierra con la familia, los amigos y los recuerdos es replantearse que cada amanecer es una nueva oportunidad. Este es un nuevo comienzo”, afirmó Melgar, quien destacó que su retorno fue posible tras renunciar de manera expresa al asilo político que le otorgó Estados Unidos durante los últimos nueve años.
Recordó que su etapa en Uruguay fue “un secuestro político”, resultado de un acuerdo entre los expresidentes Evo Morales y José Mujica, que lo privó de libertad sin que existiera una orden internacional válida.
“Fue un acto abusivo y contrario al derecho internacional. Por eso inicié un proceso contra el Estado uruguayo y lo gané”, explicó.
Sobre su paso por Estados Unidos, Melgar contó que si bien el inicio estuvo marcado por la estigmatización, poco a poco logró reinsertarse laboralmente hasta validar su profesión como abogado. Aun así, reconoció que la separación de su familia fue el golpe más duro:
“Dejé a mis hijos pequeños y los reencontré ya adultos; eso es algo que no se recupera”.
El exasilado denunció que el llamado “caso terrorismo” fue una estrategia política para destruir la institucionalidad cruceña y silenciar a voces críticas, con una inversión de más de 35 millones de dólares en campañas de desprestigio.
“Ese proceso sirvió como un ‘mentizán político’ para curar al Gobierno de todos sus males”, señaló.
Respecto al retorno de otros asilados, pidió que cada uno evalúe su situación con criterios jurídicos y no emotivos, pues considera que en Bolivia aún persiste el riesgo de persecución.
“Mientras no haya plena vigencia del Estado de derecho, la amenaza sigue latente”, advirtió.
Melgar anunció que también busca sentar un precedente en Bolivia con procesos legales de reparación, como ya lo hizo en Uruguay.
“No se trata solo de lo económico, sino de demostrar que este tipo de abusos tienen consecuencias jurídicas”.
Finalmente, envió un mensaje a quienes todavía sufren persecución política:
“Tengan fe en Dios y en que la justicia internacional funciona. Aunque llegue tarde, permite limpiar el nombre, la honra y reparar errores que en la historia se escribieron mal”.