La segunda vuelta se definirá entre Rodrigo Paz y “Tuto” Quiroga, opositores a 20 años de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS). Alta inflación y escasez de dólares y combustibles afectan a los ciudadanos. Viraje.
Cuando los bolivianos acudan este domingo a las urnas para elegir a su nuevo presidente, encontrarán dos opciones en sus tarjetones: Rodrigo Paz Pereira y Jorge “Tuto” Quiroga, representantes del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y de la Alianza Libre, respectivamente, dos movimientos que se ubican al centro y a la derecha del espectro político.
Por primera vez en 20 años, un militante del Movimiento al Socialismo (MAS) no tendrá chances de convertirse en el nuevo inquilino de la Casa Grande del Pueblo, como se le denomina al palacio presidencial boliviano. Desde 2005, las elecciones para seleccionar al primer mandatario han sido ganadas por este partido de izquierda, que tuvo sus orígenes en las organizaciones campesinas y cocaleras.
El líder fundador de este movimiento y su cara más visible ha sido el expresidente Evo Morales, tradicional líder indígena y cocalero, quien ganó sin mayores inconvenientes los comicios de 2005, 2009 y 2014, y aunque oficialmente también fue el vencedor en 2019, las acusaciones de irregularidades por parte de organismos como la OEA, las protestas ciudadanas y la presión de los militares lo llevaron a renunciar al cargo y a exiliarse en México y Argentina.
Ante la vacancia, la Asamblea del Estado Plurinacional de Bolivia nombró a Jeanine Áñez como mandataria interina y responsable de convocar a nuevas elecciones, en las que Morales no pudo participar ante la inhabilidad decretada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), bajo el argumento de que no cumplía el requisito de residencia en el país.
Los desaciertos cometidos por Áñez durante su corto mandato de un año, la fragmentación de la centroderecha y la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 crearon las condiciones necesarias para un nuevo triunfo del MAS. En octubre de 2020, Luis Arce Catacora, exministro de Economía y aliado fiel de Morales, logró un triunfo sin atenuantes en primera vuelta.
La caída del MAS
La hegemonía del MAS se enmarcó en las reivindicaciones de los pueblos indígenas, que hasta entonces nunca habían accedido al poder, y en los avances sociales reflejados en cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE): la pobreza se redujo del 60 % al 36 %, mientras que la pobreza extrema cayó del 38 % al 11 %. Estos resultados sugerían que la intervención estatal en la economía estaba dando frutos, impulsada por las exportaciones de gas natural, minerales, soya y azúcar.
Al llegar Luis Arce a la Presidencia, el sistema, que ya se venía deteriorando, cayó en barrena, pues el modelo extractivista se diluyó ante la incapacidad estatal de explorar y explotar nuevos yacimientos gasíferos, lo que se combinó con la inestabilidad política surgida por la ruptura de relaciones entre el actual mandatario y su mentor, Evo Morales (similar a lo que ocurrió en Colombia entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe o en Ecuador con Lenin Moreno y Rafael Correa).
El declive de los indicadores macroeconómicos, como un déficit fiscal que superó el 10 % del PIB, la contracción de las exportaciones de gas del 35 % en los primeros siete meses de este año o la caída de las reservas internacionales del 37 % en este mandato, también se han manifestado en los bolsillos de los ciudadanos que, cada vez con más frecuencia, tienen que hacer colas para tanquear sus carros, no encuentran dólares ni en bancos ni en casas de cambio, o, según el Banco Central de Bolivia, han visto cómo los precios dela canasta familiar se han incrementado en 23,32 % en el último año.
El descontento del electorado ante esta situación se manifestó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebrada el pasado 17 de agosto y el candidato oficial del MAS obtuvo solo 170 mil votos (3,17 % del total), en una contienda en la que, sorpresivamente, Rodrigo Paz logró el primer lugar con el 32,06 % de los sufragios, seguido por Jorge Quiroga con el 26,7 %, lo que les valió pasar a la segunda vuelta que se definirá este domingo en un ambiente de incertidumbre, pues encuestas y sondeos coinciden en arrojar pequeñas diferencias de uno u otro candidato y, en muchos casos, empate técnico.
Terapia gradual o de choque
Tanto Paz como Quiroga coinciden en su propuesta de desmontar o ajustar buena parte de las políticas del MAS, con un pilar: la liberalización de la economía. Ambos pertenecen a la élite política que gobernó al país antes de 2005 con resultados poco exitosos en muchos frentes, como una galopante desigualdad representada en un índice GINI de 0,59 (para 2023 cayó a 0,42) y una pobreza que superaba el 60 %.
En el caso del candidato del PDC, Rodrigo Paz, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, ha sido senador y alcalde de la sureña y vinícola ciudad de Tarija, mientras que el cochabambino Jorge “Tuto” Quiroga ejerció la presidencia como interino entre 2001 y 2002, ante el retiro por problemas de salud de Hugo Bánzer; también ha sido vicepresidente y ministro de Economía.
Aunque coinciden en el qué, las grandes diferencias entre los dos aspirantes a la Presidencia de Bolivia radican en el cómo. Para Paz, los cambios se deben hacer de manera gradual y entre sus principales propuestas está descentralizar las funciones y el presupuesto del gobierno central, dándoles mayor autonomía a los departamentos y municipios; en el ámbito económico, su programa, denominado “Capitalismo para todos”, se centra en la reducción de aranceles y en incentivos para proyectos de emprendimiento.
Para Quiroga, aspirante de Alianza Libre, la nueva administración deberá adoptar una terapia de choque, por lo que, en sus propias palabras, en sus primeros días se dedicará a “cambiar leyes para modernizar el país”, que permitan generar un buen clima legal que atraiga inversión, fortalecer la seguridad jurídica y solicitar un empréstito de US$ 12.000 millones a organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Sea quien sea el vencedor este domingo, se avizora un periodo de gobierno complejo ante la necesidad del nuevo mandatario de tomar medidas, muchas de ellas impopulares, en un escenario de estrechez fiscal, escasa capacidad de maniobra con el Legislativo, un crispado contexto internacional y la polarización política interna con una fuerte oposición encabezada por Evo Morales, actualmente imputado de delitos sexuales y trata de personas.
- Ricardo Gutiérrez Zapata (*)
- Especial / LA PATRIA