La semana comienza con un sur leve que traerá lluvias moderadas hasta el martes 28 en gran parte del departamento de Santa Cruz. Según el reporte del especialista en agrometeorología Luis Alberto Alpire, el fenómeno incidirá hasta el viernes 31, manteniendo jornadas templadas, sobre todo en las mañanas.
Durante el fin de semana, las corrientes del norte se consolidarán y se intensificarán, generando un notorio ascenso de las temperaturas máximas que alcanzarán los 32 °C en Andrés Ibáñez y el Norte Integrado, 28 °C en los Valles Cruceños, 35 °C en la Cordillera y hasta 36 °C en la Chiquitania.
En cuanto al detalle provincial, el pronóstico indica que:
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Andrés Ibáñez y Norte Integrado tendrán mínimas de 16 °C y máximas de 32 °C, con vientos del norte de hasta 60 km/h el sábado.
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Valles Cruceños, mínimas de 8 °C y máximas de 28 °C, con ráfagas de hasta 50 km/h.
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Cordillera, mínimas de 11 °C y máximas de 35 °C, con vientos fuertes en Cabezas y Charagua.
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Chiquitania, mínimas de 15 °C y máximas de 36 °C, con ráfagas superiores a 60 km/h en Chiquitos y Ñuflo de Chávez.
El especialista advierte que, aunque las lluvias son necesarias para la campaña agrícola 2025-2026, el panorama se complica por la escasez de diésel que impide avanzar con las labores de cosecha y siembra.
“Lo que debería ser una buena noticia —lluvias regulares para la nueva campaña— se convierte en una amenaza si los productores no tienen combustible para cosechar en los pocos días secos que deja el clima”, señaló Alpire.
De acuerdo con su análisis, aún quedan por cosechar 1,5 millones de toneladas de caña y 280 mil hectáreas de soya en el norte integrado. Sin combustible, los tractores no pueden operar y las sembradoras se detendrán, afectando la producción de soya, maíz y sorgo, base de las cadenas de proteína animal del país.
“Sin diésel no hay siembra, sin siembra no hay alimento, y sin alimento no hay país”, advirtió el denominado Señor del Clima, subrayando que la falta de acción oportuna puede derivar en una crisis alimentaria con consecuencias graves para la economía y el abastecimiento nacional.
El campo, concluye, no pide subsidios ni discursos, sino soluciones urgentes para evitar que el problema del combustible se transforme en hambre en la mesa de los bolivianos.
