Estado neutro de El Niño y Niña débil: año productivo, pero con riesgo de inundaciones
El periodo de lluvias 2025–2026 llega con una característica determinante: un estado neutro de El Niño y una Niña débil, condiciones que no limitan las precipitaciones. Esta combinación, poco frecuente, anticipa un ciclo con abundante humedad, la alternancia de días cálidos y un aumento de la sensación térmica entre 4 y 5°C, lo que, desde el punto de vista productivo, es favorable para el rendimiento agrícola. Sin embargo, también abre la puerta a uno de los escenarios más complejos de los últimos años: un altísimo riesgo de inundaciones prolongadas hasta marzo e incluso abril.
Advertimos que esta campaña inicia con 2,6 millones de hectáreas productivas vulnerables en Santa Cruz, debido a que en los últimos cinco años no se han ejecutado obras de defensivos en las principales cuencas de la región cruceña. Esta inacción coincide con un periodo de lluvias intensas y sostenidas, lo que convierte cada tormenta en una amenaza directa para cultivos, comunidades y vías productivas.
La situación contrasta con la experiencia previa: entre 2010 y 2020, bajo la administración del exgobernador Rubén Costas, se invirtieron 100 millones de dólares en cinco fases de obras defensivas, coordinadas entre el Gobierno nacional (70%), la Gobernación (20%) y 13 municipios (10%). Ese esfuerzo conjunto permitió construir 1.400 kilómetros de defensivos, para proteger cuencas críticas y evitar rebalses que pudieran afectar el aparato productivo, garantizando estabilidad para el abastecimiento nacional y la exportación.
El primer semestre de la presente gestión 2025, los técnicos del Searpi identificaron 172 puntos críticos con riesgo de inundación. Frente a esto, la conclusión es contundente: urge que los tres niveles de gobierno acuerden la ejecución del proyecto de la sexta fase, que requiere una inversión de 22 millones de dólares* para prevenir daños mayores. Las obras no pueden realizarse durante la temporada de lluvias, pero el consenso y la planificación deben activarse con anticipación.
El periodo 2025–2026 nos ofrece lluvias suficientes para garantizar productividad, pero también pondrá a prueba la capacidad de prevención del actual Estado, ya que el anterior gobierno del MAS no pudo por su incapacidad coadyuvar en las obras de los defensivos. La diferencia entre una campaña agrícola exitosa y una crisis alimentaria y la afectación de miles de familias dependerá de la decisión política y la coordinación institucional para anticiparse a lo que viene. No es una alerta dramática y alarmista: es una advertencia técnica respaldada por las riadas en la historia de Santa Cruz.
LUIS ALBERTO ALPIRE
ARTÍCULO DE OPINIÓN SEÑOR DEL CLIMA
