Se veía venir la bifurcación desde la campaña, se sintió en la misma celebración por separado del triunfo electoral, siguió horas después de la posesión y se acentuó en la primera y, sobre todo, en la segunda semana de Gobierno. Se veía venir, porque es muy claro que Edmand Lara decidió desde el principio de esta historia disputarle a Rodrigo Paz el protagonismo en la atención y la centralidad en la posesión y en el ejercicio del poder, al estar convencido (o lo convenció alguien) de que quien ganó la elección presidencial fue él y no el Presidente, aunque claramente se puede inferir que Lara sin Paz no llegaba a ser Vicepresidente y, viceversa.
Lo inesperado es que la bifurcación de la dupla sea tan prematura, tan temprana, lo que la hace inédita. Lo sorpresivo es la intensidad y velocidad con la se está manifestando (se tuvo que forzar el cierre de un ministerio en su día 11 de vida para intentar atenuarla) y lo inquietante es la ingobernabilidad a la que puede conducir y el acelerado desgaste y pérdida de la confianza que provoca esta disputa absurda pero real en un nuevo Gobierno, que tiene por delante aún más de 1.500 días y que enfrenta una de las peores crisis de la historia.
Lo más inquietante es que no se vislumbra por ahora un reencuentro de la dupla o una reconciliación del inmaduro y joven matrimonio. Solo entre la tarde del jueves y la mañana del sábado, Edmand Lara lanzó al menos cuatro videos en Tik Tok, algunos durante su permanencia en Brasil, en los que confirmó que el diálogo de ambos está cortado y la relación apunta a ser tóxica y no virtuosa o feliz. En paralelo, Rodrigo Paz se encontró en su día 13 de gobierno con una primera marcha de protesta en las calles de La Paz con las banderas del “Larismo”.
Insólito: los seguidores del Vicepresidente en protesta contra el propio gobierno del Vicepresidente, a menos de dos semanas de haber jurado juntos. Lo más insólito, algunos de los “laristas” pidiendo ya en la calle la renuncia del Presidente. “No me ayudes compadre”.
Hemos visto en las recientes horas más de lo mismo o peor de lo que ya vimos y sufrimos en el ciclo del masismo, que se frota ahora las manos, pues con los últimos acontecimientos los evistas, arcistas y androniquistas deben sentir que ya no son los únicos que se entregaron a una suicida y feroz disputa por el poder, con el paulatino efecto de derrumbe del Gobierno y el desplome económico-institucional de Bolivia. Definitivamente, los políticos no aprenden, “al final son lo mismo todos”, ya se escucha decir entre los ciudadanos , incluso entre los que votaron por los que se mostraron o fingieron durante la larga campaña electoral ser nuevos o distintos a los que se fueron o terminaron derrotados. Lo peor es tener electores que se sienten tempraneramente engañados y tener ciudadanos defraudados con todos, más aún con un Gobierno que hace dos semanas nacía con mucha esperanza nacional de cambio. Revertir esa sensación será difícil, pero Paz y Lara están obligados a hacerlo si aspiran a durar como Gobierno y a no repetir anteriores desenlaces políticos traumáticos.
Definitivamente el principal escollo de los primeros días del nuevo Gobierno no ha resultado ser Evo Morales, como se esperaba. Imagínense si este decide sumarse ahora o pronto al factor Lara, que es tan clave para la gobernabilidad o ingobernabilidad del país. Unidos ambos por los intereses de recuperar y/o concentrar el poder serían un cóctel explosivo para la estabilidad de Paz. No le ha hecho falta aún a Evo Morales comenzar a conspirar, ya que el problema mayor del Presidente está por ahora dentro y no fuera del Gobierno.
Tras un corto veranillo y un inicio brevemente esperanzador del nuevo Gobierno de Paz y Lara, urge que Rodrigo revierta la prematura decepción y reencamine con firmeza y a una gran velocidad sus prioridades que ya mencionamos antes de que jure como Presidente:
1.-Construir la gobernabilidad interna. Esto pasa fundamentalmente por acordar con Edman Lara sus roles y tareas en el poder, completar cuanto antes su equipo de Gobierno, con énfasis en la meritocracia (hay buenos fichajes, pero también algunos que confunden), y aclarar la agenda, el rumbo y los plazos de su gestión.
2.-Construir la gobernabilidad legislativa, que ya tuvo algunos percances.
3.-Gestionar la gobernabilidad de la calle, amenazada ya con algunos anuncios de próximas movilizaciones.
4.-Ejecutar las primeras decisiones de estabilización de la moneda, el combustible y los precios de los productos y servicios. Esto es lo más urgente. Luego viene lo estructural, en una gestión presionada por el tiempo y la emergencia.
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Rodrigo-Lara: ¿una “dupla tranca”?
Tuffí Aré Vásquez - Director de Asuntos Centrales
