Santa Cruz de la Sierra ostenta, con justicia, el título de motor económico de Bolivia. Sin embargo, para ascender a la categoría de “ciudad de primer nivel” —comparable con las grandes metrópolis de Latinoamérica— es imperativo que supere los desafíos estructurales ligados a su rápido y, a menudo, desordenado crecimiento.
El salto de ser una “ciudad en crecimiento” a ser una “ciudad de primer nivel” exige más que simple inversión; requiere una inversión masiva y sostenida en planificación, infraestructura, y, fundamentalmente, gestión metropolitana.
La necesidad de esta gestión metropolitana no es una novedad. Es un tema constante en círculos académicos, gremiales (arquitectos e ingenieros) e institucionales, respaldado por una amplia bibliografía y documentación sobre planificación urbana y derecho autonómico.
Para alcanzar ese estatus, Santa Cruz debe enfocarse en cinco áreas vitales que requieren acción coordinada: Movilidad y Transporte Metropolitano, Planificación Territorial y Ordenamiento Urbano, Gobernabilidad y Modernización de la Gestión Pública, Desarrollo Humano Sostenible, y Fomento a la Innovación y la Economía del Conocimiento.
De esta urgencia nace la imperiosa necesidad de elegir un alcalde que posea una visión amplia de desarrollo. El desafío de la Gestión Metropolitana es el nudo gordiano que Santa Cruz de la Sierra y sus municipios vecinos deben desatar para convertirse en una verdadera metrópoli.
En pocas palabras, la coordinación metropolitana implica que los municipios actúen como un solo cuerpo en la provisión de servicios indivisibles (como la regulación del tráfico, la gestión del agua o la planificación urbana), en lugar de funcionar como islas aisladas.
Por ello, volvemos a reclamar: Santa Cruz no necesita un alcalde que ofrezca obras “parche” que solo resuelven el problema de un distrito; necesita un líder involucrado y comprometido con la metropolización. Este proceso implica una planificación y un desarrollo urbano integral de la región, que busque integrar y mejorar la calidad de vida en los municipios aledaños, promoviendo un crecimiento ordenado, sostenible y altamente competitivo.
La nueva autoridad municipal no deberá “mirarse el ombligo”. Esto significa que su visión de gobierno no debe ser egocéntrica, limitada o cortoplacista. La transformación de Santa Cruz a una ciudad de primer nivel es un proyecto de Estado y a largo plazo que exige Liderazgo, Planificación y Consenso entre el gobierno municipal, la Gobernación, el sector privado y la ciudadanía de toda la región metropolitana.
Elegir un buen alcalde con esta perspectiva amplia es clave para que Santa Cruz de la Sierra siga avanzando hacia un futuro de progreso, orden y bienestar para todos sus habitantes.
