Inclusión financiera: más allá de los números, una oportunidad para todos
Según el Banco Mundial, inclusión financiera “significa que los individuos y negocios tengan acceso a productos financieros que llenen sus necesidades, sea en transacciones, pagos, ahorros, créditos y seguros de una forma responsable y sostenible”.
La inclusión financiera busca eliminar las barreras que excluyen a las personas de participar en el sector financiero y poner a disposición todos los servicios financieros para mejorar sus vidas.
En la mayoría de los países, existen un oligopolio de entidades financieras que han centrado su atención en un segmento de la población y empresas con alto poder adquisitivo. Con la aparición del concepto de las microfinanzas han surgido nuevas entidades que han ido prestado más atención a otros segmentos de la población y pymes.
Según el propio Banco Mundial, existen alrededor de 2500 millones de personas no utilizan servicios financieros formales y el 75 % de los pobres no tiene cuenta bancaria.
La emergencia de las Fintech ha mejorado el acceso y la prestación de servicios financieros en América Latina, porque han encontrado un segmento de mercado totalmente abandonado y despreciado por las entidades financieras tradicionales, contribuyendo al desarrollo económico, reducir la pobreza y promover la prosperidad.
Es tan importante la inclusión financiera que se considera como un elemento que facilita el logro de 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ayudando a las personas de bajos ingresos a acceder a servicios financieros y otros servicios financieros para emprender negocios y generar empleo, y de esa manera reducir las desigualdades económicas y sociales, entre otros.
Si bien la inclusión financiera ha mejorado en los últimos años, impulsada fundamentalmente por la digitalización, la innovación y la educación financiera, aún persisten brechas por país, región, género, edad, nivel socioeconómico y educativo.
Bolivia se posiciona con el puntaje más bajo en inclusión financiera entre los países evaluados por el Índice de Inclusión Financiera de Credicorp (IIF). Este país presenta el puntaje más bajo en cuanto al uso del sistema financiero, lo cual se explica por su baja frecuencia de uso mensual de productos financieros y su bajo porcentaje de usuarios que reciben ingresos en una cuenta a su nombre.
Además, Bolivia es uno de los países con la mayor proporción de ciudadanos que reportan tener barreras para acceder a un punto presencial de atención, así como un mayor temor a las transacciones digitales. Estos factores limitan la adopción y el uso de los servicios financieros digitales, que son clave para la inclusión financiera.
Para mejorar la inclusión financiera en Bolivia, se requiere de políticas públicas que promuevan la educación financiera, la innovación tecnológica, reformas normativas, productos financieros accesibles, infraestructura financiera eficiente, la protección al consumidor y la inclusión productiva. También se necesita de una mayor coordinación entre los actores del ecosistema financiero, como los bancos, las microfinancieras, las cooperativas, las Fintech y las empresas de telecomunicaciones.
Según un reporte del RankingsLatAm.com, en Bolivia el año 2023, existen 15 millones de cuentas deposito activas en las entidades financieras, 1.9 millones de operaciones de préstamos, 6.7 millones de tarjetas de débito y solo 187 mil tarjetas de crédito (decreciendo con relación al año anterior).
Uno de los principales problemas en Bolivia es encontrar información confiable y oportuna, para poder tomar decisiones. Según el Instituto de Estudios Sociales y Económicos de la UMSS en su publicación Banca Digital en tiempos del COVID-19 en Bolivia, el 2021 habían 6.2 millones de tarjetas de crédito y 249 mil tarjetas de crédito, y según el último reporte de Digital 2024 de Bolivia, hay casi 6 millones de cuentas en una institución financiera, solo 3.85 millones de tarjetas de débito y 1.1 millones de tarjetas de crédito el 2023.
Lo cierto es que existe una gran oportunidad para que a través Fintech o Empresas de Tecnología Financiera (ETF); como se llamaran legalmente en Bolivia, se cubran todas esas necesidades de inclusión financiera de la gran mayoría que igual requiere y accede a servicios financieros, pero en un mercado informal, inseguro y mucho más costoso.