Miles de personas ingresan diariamente a la frontera de Bolivia desde Argentina para adquirir todo tipo de productos; los únicos que no compran son los bolivianos.
Por Jesús Vargas Villena, de Verdad con Tinta, para #LaHoraDeBolivia*
“No recibo en bolivianos”, dice un taxista en el momento de tender la mano para cobrar el pasaje y exigir el pago en pesos argentinos, no en la moneda local. En Bermejo, en la frontera sur de Bolivia, solo valen el peso argentino y el dólar estadounidense. La moneda boliviana es despreciada por su pérdida de valor.
“Bermejo es el centro de atención de toda Bolivia respecto al comercio por el tipo de cambio”, describe la dirigente Jackeline Castro, de la Asociación de Comerciantes Nuevo Milenio.
La ciudad está en el triángulo sur del departamento boliviano de Tarija y es frontera con Argentina. Del otro lado del río, está Aguas Blancas, ya en el vecino país.
Desde hace varios años, la mayoría de la población se dedica al comercio informal, una actividad que ocupaba a más del 70 % de los habitantes según estimó la Alcaldía en 2021. Pero en los últimos tres meses, al caer el sol con toda su fuerza, las calles de Bermejo colapsan de visitantes argentinos ansiosos por comprar productos de todo tipo: comestibles, ropa, herramientas, juguetes, electrodomésticos, bicicletas y hasta hoja de coca, todo “al por mayor”.
Los productos son ofertados en los pasillos de centros comerciales improvisados en galpones sucios y desordenados.

La avenida Petrolera, que abraza la pequeña ciudad, es casi intransitable por la cantidad de visitantes. Abundan los peatones y una mayoría de vehículos con placas de control argentinas cargados de bolsas y cajas, especialmente en el sector de Las Chalanas, denominado así porque ahí se encuentra un improvisado puerto. De allí salen lanchas o “chalanas” e incluso gigantescos neumáticos llenos de mercadería de contrabando, ante la pasiva mirada de los militares bolivianos y los gendarmes argentinos.
Este boom comercial surge con la devaluación del peso boliviano y la crisis socioeconómica que vive Bolivia. Si bien la cotización oficial se mantiene invariable desde 2011 en Bs 6,96 por dólar, en el mercado paralelo el valor se duplica y hasta triplica. El economista Luis Fernando Romero detalla que este panorama se da porque la moneda argentina se ha recuperado en los últimos tres años respecto al peso boliviano, aumentando su capacidad de compra. “Antes por 1.000 pesos argentinos te daban 7 a 8 bolivianos, ahora te dan entre 14 y 15 bolivianos”.
La escasez del dólar en Bolivia, sumada a la recuperación de la economía de Argentina, ha generado en los últimos tres meses una explosión del comercio informal en esta ciudad fronteriza. “Bermejo estaba prácticamente muerto… silencioso”, relata Camila Medrano Ruiz, joven estudiante de Contaduría, una de las pocas carreras universitarias disponibles en esta ciudad.

Camila apoya a su padre en la atención de su restaurante Don Pepe, ubicado en el segundo piso de una galería comercial. El comedor está repleto de visitantes desde las 10:00 de la mañana. Entablar ahí una conversación es un logro por la cantidad de personas y el intenso ruido. “La gente va a comer rápido para seguir comprando”. Lo que ocurre es que a partir de las 13:00 empiezan los controles en el paso argentino, pero antes de esa hora se pueden ingresar productos casi sin restricciones.
Varios puestos de venta que estuvieron cerrados por años abrieron sus puertas en el Mercado Central de Bermejo, según relatan los propios comerciantes. No solo llegan compradores desde Argentina; también hay comerciantes del norte boliviano y de la frontera con Chile, que aprovechan el momento para comercializar una variedad de productos que compran en la Zona Franca de Iquique.
Ante la noticia del boom comercial, hay emprendedores que apuntan su mirada a este punto del sur. Es el caso de Capipollo, un restaurante de comida rápida, en la ciudad de Tarija, cuyos socios decidieron abrir dos sucursales en Bermejo. “Hay un movimiento importante allá”, dice uno de los propietarios.
En las nuevas galerías, cuyos estrechos pasillos están abarrotados de personas, hay una particularidad: los precios están en pesos argentinos. Cuando a un comerciante se le pregunta cuál es el valor de un peluche en pesos bolivianos, no sabe responder. “¿Cómo no va a tener el precio en la moneda del país?”, se le insiste y la respuesta es tajante: “Es que ningún boliviano compra”.

El resurgimiento del comercio es tal que, según periodistas bermejeños consultados, los alquileres de los locales se dispararon. Por un espacio de 100 metros cuadrados hoy se pagan hasta 5.000 bolivianos en una galería (720 dólares), detalló una comerciante. Sin embargo, esta situación cambió hasta las condiciones de alquiler. La mayoría de los propietarios exigen el pago adelantado por un año.
Hay espacios en galerías que subieron de 500 hasta 2.000 dólares, más el condicionamiento del pago adelantado. “Comerciantes locales están siendo desalojados, porque llegan otros del interior del país que pueden pagar montos más elevados de alquiler”, explica la periodista Maura Quispe Castro, del programa La Hora Informativa de radio Feprocab.
Quispe cuenta que este boom llamó la atención de comerciantes extranjeros que llegan desde Argentina, Colombia, Perú, Venezuela u otros lugares más lejanos como India o China. “Antes los comerciantes traían productos de China para vender, ahora son los propios chinos los que llegan a poner sus negocios”.
La Alcaldía bermejeña habilitó nuevos puestos de venta en centros públicos como el Mercado Central, en la zona de Las Chalanas o en las propias calles, donde cobra por “canchaje” a los comerciantes minoristas. La denominación de canchaje se refiere a un cobro menor por el uso del espacio público que se hace a diario. Estos pueden variar entre dos y cinco bolivianos (entre 0,2 y 0,7 dólares).
Los alquileres de casetas municipales están a 250 bolivianos (36 dólares) mensuales, tras un acuerdo entre la Alcaldía y las asociaciones locales de comerciantes, informaron las organizaciones gremiales.
Con el fin de obtener información sobre los cobros por uso de espacio público, solicitud y entrega de permisos a nuevos comerciantes se buscó al alcalde Irineo Flores Martínez, del partido oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS), pero no contestó los mensajes ni las llamadas.
Pasos legales e ilegales
Oficialmente, Bermejo tiene una población de 36.967 habitantes, según datos del Censo de 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE), pero este número aumenta por las mañanas, de acuerdo con lo que describen los habitantes sondeados.
¿Por qué en las mañanas? Porque el turismo a este municipio es netamente comercial. La mayoría de las personas que llegan van de compras y posteriormente vuelven a su país; el movimiento es intenso en la primera media jornada, pero sereno en la tarde, como se constató en la visita a la zona.
Los trámites migratorios para el ingreso de las personas y vehículos se hacen por el Puente Internacional, donde hay oficinas de ambos gobiernos.

Por este punto pasan generalmente buses de empresas de viajes internacionales, camiones del transporte pesado y taxis, entre otros. El puente cruza el río Bermejo y la mitad está pintado con los colores de la tricolor boliviana, mientras que en la porción que ya corresponde a Argentina tiene los colores de su bandera albiceleste. Las oficinas de ambos países se encuentran en los extremos de esta infraestructura.
La Aduana Nacional de Bolivia informó este 10 de julio al medio Fides Bermejo que 5.000 personas realizan trámites migratorios por día en este punto de frontera, el único sitio donde se hace este control.
Información de Migraciones refiere que en junio se tuvo un flujo regular de 43.998 personas hacia Bermejo, que hicieron el trámite formal de ingreso. Sin embargo, en el lugar se constató que la cifra es más grande, pues la mayoría de las personas pasan por la zona de Las Chalanas u otros espacios contiguos, donde no hay control de Migración.
Medios locales calculan que son 10.000 personas las que ingresan diariamente a Bermejo desde la Argentina, aunque otros apuntan a cifras aún más elevadas.
El sector de Las Chalanas está a solo 2 kilómetros del paso migratorio oficial. La diferencia es que en este lugar, además de la ausencia de controles y de puente, se debe cruzar por agua. La mayoría de las personas lo hace en botes de diferentes empresas que cobran un promedio de uno a dos dólares por pasajero. Hay quienes también lo pasan nadando o caminando, con el agua hasta el pecho, aprovechando la temporada de bajo caudal. Los cargamentos más grandes son transportados en gomas o neumáticos que se usan como embarcaciones.

El pasado 19 de julio, cuando el Gobierno boliviano intentó hacer un operativo de control en la zona, los militares del Área Naval III fueron agredidos por los contrabandistas que lanzaron piedras contra el vehículo oficial. Los militares tuvieron que abandonar el lugar.
Del lado argentino, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, declaró en diciembre de 2024 que el Plan Güemes iba a luchar directamente contra los delitos en frontera. Además, el Gobierno anunció la construcción de un alambrado de 200 metros lineales en la frontera, entre la terminal de buses de Aguas Blancas y la actual oficina de Migraciones, informó El Tribuno de Salta. La construcción se inició en febrero y ya fueron colocados los postes del cerco perimetral. El espacio donde se construye este alambrado es precisamente por donde ingresan los productos de la zona de Las Chalanas.

Si bien en mayo la Gendarmería Nacional de Argentina hizo un operativo de cierre en el sector de Finca Karina, en la visita de nuestro medio en julio se registró que por ambas zonas sigue pasando material de contrabando. Los gendarmes por ahora son solo observadores en ambos pasos.
Cajeros humanos
“Transferencistas” o “mochileras”, así son conocidas las personas que realizan transferencias bancarias en la zona de frontera como si fueran cajeros automáticos, alrededor de las cuales se aglomeran los argentinos. “Transferencias por efectivo” indica el letrero que llevan colgado de sus cuellos.
Su trabajo consiste en realizar operaciones con bancos oficiales de Argentina o con billeteras móviles, con el fin de entregar en efectivo el dinero requerido por los visitantes, que generalmente son turistas argentinos e incluso comerciantes informales. “Nos transfieren la cantidad que necesiten a las cuentas que manejamos y les entregamos el dinero en pesos”, explica Lumen Guerrero, una “transferencista”.

Para concertar la operación, estas personas cuentan con servicio de internet que comparten a los clientes, de manera que estos puedan enviar el dinero antes de recibir el efectivo. La ganancia es el porcentaje cobrado por el servicio que puede llegar hasta el 4 % de la transacción. “Ese porcentaje se cobra en función del precio de los pesos que compramos o de cómo fluctúa el dólar”, señala Lumen.
Lumen agrega que las cantidades que mueven por transferencia van desde 1.000 pesos argentinos (0,7 dólares) en adelante. Para hacer este trabajo, los “tranferencistas” deben contar con una cuenta bancaria abierta en Argentina y, como uno de los requisitos para hacerlo es tener el documento nacional de identidad (DNI) de ese país, es fácil deducir que la mayoría de las “mochileras” tiene doble nacionalidad.
Uno de estos operadores advierte que, a raíz del “alto movimiento” económico que realizan, también aparecieron estafadores con comprobantes falsos, cuyas principales víctimas son turistas argentinos. Esto ocurre especialmente cuando el cliente le pide al transferencista que le haga un depósito a su cuenta en un banco argentino.
Contrabando a la inversa y escasez de productos
Productos comunes de la canasta básica, como el aceite o incluso la mantequilla, escasean en las tiendas y mercados bolivianos. Sin embargo, estos mismos productos de origen boliviano se encuentran con facilidad al otro lado de la frontera.
La explicación reposa sobre el contrabando a la inversa, una práctica que implica la salida ilegal de productos bolivianos, especialmente alimentos y combustibles, a países vecinos por su bajo precio en el mercado interno. Esta actividad afecta directamente el abastecimiento nacional, explicó en marzo el viceministro de Lucha Contra el Contrabando, Luis Amilcar Velásquez Burgoa.
“Es muy atractivo para cualquier ciudadano boliviano sacar los productos afuera porque, a través del contrabando a la inversa, los comerciantes ganan mucho más que en el mercado interno, razón por la cual es muy importante el trabajo de las Fuerzas Armadas en las fronteras”, informó el ministro de Defensa, Edmundo Novillo Aguilar, en una entrevista efectuada el 20 de julio con el canal oficial Bolivia Tv.

Según el ministro, hasta el 18 de julio se habían realizado 7.174 operaciones contra el contrabando en toda Bolivia. En este país hay productos que tienen subvención estatal, como la gasolina, el diésel o el gas licuado de petróleo. Por eso hay contrabandistas que prefieren sacarlo a las fronteras porque la comercialización se hace a precios internacionales.
Comparativo precio del litro de diésel en dólares (corte a 28 de julio de 2025)
Bolivia | Argentina |
0,54 | 1,19 a 1,26 |
Fuente: ANH Bolivia, YPF Argentina y Global Petrol
En el tema de carburantes, el ministro Novillo informó del decomiso por contrabando de 5.645 litros de gasolina, 142.270 litros de diésel y 814 unidades de garrafas de gas licuado de petróleo.
Afectación por contrabando a la inversa en el primer semestre de 2025
Alimentos y otros productos | Bs 12.919.065 (USD 1.861.633) |
Combustibles | Bs 794.556 (USD 114.495) |
Total | Bs 13.713.621 (USD 1.976.128) |
Fuente: Informe del ministro de Defensa, Edmundo Novillo
Desde el Observatorio Boliviano de Contrabando y Comercio Ilícito de la Cámara de Industria y Comercio (Cainco), aseguran que el contrabando a la inversa contribuye también al desabastecimiento de productos y su encarecimiento. Así sucede en Tarija y otras ciudades cercanas a Bermejo donde escasean productos básicos de la canasta familiar como carne, papa, cebolla, lechuga o arveja, según indicaron desde el Consejo Regional de Abastecimiento y Mercadeo Agropecuario que administra el Mercado Campesino en la capital tarijeña.
“Es necesario establecer políticas públicas tendientes a incentivar el comercio formal, no solamente para paliar problemáticas como el contrabando a la inversa, sino el comercio informal de manera general, puesto que la gran mayoría de la población no cuenta con un empleo formal, que les permita acceder a las prestaciones sociales establecidas por ley. De la misma manera, hay personas que eligen mantenerse en la informalidad debido a las cargas burocráticas y exigencias cada vez mayores hacia los comercios formales. Por ese motivo, es también necesario identificar las barreras existentes que limitan la formalidad”, agregan desde el observatorio.
Pequeños productores de la zona alta del departamento de Tarija optan por hacer viajes más largos hasta la frontera para vender a precios más altos, dejando de lado las ciudades bolivianas. Este es el caso de carne de llama y otros productos de esa zona que están escaseando en los mercados locales.
“Si nosotros llevamos nuestra verdura a poblaciones de Argentina y la vendemos a un tipo de cambio a 13 o más (según el cambio paralelo del peso boliviano con el dólar), nosotros ganamos; por eso preferimos vender a los argentinos en lugar de a nuestra gente”, admite Basilio Ramos, presidente de la Asociación de Productores del Río San Juan del Oro.

El charque, producto característico de la gastronomía boliviana, es un tipo de carne deshidratada y salada que está siendo vendido en poblaciones argentinas hasta en 30 dólares, cuando en Bolivia su costo llega a 10 dólares el kilo, refiere Ramos, que también es vicepresidente de la Asociación Nacional de Camélidos. Estos artículos ya casi no se encuentran en los mercados de ciudades como Tarija.
Lo que está sucediendo en Bermejo contrasta con lo que ocurría antes de la devaluación del peso boliviano: el contrabando afectó directamente a la industria nacional con el ingreso masivo de productos de otros países que competían con precios más bajos que las marcas locales. “Causó graves problemas al departamento de Tarija por años, al impedir el crecimiento y el desarrollo de las empresas”, recordó Harold Conzelmann Blacut, de la avícola Pollos Andaluz.
En dos historias anteriores, Verdad con Tinta, junto con CONNECTAS, reveló cómo el contrabando en el sur del país estaba prácticamente controlado por el crimen organizado.

Al otro lado del río: Coca Cola vs Coca Cola
Aguas Blancas, la ciudad fronteriza argentina, es una pequeña población de 3.000 habitantes, según datos del Ministerio del Interior de Argentina, aunque, sus pobladores también indican que en un día regular el número se “duplica”. Está situada en el departamento de Orán en la provincia de Salta. Su pequeña terminal de buses se encuentra prácticamente al lado del ingreso del paso fronterizo proveniente del sector de Las Chalanas.
Como en Bermejo, el tráfico está congestionado. En sus pequeñas calles destacan restaurantes, tiendas y playas de estacionamiento. Cientos de personas dejan sus vehículos en este lugar para cruzar la frontera en lanchas.

En los senderos de ingreso a este poblado, pequeños negocios ofertan productos lácteos, gaseosas, refrescos, cervezas, fideos y otros artículos de marcas bolivianas. “Llévese estos yogurts, son mucho más ricos…se lo garantizo”, dice la vendedora, sin ocultar las marcas PIL Tarija y Prolac. Los exhibe en pequeñas mesas expuestas al sol y sus precios duplican los que cobrarían en Bolivia.
Inclusive, en este lugar se encuentra Coca Cola producida en Bolivia. “Les gustan mucho las botellas de la Coca Cola boliviana, por ejemplo la de ¾”, relata el mesero de un restaurante de Aguas Blancas, en referencia al envase de 500 ml. Lo cierto es que la Coca Cola le compite a la propia Coca Cola en el norte de Argentina.

Mientras la efervescencia comercial se apodera de vendedores y compradores en los últimos tres meses, para el analista económico Luis Fernando Romero no refleja una mejora a favor de los habitantes de la frontera sur. “Es algo más coyuntural, no es una mejora en la situación económica. En realidad, genera un movimiento económico de subsistencia que solo favorece a intermediarios y comerciantes”, analiza.
El flujo económico y el comercio aumentaron en el sur de Bolivia, pero sus beneficios no están a la mano de la mayoría de los bolivianos.
*Esta historia es parte del especial Relatos del absurdo