1. El debate organizado por la Corte Nacional Electoral fue, sin duda, el mejor capítulo de esta temporada política. Primero, porque, milagro navideño en agosto, aparecieron todos los candidatos, incluso los que uno ya daba por mudito. Y segundo, porque el formato permitió algo más que monólogos largos y bostezos colectivos: hubo intercambio de ideas, algunos dardos venenosos, y hasta momentos de tensión dignos de House of Cards con acento altiplánico.
2. Eso sí, mejora hubo, pero llamarlo “debate” en sentido pleno todavía es mucho decir. Lo que vimos fue más bien una feria de egos con intervenciones cruzadas y escarceos verbales. Nos falta músculo democrático, cultura del argumento, y menos frases hechas por asesor de campaña con IA.
3. En suma, El debate presidencial boliviano fue una mezcla de reality político, teatro del absurdo y reposición de telenovela nacional. Hubo de todo: gallitos desplumados, tecnócratas con alma de contador, declamadores prodigio, teloneros perdidos y promesas económicas sacadas directamente de una fábrica de unicornios. Veamos.
4. Andrónico entró al escenario con pechera de gallo y voz de barítono sindical, pero al final salió como pollito al spiedo, dorado por sus propias contradicciones. Prometió renovación mientras defendía con devoción el modelo que lleva 20 años empobreciendo al país. Se vendió como joven, pero sus ideas venían con sarro.
5. Tuto hizo gala de su título vitalicio como campeón nacional de oratoria. Rima, declama, propone, analiza, y si le daban dos minutos más, recitaba a Neruda. Pero hay un pequeño problema: su discurso aterriza en la cabeza, no en el corazón… y menos en el WhatsApp del electorado. Cuando lo acusaron de reprimir cocaleros, su verbo se volvió menos filo y más filo-dramático. es como un buen vino… que nadie quiere abrir porque recuerda la resaca.
6. Rodrigo Paz fue la sorpresa de la noche. Sereno, enfático y carismático sin necesidad de sobreactuar. No gritó, no prometió lo imposible, y sin embargo conectó. Dio la impresión de que, por fin, alguien en el debate había leído el guion. es el único que no parecía en campaña, sino en entrevista de trabajo … y eso fue disruptivo.
7. Samuel Doria Medina insistió que él no es político, es empresario. Prometió soluciones técnicas con la frialdad de un Excel en domingo. Es el líder de las Encuestas, y se lo ve cómodo a veces demasiado confiado que ya ganó, Por otra parte, El problema: gobernar no es lo mismo que administrar una empresa. si la política fuera un balance contable, Samuel ya habría sido presidente tres veces.
8. Manfred Reyes Villa sacó del baúl de los recuerdos sus greatest hits: seguridad ciudadana, gasolina a 5 Bs, cárcel para Evo y los míticos 10.000 millones de dólares de la preventa del litio que, al parecer, solo existe en sus sueños. Usa su gestión municipal como carta de presentación… y como comodín en cada frase. si le dan un litro de ese líquido imaginario, te financia hasta el Dakar en Marte.
9. Pavel, Jhonny y Eduardo fueron los teloneros idel evento. Llegaron, hablaron, y… bueno, eso fue todo. Figuritas repetidas, sin libreto, guerra sucia y con frases recicladas de campañas pasadas. A Jhonny ni le preguntaron nada: ninguneo político, el fantasma Gasparin de blanco inferente. No se desanimen, sigan participando.
10. En resumen, el debate no nos ofreció un nuevo líder, pero sí un nuevo género: aprendizaje democrático. Algunos quieren parecer nuevos sin cambiar de ideas; otros siguen hablando sin que nadie escuche, y unos cuantos simplemente fueron a estirar las piernas. La política boliviana, siempre en cartelera pero los ciudadanos tenemos las información para votar con la cabeza y no con la emoción.