El Diccionario panhispánico del español jurídico, desde la óptica del Derecho Constitucional, señala dos definiciones actuales para identificar un golpe de Estado: 1) Destitución repentina y sustitución, por la fuerza u otros medios inconstitucionales, de quien ostenta el poder político, y 2) Desmantelamiento de las instituciones constitucionales sin seguir el procedimiento establecido.
A la luz de ambas definiciones, claramente se puede afirmar que la destitución de la vocal del Tribunal Supremo Electoral, Dina Chuquimia, y la designación de Gustavo Ávila Mercado como nuevo vocal del TSE agravan la desinstitucionalización del Órgano Electoral, hecho que puede acarrear graves consecuencias para la democracia boliviana.
Y se trata de defender principios e instituciones, más allá de las personas particulares que circunstancialmente están involucradas en esta trama.
Vamos por partes. La Constitución Política del Estado aprobada en 2009 establece la creación del Órgano Electoral Plurinacional como cuarto poder del Estado, lo que supone jurisdicción y competencias específicas en materia electoral con absoluta autonomía e independencia.
El Órgano Electoral está compuesto por el Tribunal Supremo Electoral y los nueve tribunales electorales departamentales. Y en todas esas instancias se cumplen funciones administrativas y jurisdiccionales, lo que quiere decir que los vocales nacionales y departamentales ejercen como funcionarios y como jueces en materia electoral. Precisamente, al tener calidad de jueces, no pueden ser destituidos arbitrariamente.
Evidentemente, la Constitución establece un sistema mixto para la conformación del TSE, seis vocales son elegidos por la Asamblea Legislativa bajo criterios de capacidad, paridad e inclusión y un o una vocal es designado por el Presidente del Estado. Una vez conformado el Tribunal, los vocales deben ejercer un mandato de seis años establecido en la Constitución que no puede ser modificado ni alterado por nadie.
A partir de su nombramiento y posesión protocolar en la Asamblea Legislativa, las autoridades electorales deben enmarcar sus actos en la Constitución y, entre otras normas, en la Ley del Órgano Electoral Plurinacional 018 (LOE). Precisamente, el art. 21 de la mencionada norma indica que los vocales sólo perderán sus funciones por sentencia judicial ejecutoriada que implique cárcel o por la comisión de faltas graves.
Cabe recalcar que un vocal designado por el Presidente goza de los mismos derechos y prerrogativas que el resto de los vocales. No es un delegado presidencial, no es un ministro o personal de confianza, no es funcionario de libre nombramiento.
Desde los tiempos de la democracia pactada hasta el año 2021, todos los presidentes designaron vocales electorales y respetaron sus mandatos. Solo Luis Arce, ni bien se asentó en el poder, dio un primer golpe al destituir y designar a “sus delegados” en los tribunales electorales departamentales.
En ese entonces, Dina Chuquimia trabajó como facilitadora; Óscar Hassenteuffel actuó con genuflexión y recibió a los vocales ilegalmente designados en su despacho en la Plaza Abaroa, cuando lo que debió hacer era defender la institucionalidad del OEP.
En las circunstancias actuales la vocal Dina Chuquimia era parte de un tribunal de máxima instancia que tiene en sus manos el futuro del partido MAS, y lo que hizo Arce es sacar a una juez mediante decreto. ¿No es eso un golpe?
Vayamos más allá, por la dinámica propia del TSE, Chuquimia pudo ser presidenta de la institución y como van las cosas, a Arce no le iba a temblar la mano para sacar por decreto a la presidenta del TSE. ¿No es esa una conducta golpista?
Cuando una autoridad utiliza decretos para actuar a sus anchas y dar golpes de Estado se puede llamar todo, menos “presidente democrático”.
Lo grave es que el presidente del TSE se refugia en el silencio y no defiende la institución, lo grave es que la oposición, como siempre, solo rebuzna; lo grave es que un inminente proceso electoral dirigido por un tribunal sin credibilidad ni buena gobernanza solo puede terminar en fracaso. Y así vamos de golpe en golpe.