Día Internacional de los Niños y las Niñas de la Calle: una fecha para mirar donde a veces no se quiere ver

Día Internacional de los Niños y las Niñas de la Calle: una fecha para mirar donde a veces no se quiere ver

Agencia EFE

Cada 12 de abril se conmemora el Día Internacional de los Niños y las Niñas de la Calle, una jornada que busca visibilizar la situación de millones de menores en el mundo que viven, trabajan o pasan la mayor parte de su tiempo en las calles. Lejos de ser una efeméride cualquiera, esta fecha interpela a las sociedades y autoridades sobre una de las expresiones más dolorosas de la desigualdad y la exclusión.

Los niños y niñas que habitan las calles enfrentan a diario múltiples formas de violencia: física, emocional, sexual, institucional y estructural. Son víctimas invisibles de un sistema que no les garantiza ni lo más básico: alimento, protección, salud, educación ni afecto. Muchos de ellos han sido expulsados de sus hogares por la pobreza, el maltrato, el abandono o las adicciones de sus padres; otros han sido atraídos por una falsa promesa de libertad que pronto se convierte en un círculo de riesgo, explotación y criminalización.

Lejos de vivir una infancia protegida, estos menores deben desarrollar mecanismos de supervivencia en un entorno que les es hostil. Duermen en condiciones precarias, se alimentan como pueden, y muchas veces son captados por redes delictivas o víctimas del consumo de sustancias. La indiferencia social y la falta de políticas públicas sostenidas terminan por perpetuar su situación.

La conmemoración de este día —promovido desde 1989 por la organización británica Consortium for Street Children— busca recordar que estos niños no son parte del paisaje urbano ni una consecuencia inevitable. Son sujetos de derechos, personas con historias, con capacidades y con sueños, que merecen oportunidades reales para salir del abandono.

Las organizaciones sociales que trabajan con esta población insisten en la necesidad de políticas integrales que no se limiten a acciones asistencialistas, sino que aborden las causas estructurales que llevan a la niñez a las calles: pobreza extrema, desintegración familiar, violencia intrafamiliar, deficiencia en los sistemas de protección y falta de oportunidades educativas y laborales para sus familias.

En esta fecha, más que nunca, urge mirar donde muchas veces se prefiere no ver: en las esquinas, en los parques, bajo los puentes, en los mercados, donde las risas infantiles conviven con el miedo y la desprotección. Porque cada niño y niña que vive en la calle representa un llamado urgente a la acción y a la empatía.

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