«Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir». [Marcos 3:24-25]
Esta semana pasada, en Bolivia se realizó una reunión convocada por el Tribunal Supremo Electoral «con la intención de fijar una agenda de prioridades para garantizar la estabilidad política y democrática del país» (El Deber, 11/07/2024), entre las que se incluían, como prioridad: realizar los comicios judiciales; asegurar las elecciones nacionales —previa redistribución de escaños de acuerdo con los resultados del XII Censo—; solicitar a la Asamblea Legislativa Pluri suspender las elecciones primarias, además de evaluar su pertinencia para la democracia partidaria; el mandato para el TSE de garantizar la transparencia y confiablidad del padrón electoral, asegurando la información oportuna y efectiva a todos los actores políticos, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanía en general, insistiéndose en una auditoría integral al actual padrón electoral o el estudio para implementar un nuevo padrón —fundamental para evitar cuestionamientos, dudas y susceptibilidades de la ciudadanía—, entre otras (prevención del acoso político, diálogo, participación de género, transfugio político, derechos de pueblos indígenas, etc.). Destaco dos relevantes: El onceno Acuerdo, que reafirmó que el TSE ejercerá «sus atribuciones electorales y jurisdiccionales de manera independiente, sin intromisión de otro órgano del Estado» y el doceavo referido a la voluntad política manifestada por las organizaciones participantes del Encuentro Nacional «para promover acuerdos que contribuyan a garantizar el sistema democrático del país».
Me atrevo a decir que el Encuentro Multipartidario Interinstitucional por la Democracia promovido por el TSE ha sido el mayor intento en busca de consensos democráticos (mínimos al menos) en Las Bolivias tras el regreso de la democracia en 1982 (incluyo en el período la “democracia caudillista” del masismo tras 2008, que parece tomar muchas ideas de la democracia orgánica franquista y la democracia de masas justicialista del peronismo aunque sustituyendo “sus sindicatos” por “sus organizaciones sociales” y excluyo como intento la Constituyente porque su objetivo fue refundar y no el de soportar más que consolidar del Encuentro de marras). Con la invitación para los jefes y delegados de los partidos políticos oficialmente registrados con personería jurídica vigente (MNR, ADN, FRI, PDC, MAS, UCS, UN, FPV, DEMÓCRATAS, PAN y MTS; la del MAS sigue en stand by pero asistió) y de las dos alianzas políticas con representación parlamentaria (CREEMOS y CC), el Presidente del Estado y los presidentes de las cámaras de Diputados y de Senadores, el TSE trató de romper los bloqueos (judiciales y de desentendimientos de intereses políticos y de económicos, incluso regionales, entre otros más) que estaban agudizando la crisis económica —real, a pesar del maquillaje propagandístico— y llevando a un caos políticosocial —el golpe/no-golpe es una manifestación de su progresión— que tenderían a quebrar lo que queda de democracia.
Pero la búsqueda de consensuar mínimos impostergables también demostró que el quiebre (¿orgánico o de personalismos?) del MAS —aún mayoritario en la suma de sus dos vertientes institucionales (que se disputan el Poder a traspiés, silletazos y dentelladas) si lo comparamos con las multioposiciones— no ha superado su permanente disenso con todo lo que no le beneficia, sobre todo si (a pesar de todos los intentos en contra) la representación partidaria aún la aferra una facción decidida a regresar (el MASEvo) contra otra afincada en no irse (el MASArce): la imposición (no reclamo) de Morales de no firmar el Acta final sino se incluían las primarias cerradas (creyendo que así puede forzar su inconstitucional rererepostulación, además de su consciencia —no conciencia, porque el exJefazo Morales entiende el bien sólo lo que él quiere— que, en abiertas, el descrédito del rechazo podría ser abrumador) es una clara muestra de su desesperación.
A pesar del rechazo evista a firmar sin su imposición, el Encuentro lo considero un momento que pudiera ser fundacional —como, en su medida, lo fueron los acuerdos congresales para la redemocratización del TSE en 1989 tras la Banda de los Cuatro— Morales entiende que cada vez queda más erosionado su poder y su convocatoria —y no por el crecimiento de la otra fracción (desgastada también cada vez más por la confluencia de las crisis) sino porque ésta aún tiene el Poder—.
Que Morales sintiera que «Después de mucho tiempo estoy acá temblando de frío, no sé cómo aguanté 14 años del frío de La Paz» debe entenderlo como una certeza de su canto de cisne —aunque no será el último—, aunque también el MASArce queda cada vez más arrinconado en “sus organizaciones” por la sociedad civil, aunque la casi veintena de organizaciones políticas —incluyo las pendiente de actualizar— que supongo “opositoras” de hecho y los dos frentes más los precandidatos aún en busca de cobijo entre la docena larga ya anunciada —todos éstos, frentes y precandidatos, sí de oposición— dan pobres señales a Las Bolivias de un 2025 resurrector.
Aunque suman más los disensos que los consensos en Las Bolivias, que este Encuentro por la Democracia nos dé esperanzas es un jalón que pudiera abrir caminos —incluyo, esperanzado con fe, incluso fundacionales—. Por eso me sumo a Saulo de Tarso y a King:
«La fe es el fundamento de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven». [San Pablo, Carta a los Hebreos 11:1]
«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol». [Martin Luther King (1929-1968)]