El incendio de Notre Dame el 15 de abril de 2019 generó inmediatamente un enorme interés y una conmoción de alcance mundial por el carácter fulgurante de la devastación del fuego en uno de los edificios más conocidos de París, y todo aparentemente con un origen accidental.
Aquella tarde de primavera, a las 18.50 horas, unos de los primeros sorprendidos fueron los que habían participado en una misa en la catedral que se habían quedado en el interior y que fueron rápidamente evacuados al activarse una alarma.
Jean-Pierre Le Dinh, jefe del gabinete del rector, que estaba en su despacho cerca del presbiterio, se encargó de verificar con otros trabajadores que el centenar de personas que estaban en ese momento dentro salieran por precaución, porque en principio pensaban que era una falsa alarma porque ya había ocurrido varias veces.
Notre Dame estaba en obras desde hacía meses y se estaba montando un gran andamio en torno a la aguja para sustituir la cobertura de plomo y restaurar una serie de esculturas en su base que se estaban volviendo verdes.
En el exterior, se podía ver una columna de humo que salía precisamente de la zona de las obras, y más en concreto de la techumbre, de lo que se conocía como "el bosque" porque se había construido en el siglo XIII con cientos de vigas de roble.
Los bomberos llegaron diez minutos después y se pusieron a trabajar para salvar el monumento ante la atónita mirada de miles de personas que estuvieron siguiendo el desarrollo de los hechos en los alrededores y de millones más por todo el mundo a través de las pantallas.
Los más de 400 bomberos que estuvieron interviniendo el resto de la tarde y de la noche no pudieron evitar que en menos de una hora se viniera abajo la aguja que había realizado en una restauración del siglo XIX Eugène Viollet-Le-Duc, y con ella una parte de la bóveda.
Una hora más tarde, las llamas se habían propagado a la torre norte y se temió que el conjunto del edificio resultara totalmente destruido.
Pero poco antes de las 23.00, el responsable de los bomberos anunció que gracias a la acción de sus hombres las torres se iban a salvar, y eso aunque durante la noche la bóveda del crucero también se hundió por el peso de la techumbre calcinada. El fuego se dio por extinguido al día siguiente a las 9.50.
Macron acudió esa noche a la plaza de la catedral para agradecer el trabajo de los bomberos, con los que "se ha evitado lo peor" y sobre todo para anunciar la intención de "reconstruir Notre Dame todos juntos".
Para lo cual abrió una suscripción de donaciones con la que se llegaron a recaudar 840 millones de euros, 140 más de los que se han utilizado para su reconstrucción.
El incendio destruyó la aguja, el crucero, el transepto norte, dos tercios de la cubierta o los tres rosetones, pero quedaron en pie los muros, así como las torres y en particular la fachada, las estatuas de los apóstoles y de los evangelistas que se habían retirado con grúa una semana antes, y el órgano principal.
También el llamado Tesoro de Notre Dame, que fue extraído rápidamente, y que incluye una túnica de lino del rey San Luis del siglo XIII y varias reliquias de la Pasión de Cristo, como la corona de espinas, un clavo de la crucifixión y un trozo de la cruz.
La Fiscalía de París abrió una investigación judicial cuando la catedral todavía estaba en llamas y desde entonces se han elaborado numerosos informes periciales y hay otros todavía en curso que no han conducido a la determinación de ninguna responsabilidad.
La fiscal, Laure Beccuau, explicó en abril con ocasión del quinto aniversario que aunque se han examinado "todas las pistas", incluida la de una posible intervención humana en el inicio del fuego, la que sigue cobrando más fuerza es "la pista accidental".
Es verdad que se constataron varios fallos en la seguridad, en especial en el dispositivo de alarma, ya que había saltado una primera vez a las 18.20 sin que se supiera la razón hasta que se volvió a activar media hora después, pero nada de eso parece estar en el origen del fuego.
Agencia EFE