Cierto que Donald Trump avisó que pondría el mundo patas arriba en su segundo mandato. Pero algunos de los grandes hitos que prometió están muy lejos de cumplirse. Anunció que terminaría las guerras de Ucrania y Gaza en días y su final se ve cada vez más distante. Sugirió que plantaría cara a Vladimir Putin y a Xi Jinping y lo que se deben reír en privado ambos mandatarios del vociferante americano. El chino está cada vez más fuerte, militar y comercialmente, y el ruso no solo ha intensificado los bombardeos sobre Kiev, sino que sus drones han sobrevolado descaradamente Polonia generando gran inquietud en Varsovia y países fronterizos.
Peor todavía: la ignorancia geopolítica del equipo de Trump, que se limita a recordar que quiere anexionarse Groenlandia, y si pudiera Canadá, está produciendo un peligroso corrimiento internacional de alianzas fundamentales. Lo más grave ha sido la participación de Modi, el primer ministro de la India -el país más poblado del mundo- en la reciente cumbre convocada por Xi Jinping. La India jugaba un papel de contención relativa de China y de Rusia. Los desaforados aranceles impuestos a India por Trump -del 50 por ciento, castigando exportaciones de joyas, textiles y productos farmacéuticos- empujaron a Modi a la foto con los líderes de Rusia, China y Corea del Norte. Desastrosa jugada.
Y qué decir de Netanyahu que se atrevió a bombardear por sorpresa incluso Qatar, territorio neutral en el que se reunían las delegaciones para debatir sobre la paz en la Franja de Gaza.
Ante todos esos desmanes, la Casa Blanca se ha limitado a a expresar su “disgusto” por esas actuaciones autoritarias desmedidas. Y listos. Trump no controla, ni influye en Putin, ni en Netanyahu. Lo demás, persecución de emigrantes, escalada verbal para llenar titulares y paseo de unidades navales frente a las costas venezolanas. Ahora el Pentágono se llamará “Ministerio de Guerra” y la culpa del asesinato del líder ultraderechista Charlie Kirk por un lobo solitario que no milita en ninguna parte, y ni siquiera se inscribió para votar en las últimas elecciones, Trump la carga a la “izquierda radical”, lo que supone un mal presagio para el incremento de la violencia política en Estados Unidos.
Entretanto, suben los impuestos a sociedades en casi todos los países de la OCDE, para financiar la compra de armamento comprometida con Trump: el cinco por ciento que España no aceptó, con posterior marginación de Pedro Sánchez en las fotos de los líderes europeos. Es el precio de la disidencia.
Hay más: por la crisis diplomática entre Madrid y Tel Aviv, Israel boicoteará el Mobile World Congress. Las 32 empresas israelíes dispuestas a participar (ciberseguridad, 5G, IA etc) no estarán en la Feria. Representan solo el 1 por ciento de los expositores, pero sus novedades eran esperadas. Quizás temían protestas populares, como en la Vuelta Ciclista.
Para “tapar” esa noticia, llega Diella, avatar por Inteligencia Artificial de una mujer, nombrada “ministra” virtual del Gobierno de Edi Rama con el encargo de controlar la corrupción. El líder albanés quiere eliminar el factor humano, clave en la gran corrupción administrativa, y será Diella la que elija proveedores entre las ofertas presentadas a licitaciones. Rama no quiere perderse el ingreso en la Unión Europea que persigue como el gran salto histórico del país; y por eso también acogerá el Congreso Mundial del Derecho en 2027. Soluciones inteligentes para un mundo cada vez más enredado.