El fenómeno de El Niño, sinónimo de altas temperaturas y vigente desde el 4 de julio del año pasado, fue beneficioso en la campaña de invierno de 2023, gracias a la regularidad de las lluvias registradas durante el primer semestre sin la ocurrencia de heladas y nevadas propias de la estación más fría del año, los resultados fueron evidentes. Esto se sintetiza, por ejemplo, en la producción histórica de sorgo de 1.600.000 toneladas, así como en la cantidad extraordinaria de soya de 852.490 toneladas.
Sin embargo, no ocurre lo mismo en la campaña de verano 2023-2024, perfilándose como la peor de los últimos años, denunció el agrometeorólogo Luis Alberto Alpire Sánchez.
Paradójicamente, es la más importante del período anual debido a su implicancia en la provisión de insumos alimenticios para las cadenas de producción de carne en el país, así como en la necesaria exportación que alcanzó en 2023 los 1.800 millones de dólares. En este sentido, centraremos el impacto de este fenómeno climatológico en la producción de soya, señaló el director del programa El Señor del Clima.
En el caso del grano de oro, solo se cultivaron 1.156.600 hectáreas de las 1.214000 hectáreas proyectadas inicialmente. Esto se debió precisamente a la falta de humedad en el suelo, causada por el retraso considerable de las lluvias, explicó Alpire.
“Este retraso incidió incluso en sucesivos fracasos de siembra en noviembre y diciembre. Las precipitaciones fueron evidentes a partir de la segunda quincena de febrero, tanto en cantidad como en frecuencia, fruto del debilitamiento de El Niño, que inició en ese mes”, indicó.
Este fenómeno fue catalogado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) como cálido-moderado en febrero, cálido-débil en marzo, y en el trimestre abril, mayo y junio, se estima que ingresaría en fase neutra, con un 80% de probabilidad, manifestado con altas temperaturas y períodos de sequías.
Si hasta febrero la afectación rondaba el 30% de la superficie cultivada, al concluir el tercer mes del año podemos afirmar que el daño se ha intensificado. Tras consultar con productores del este del departamento, donde ha llovido mucho menos que en el norte (y precisamente donde se encuentra el 70% del cultivo de la soya de verano), la pérdida por concepto de menor cosecha se evalúa aproximadamente en 1 millón de toneladas, alertó Alpire.
En esta coyuntura de pérdidas recurrentes de 600.000 toneladas por sequía y plagas que ha afectado a la soya en los últimos años, es crucial considerar que este cultivo no solo abastece el mercado nacional, sino que el 80% de su producción se destina a la exportación. En la campaña de verano 2023-2024, estos problemas se agravan aún más por los efectos de El Niño.
Ante esta situación, Alpire se pregunta: “¿Qué espera el Gobierno Nacional para aprobar más eventos biotecnológicos en la soya, como el HB4 tolerante al estrés hídrico y la semilla Intacta resistente a insectos? Países como Argentina, Brasil y Paraguay que utilizan estos materiales genéticos, logran rendimientos promedio de más de 3 toneladas por hectárea, en contraste con nuestro país, que apenas alcanza entre 2 y 2,2 toneladas en promedio”, advirtió.
La aprobación de estos eventos biotecnológicos podría significar un incremento de más de 1,6 millones de toneladas anuales adicionales, considerando también las 400.000 hectáreas que se cultivan en invierno. Esto tendría importantes implicaciones en tiempos de crisis, como un aumento en las divisas por exportación, un mayor crecimiento económico e incluso la suficiente materia prima para la planta de biodiesel, destacó Alpire.