La monarquía británica sigue sumida en una preocupante crisis de confianza pública tras la polémica por la foto editada de la princesa de Gales, dos meses después de su misteriosa "cirugía abdominal" que ha dado pie a todo tipo de conjeturas por parte de los medios.
Los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, dos de los miembros más queridos de la realeza de este país, se han convertido en los últimos días en un foco de interrogantes tras una semana complicada para la institución.
El Financial Times (FT) recuerda hoy que desde la hospitalización en enero de la princesa y desde que se le apartara de la vida pública, la especulación ha variado suscitando todo tipo de teorías "que van desde que está en coma a que se ha sometido a un estiramiento facial o se está divorciando", entre otras.
Este diario plantea asimismo otro interesante debate del que denomina el "Kate Gate", el que rodea a la conciliación sobre su papel público y el privado: "Estar expuesto es lo que ha mantenido durante siglos a la monarquía. Si alguien desaparece durante demasiado tiempo, los ciudadanos se toman su revancha", señala.
Observa, además, que la paradoja de Catalina es que "sufre en parte por su popularidad" y baraja que la "obsesión con su vida privada" podría deberse a que el número de miembros que trabajan activamente para la institución se ha reducido "accidentalmente" con la cancelación de compromisos por parte de Guillermo para cuidar de sus hijos, tras la marcha de los duques de Sussex a California (Estados Unidos) y con el príncipe Andrés en desgracia.
Si bien el tsunami mediático ha decaído en el Reino Unido, el primogénito de Carlos III y su esposa son aún analizados con lupa por su manera de gestionar la difusión el pasado 10 de marzo -Día de la Madre en este país- en su cuenta de X de una imagen de Catalina y sus tres hijos que después ella confesó que había retocado.
Varias agencias gráficas internacionales adoptaron la inusual decisión de retirar la foto de sus servicios al percatarse de que había sido manipulada, lo que obligó a la princesa a admitir públicamente que ella misma la había editado al "experimentar como fotógrafa aficionada" y pedir disculpas por ello.
Ante la opacidad que rodea el estado de salud de Catalina desde su operación el 16 de enero, la imagen, en la que se la veía sentada con sus hijos muy sonriente, suscitó una gran expectación pública.
En la foto se pudieron advertir algunas leves incongruencias en la línea del puño de la princesa Carlota, el estampado del jersey de Luis y otros contornos borrosos.
"Como muchos fotógrafos aficionados, experimento ocasionalmente con la edición (de fotos)", escribió en X Catalina, que expresó sus disculpas "por cualquier confusión" que el incidente hubiera causado.
Daño a la credibilidad de la familia real
Pese a que la familia intentó restar importancia a esos retoques -hechos probablemente con programas de edición o con el móvil- haciendo hincapié en la informalidad de la imagen, para muchos expertos el incidente mina la credibilidad de la realeza y de sus mensajes.
El episodio, del que se han hecho eco medios de todo el mundo, cobra además una relevancia particular en un momento en que no cesan las especulaciones sobre la naturaleza de la dolencia de Catalina, de la que no se sabe absolutamente nada, salvo que no es cáncer y que la mantendrá apartada de sus compromisos hasta después de Semana Santa.
El rey Carlos III, que está en tratamiento oncológico, y Camila, cuya oficina de prensa es diferente a la de los príncipes de Gales, se han mantenido al margen de esta polémica.
El polémico presentador británico Piers Morgan se preguntaba esta semana en su canal de YouTube si la familia real "está escondiendo algo" e insinuaba -si bien no confirmaba- que había oído rumores "alarmantes" relacionados con la princesa.
"Me han contado cosas que, incluso si solo la mitad de ellas fueran ciertas, es bastante alarmante lo que está ocurriendo. No sé qué creer, ni tampoco ninguno de nosotros. No estamos ahí", comentó.
Desde la publicación de la foto, los medios locales han estado atentos a los movimientos de los miembros de la realeza, y documentaban cómo el príncipe Guillermo y Catalina salían juntos el lunes en coche de su residencia en Windsor (a unos 40 kilómetros de Londres).
Según indicó el palacio, Guillermo se dirigía a un servicio religioso en la londinense abadía de Westminster por el Día de la Commonwealth (mancomunidad de antiguos territorios británicos), mientras su esposa, que ya se sabía que no asistiría, se encaminaba a una cita privada.
Fuente: EFE