Terminó sus estudios de Ingeniería Electromecánica con excelencia en la universidad Gabriel René Moreno. Después de ganar el segundo lugar en las Olimpiadas de Emprendimiento, está trabajando en la preparación de una prueba piloto de su proyecto de adecuación de biodigestores, diez familias de El Alto los utilizarán para contar con energías renovables.
Cuando Valeria Rivero piensa en sus proyectos, anhela el progreso de los bolivianos y sus deseos se traducen en propuestas concretas. “Es necesario invertir en energías accesibles y bien administradas, es un derecho que todos los bolivianos tengamos acceso a la energía, agua potable y gas”, manifestó convencida al hablar de su proyecto ante el jurado que luego la premió.
En 2022 ella obtuvo el Segundo Lugar en las Olimpiadas de Emprendimiento (ODE), a nivel nacional, convocadas por Subo y Fundación Coca-Cola. Su proyecto busca dar un respuesta sostenible y ecológica al acceso a servicios básicos mediante la adecuación de biodigestores con materiales más económicos y adecuados a la realidad boliviana.
Por eso, ha adecuado un sistema que produce la descomposición de la materia orgánica y la producción de metano para generar biogás, un combustible con el cual se puede cocinar, calentar agua y producir energía eléctrica. A diferencia de los biodigestores tradicionales que necesitan construirse en las casas, ella propone la fabricación de biodigestores en módulos de plástico transportables que tengan menor costo y sean más fáciles de instalar. Además, el proceso producirá un subproducto llamado digestato, un fertilizante natural rico en nutrientes.
El resultado de su proyecto en las ODE le abrió las puertas para conocer a personas e instituciones que le ayudarán a hacer su sueño realidad. Envió su proyecto a una convocatoria lanzada por la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa (JICA), que le va a financiar la prueba piloto en el Distrito 7 del municipio de El Alto, en el que participarán diez familias de agro ganaderos que crían llamas. Para poner en marcha la fabricación del prototipo, la Unifranz y LondraLab, en la ciudad de Santa Cruz, le proporcionaron instalaciones y herramientas de forma gratuita.
Valeria experimentó por sí misma la falta de servicios básicos en Guayaramerín, en el departamento del Beni, donde nació y es una ciudad que todavía no cuenta con alcantarillado, como otras del país, para las que ella sueña plantear algún día soluciones ecológicas de acceso a servicios básicos y saneamiento.
A sus 23 años Valeria ha tenidos varios logros, este año se titula por excelencia como Ingeniera Electromecánica, después de haber tenido excelentes notas y haber sido auxiliar de Mecánica Racional, Mecánica de Fluidos y Máquinas Hidráulicas. Hizo varios voluntariados y su idea de la fabricación de biodigestores es un trabajo que va desarrollando desde hace tiempo, fue uno de los mejores proyectos presentados al Programa Mujeres 360, y después fue perfeccionado para presentarlo en las ODE.
Para ingresar a la universidad, tuvo que convencer a su padre, quien pensaba que la carrera que eligió era muy dura para ella; sin embargo, se impuso y viajó desde Guayaramerín a Santa Cruz para postularse a la Gabriel René Moreno. Valeria pasó por una de las pruebas más difíciles en su camino al reprobar el examen de ingreso; muy triste y apenada volvió a Guayaramerín, pero rendirse para ella no fue una opción. Durante seis meses no salió de su habitación, compró muchos libros, y practicó sin descanso. Estudiaba durante muchas horas consecutivas, pues su propósito era volver a Santa Cruz a los seis meses para tratar de pasar el examen a mitad de año. Al volver a la Ciudad de los Anillos, aprobó con 36 puntos sobre 40, y comprendió que aquello imposible es lo que no se intenta.
Es así que, a sus 17 años, salió de Guayaramerín para vivir en Santa Cruz con sus abuelos y capacitarse en el área que siempre deseó. Tres años después, su hermano Randall salió bachiller y también llegó a Santa Cruz para estudiar Ingeniería en Sistemas, ambos se mudaron a un lugar económico y cercano a la universidad.
Randall se sumó al proyecto de su hermana y trabaja junto a ella creando una aplicación y una página web para promoverlo; pues está previsto que quien adquiera el biodigestor, tendrá un excedente de gas, energía eléctrica y de fertilizante natural que pueda vender. La aplicación que desarrollan será capaz de conectar a los productores con sus compradores.
Valeria espera que la prueba piloto de los biodigestores que implementará en El Alto con el apoyo de JICA tenga éxito, y una vez que salga al mercado se dirigirá a ganaderos en las áreas rurales, y familias que deseen implementarlo en su hogar.
“Es momento de acciones audaces” es el lema con el cual Valeria se impulsa a seguir imaginando propuestas que mejoren la calidad de vida de numerosos bolivianos, que como ella misma recuerda su infancia, viven en condiciones de pobreza.