El incierto escenario global, determinado por la guerra comercial y los efectos económicos del conflicto en Oriente Medio, ha empujado al Mercosur a dinamizar su agenda comercial, con mayor margen de maniobra en materia arancelaria y con el objetivo de lograr la ratificación del acuerdo con la Unión Europea (UE).
El bloque fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y del que Bolivia es miembro pleno desde hace un año, celebrará los días 2 y 3 de julio en Buenos Aires su cumbre semestral de jefes de Estado con una agenda centrada en el comercio.
Mercosur, donde las decisiones se toman, no por mayoría, sino por un consenso -lo cual exige en ocasiones largas negociaciones-, ha logrado en pocos meses un entendimiento clave sobre su Arancel Externo Común (AEC) que da a sus socios flexibilidad para afrontar el impredecible comportamiento del comercio global.
Si el escenario internacional ya estaba alterado desde 2022 por los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, las sucesivas idas y venidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con los aranceles y la escalada del conflicto bélico en Oriente Medio han crispado aún más las turbulentas aguas del comercio global.
En este contexto, los miembros del mayor bloque suramericano han logrado un consenso para ampliar temporalmente las listas de productos en los que cada país puede hacer excepciones al AEC que aplica la unión aduanera a las importaciones.
El proyecto de resolución, al que tuvo acceso EFE, permite a cada país sumar cincuenta productos a esas listas “temporarias” para “la adaptación al nuevo contexto internacional”.
Si finalmente la resolución se aprueba en esta cumbre, los países tendrán mayor margen para, por ejemplo, negociar acuerdos de reciprocidad arancelaria con Estados Unidos en un conjunto limitado de bienes.
“Esto da más flexibilidad porque permite a los países tener una política comercial más bilateral. Este tipo de medidas se alinea con un movimiento en el comercio internacional, donde grandes potencias, sobre todo Estados Unidos, están forzando a que otros países adopten medidas de reciprocidad”, señala a EFE la investigadora y experta en relaciones internacionales Florencia Rubiolo.
Según Rubiolo, directora de Insight 21, el centro de pensamiento e investigación de la Universidad Siglo 21, esto también “abre la puerta a la negociación con otros países, no solo con EE.UU., porque, aunque la motivación sea la política arancelaria estadounidense, el resultado va a impactar en el vínculo de los miembros del Mercosur con otros países, por ejemplo, China”.
El comercio del Mercosur se rige por un AEC con partes alícuotas que van desde el 0 al 35 %, pero cada miembro cuenta con una Lista Nacional de Excepciones (LNE) al AEC en una cantidad limitada de productos en los que puede subir o bajar los aranceles.
Para Lisandro Mogliati, consultor en negocios internacionales, la ampliación de las LNE permitiría a Argentina acordar con Estados Unidos y “abrir su economía” al establecer aranceles por debajo del AEC.
Pero para los otros socios, apunta Mogliati, las LNE podrían ser un “salvoconducto para protegerse de un potencial aluvión de productos” a partir de la guerra comercial global.
Con la vista puesta en la UE
Mientras lidian con los vaivenes del agitado comercio mundial, los países del Mercosur han reafirmado en la primera mitad del año la urgencia de dinamizar su agenda de negociaciones externas.
Y han marcaron como prioridad dos de ellas, con el objetivo de cerrar cuanto antes acuerdos con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por su sigla en inglés, formada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza-) y con Emiratos Árabes Unidos, dos mercados que, sin ser centrales, tienen potencial e importancia para captar inversiones.
Pero el gran objetivo del Mercosur sigue siendo el tratado del libre comercio con la UE, después de que ambas partes llegaran a un acuerdo político a finales de 2024. Se espera la presentación del texto jurídico definitivo y su traducción para iniciar los trámites de ratificación parlamentaria, aunque entre los 27 socios europeos persisten las resistencias a validar el pacto.
Mogliati explica a EFE que será difícil conseguir la ratificación cuando en la UE prima la “lógica proteccionista, sobre todo en el sector agroindustrial”, en el que los suramericanos son más competitivos.
Rubiolo coincide con ese diagnóstico, aunque apunta que, desde el punto de vista político, sería importante para la UE lograr que el pacto con Mercosur sea “exitoso” como “una forma de reafirmar que el multilateralismo regional aún es eficiente en momentos en que el plurilateralismo, uno de los grandes pilares de la UE, está siendo puesto en duda en Occidente”.
Natalia Kidd