El psicólogo, educador y autor Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002, ha fallecido a los 90 años.
Kahneman nunca estudió Economía, pero en 2002 se hizo con el galardón que otorga el Banco de Suecia y lo compartió con Vernon Smith. Su reconocimiento se debió a que demostró cómo los humanos toman decisiones, particularmente en situaciones de incertidumbre y dio sentido a lo que se conoce como aversión a las pérdidas.
El psicólogo de origen israelí, criado en Francia y residente en la neoyorkina Manhattan (EEUU) empleó su formación como psicólogo para avanzar en lo que se llamaría la economía del comportamiento.
Su trabajo, en su mayoría realizado durante la década de los años 70 del siglo pasado, llevó a repensar temas como la negligencia médica y las negociaciones políticas internacionales y ayudó a establecer el campo de la economía conductual, que aplica conocimientos psicológicos al estudio de la toma de decisiones económicas, pero también tuvo un efecto de gran alcance fuera del ámbito académico.
Kahneman descubrió que las personas toman atajos intelectuales que a menudo conducen a decisiones equivocadas que van en contra de sus propios intereses y que esas decisiones ocurren porque los humanos “están demasiado influenciados por acontecimientos recientes”.
Su reconocimiento público se basó en gran medida en su libro “Pensar, rápido y pensar lento”, un superventas publicado en 2011 en el que explicó al público general sus hallazgos a través de una escritura llana y unas viñetas ilustrativas que ayudaron a llevar la materia más allá del lector especializado.
Desarrolló la noción ya existente de que la mente opera de dos modos: el Sistema Uno, rápido e intuitivo (actividades mentales con las que más o menos nacemos) y el Sistema Dos, lento y analítico, un modo más complejo que involucra experiencia y requiere esfuerzo.
Él mismo se definió como “el abuelo de la economía del comportamiento” cuando le preguntaron cómo le gustaría que fuera su obituario en una entrevista al Times en 2016.