El gobierno del presidente Paz ha designado a David Espinosa como titular del Banco Central de Bolivia, un economista con amplia trayectoria dentro del ente emisor y acompañado por un directorio de reconocida solvencia técnica.
No obstante, al igual que en los últimos veinte años, tanto la Presidencia como el Directorio del BCB han sido posesionados en calidad interina, una fórmula que, si bien permite continuidad operativa, limita la fortaleza institucional del banco en un momento de extraordinarios desafíos en materia de estabilización macroeconómica y administración cambiaria.
Desde una perspectiva de gobernanza económica, hubiera sido altamente deseable que estas designaciones se realizaran mediante la aprobación de dos tercios de la Asamblea Legislativa, tal como establecen las normas vigentes. Ese mecanismo no sólo habría reforzado la legitimidad y autonomía del Banco Central, sino que habría enviado una señal inequívoca de construcción de gobernabilidad política, un insumo imprescindible para enfrentar con éxito la compleja crisis económica que atraviesa el país.
Esperemos que en los próximos meses los políticos sean capaces de nombrar un presidente del ente emisor por 2/3 de la asamblea. El último nombrado por esta vía fue el doctor y profesor Juan Antonio Morales, el mejor presidente que tuvo Bolivia en los últimos años.
