La Organización Mundial de la Salud (OMS) activó una alerta de vigilancia sobre la variante NB.1.8.1 del COVID-19, tras detectar un crecimiento sostenido de su circulación global. Esta subvariante, emparentada con ómicron, fue identificada por primera vez el 22 de enero de 2025 y ya domina en países como China y Hong Kong, según reportes del propio organismo internacional publicados el 1 de junio.
La OMS informó que NB.1.8.1 representa actualmente el 10,7% de las secuencias genómicas identificadas a nivel mundial. El incremento es notorio: entre las semanas epidemiológicas 14 y 17, su prevalencia subió del 8,9% al 11,7% en la región del Pacífico Occidental; del 1,6% al 4,9% en América; y del 1% al 6% en Europa.
El medio español Antena 3 Noticias y otros portales como El Confidencial y HuffPost confirmaron, con base en datos de la OMS, que esta variante ya se encuentra en al menos 22 países, incluyendo destinos turísticos como Egipto, Tailandia y Maldivas, además de varios estados de Estados Unidos como Nueva York y California.
Los síntomas asociados a NB.1.8.1 incluyen fiebre alta, tos, fatiga, dolores musculares, congestión nasal, náuseas y diarrea. Según AS.com, algunos pacientes también reportaron fatiga prolongada y pérdida del apetito tras los primeros días de infección.
Aunque esta subvariante muestra una evasión parcial a la inmunidad, la OMS aclaró que las vacunas actuales siguen siendo eficaces. El organismo recomendó a los países realizar ensayos de neutralización, monitorear indicadores de gravedad y mantener la vigilancia epidemiológica activa para evitar repuntes significativos.
La OMS clasificó el riesgo actual como bajo a nivel mundial, pero advirtió que el monitoreo debe continuar, especialmente en un contexto donde muchas regiones relajaron sus medidas de prevención.