El piloto de la avioneta, que tuvo la habilidad de no caer en una zona llena de árboles frondosos y sí en un espacio donde la nave no explotaría, dijo que mientras estaban sobre la nave vieron cómo había lagartos y víboras alrededor de ellos, pero que no se acercaron gracias a la gasolina que se había derramado en el agua.
Pablo Andrés Velarde, el piloto de la avioneta, contó desde una cama en el hospital Germán Busch de Trinidad que avisó a un colega que estaba en la misma ruta que él que se alejaría de su destino porque había problemas con la nave. Además, explicó que buscaba un claro o una pampa para realizar el aterrizaje forzoso, ya que caer sobre una zona boscosa significaría que la avioneta pudiera explotar o destrozarse.
El hombre, que de acuerdo con el parte médico solo tiene policontusiones y algo de deshidratación, recordó que las tres mujeres que estaban con él y el niño que los acompañaba estaban muy temerosos de lo que sucedería, pero que él trataba de mantener la calma y pedirles que tuvieran paciencia, ya que conocía los procedimientos y protocolos que se siguen para salir en la búsqueda de una avioneta reportada como extraviada.
“Vimos varias avionetas pasar y, pese a que les hacíamos señales con nuestras poleras, sábanas y con lo que teníamos, ellos no nos miraban. Eso nos hizo empezar a entrar en desesperación”, recordó el piloto durante la entrevista colgada en la página de La Palabra del Beni.
“Cuando en la madrugada vi personas que estaban cerca, comenzamos a gritar ‘¡auxilio!’ y ellos nos escucharon y se acercaron para ayudarnos. Fueron largas horas de espera hasta que pudo llegar el helicóptero, y cuando subimos fue una gran felicidad”, relató el piloto, que además recordó que no fue el primer accidente del que logró salvarse, a tiempo de agradecer a sus familiares, amigos y a todo el personal aéreo que estuvo pendiente de su búsqueda.
Junto con el piloto vivieron esta situación Patricia Cory, Robertina Velarde y Mirka Fuentes, quienes están bajo observación médica, aunque informaron que ninguno tiene lesiones que puedan poner en riesgo su vida. Lo mismo que el menor, que logró pasar las largas horas de espera por el cuidado de su madre y comiendo chive.