Más de dos centenares de tatuadores de 16 países de América, Asia y Europa se citaron en los más de 3.600 metros de altitud de la ciudad boliviana de La Paz para romper los estigmas en torno a este arte que ayuda a la gente a llevar marcado en la piel algún momento especial.
La sexta versión de la 'Art Tattoo Bolivia Convention 2024' reúne desde el viernes a artistas de Argentina, Bolivia, Brasil, España, Estados Unidos, Ecuador, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Taiwán, Venezuela y el Reino Unido, con la consigna de ser 'La convención más alta del mundo'.
"El principal objetivo es mostrar el tatuaje como un arte y tratar de eliminar un poco los tabúes que seguimos teniendo en nuestra sociedad", explicó a EFE el boliviano Gunnar Quispe, organizador del evento.
Con una trayectoria de 15 años, Quispe gestó la iniciativa tras participar en un evento en Costa Rica en el que logró cinco premios y todos le preguntaban de dónde era.
"Yo les decía que de Bolivia y no sabían dónde estaba el país. En ese momento dije para qué voy a mostrarles dónde estaba Bolivia si puedo traerlos a Bolivia", comentó.
Así, la primera convención se hizo en 2012 y desde entonces se ha efectuado cada dos años, salvo en 2020, cuando el mundo se paralizó por la pandemia de la covid-19.
Arte en vivo
La nueva edición se realiza en el Campo Ferial Chuquiiago Marka en el sur de la ciudad, con la participación de unos 270 artistas que estarán haciendo tatuajes en vivo hasta este domingo.
La consigna de la convención alude a la altitud de La Paz y también a la calidad de los participantes, entre los que destaca el estadounidense Paul Booth, "un ícono en la historia del tatuaje", según Quispe.
Y no es para menos, pues entre sus clientes estuvieron integrantes de bandas de metal como Pantera, Slipknot, Slayer o Limp Bizkit y estrellas de la World Wrestling Entertainment (WWE) como The Untertaker y Aleister Black.
El espacio del neoyorquino es uno de los más visitados por el público y otros expositores, algo que también ocurre con el brasileño Diabão Praddo, que llama la atención por las modificaciones hechas en su cuerpo para asemejarse a un diablo, como lo indica su nombre.
También están el estadounidense Chris Núñez, juez de la competencia televisiva de tatuajes 'Ink Master', el panameño Tito Zambrano y el taiwanés Vincent Chang.
Piel como lienzo
El argentino Juan Bonaro ha participado en todas las ediciones de la convención boliviana que es "una de las mejores" por los artistas de "primer nivel" que asisten.
Bonaro contó a EFE que desde pequeño le gustó el dibujo y que solía hacer trazos en su propia piel, sin imaginar que llegaría a ganarse la vida como tatuador.
A su juicio, la diferencia entre dibujar en papel y en la piel es que en el segundo caso "no hay margen de error" y también hay un aspecto espiritual porque se plasma "algo que la gente lo va a llevar hasta el final de sus días".
"Es un momento muy especial en el que creamos un vínculo también con la gente que se tatúa, siendo parte de su momento, de su historia. Porque cada tatuaje tiene su historia y la mayoría de la gente que se tatúa te confiesa esa historia y se va creando un vínculo", explicó.
Para el artista, las motivaciones para tatuarse son variadas, pues "muchos lo hacen para llenar algún vacío, recordar a alguna persona", para "embellecerse" o "para marcar algún momento en especial de su vida"
El español Adrián Montaña coincidió al señalar que hay gente que busca "marcar algún recuerdo" y otra que "simplemente colecciona arte igual que el que colecciona cuadros en su casa".
Quispe indicó que la vertiginosa evolución que tuvo este arte en los últimos años abrió las puertas a cosas buenas, como los recursos con los que se cuenta ahora, pero también a otras malas, como el que algunos quieran aprender el oficio únicamente viendo tutoriales, perdiendo la esencia de tener un "maestro".
Gina Baldivieso