Bolivia parecía ser una bomba de tiempo: filas interminables para conseguir algo de combustible, inflación en sus niveles más altos después del gobierno de la UDP, bloqueos con cruentos asesinatos a policías y civiles, un parlamento incapaz de llegar a consensos mínimos, corrupción, polarización, desinstitucionalización y una larga lista de etcéteras que dibujan un sombrío panorama en el país.
Definitivamente, crisis multidimensional es el concepto que caracteriza el contexto social, económico, político e institucional en nuestro país.
Si en Bolivia no había una elección el 17 de agosto, este país estaba destinado a convulsionar, la gente aguantó con estoicismo la fecha de la elección; esperó con esperanza que el destino del país se defina en las urnas con votos y no en la calle con violencia.
Pero, ante este panorama oscuro, vale la pena reflexionar si ¿es la elección la salida a la crisis multidimensional?
Una primera respuesta, cargada de optimismo, es que la elección nacional puede ser el inicio para la construcción de un nuevo gran acuerdo nacional que nos permita reencontrarnos, construir soluciones conjuntas entendiendo que se acabó el tiempo de la hegemonía, que el autoritarismo no va a tener cabida y que solo habrá salida a la crisis si se construye un gran pacto nacional que genere la estabilidad institucional, política y social que es condición básica para salir de la crisis.
Durante el tiempo que marcó la hegemonía política, desde los actores más radicales, se instaló la idea de que los pactos, los consensos, los acuerdos eran una especie de traición política, y que la labor era destruir al adversario político. Hoy, el panorama preelectoral muestra que va a existir la necesidad de construir acuerdos y consensos mínimos si es que aspiramos a construir escenarios de estabilidad para el Gobierno que nos permitan materializar salidas a la crisis multidimensional.
Este gran reencuentro nacional al menos tiene 5 dimensiones:
- Acuerdo político en la Asamblea Legislativa Plurinacional, que rápidamente cierre las heridas de campaña y permita que el poder legislativo sea un viabilizador de acuerdos para generar estabilidad y salir de la crisis.
- Acuerdo social, para construir consensos con organizaciones sociales y cívicas que puedan generar condiciones para generar estabilidad.
- Acuerdo económico, para construir soluciones consensuadas y de emergencia con los actores empresariales y con los representantes de la economía popular como transportistas y gremiales.
- Acuerdo institucional para que los 4 poderes del Estado sean viabilizadores de las medidas económicas y de reforma institucional que necesita el país.
- Acuerdo territorial, para generar consensos con Gobernadores, Alcaldes y todas las autonomías para que la salida a la crisis multidimensional tenga presencia hasta en el último rincón del territorio nacional.
Solo con un gran reencuentro nacional postelectoral, que tenga la amplitud de reconocer la otredad política y que al mismo tiempo tenga la firmeza para no permitir fuerzas ultrarradicales que solo buscan dinamitar la democracia, podremos generar estabilidad, la condición básica para salir de la crisis. El equilibrio entre el diálogo y la firmeza será fundamental.
Cualquier salida que no construya acercamientos y consensos mínimos con la pluralidad de actores nos puede generar, nuevamente, un escenario de alta ingobernabilidad en una situación frágil del país.
El tiempo será corto, y se necesitará mucha habilidad técnica y política para que la esperanza que depositó la gente en la elección se convierta en salida a la crisis multidimensional.