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Home»Opinión»Voto nulo antes que los bloqueos y la violencia
Opinión

Voto nulo antes que los bloqueos y la violencia

Hernán Cabrera
Asuntos CentralesBy Asuntos Centrales1 agosto, 2025No hay comentarios6 Mins Read
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Cada cinco años acudimos a las urnas para ejercer nuestro derecho a elegir, a emitir nuestro voto en democracia, a esperanzarnos por un nuevo gobierno que no tiene derecho a equivocarse ni buscar argumentos responsabilizando al pasado u otras fuerzas de sus malas gestiones en todos los temas que son parte del Estado Plurinacional de Bolivia.

Así lo venimos haciendo desde octubre de 1982, oportunidad en la que todo un pueblo gritó y luchó por el sistema democrático que hoy nos rige, pero que ha venido soportando tantos golpes de los propios actores políticos.

La democracia boliviana siempre fue a prueba de todas las adversidades, de todos los egoísmos, de todas las ambiciones y de todo mesianismo. Desde la presidencia de Hernán Siles Suazo, un hombre democrático y que nos dio suficientes alas para ejercer nuestros derechos sociales y políticos, hasta Luis Arce, que no tuvo la capacidad de afrontar la crisis económica y con golpes internos de su propio partido, el ciudadano ha asumido que no hay otro medio de vida, de desarrollo, de convivencia y de hacer política que la democracia, para lo cual siempre ha estado dispuesto a defenderla.

La democracia no es solo aquella que cada cinco años y dentro de un cuarto podemos dar a conocer nuestra opción política a través del voto popular; es algo mucho más grande y significativo. Aunque esta democracia en los últimos años ha tenido un poderoso instrumento a su servicio: la justicia, cuyos operadores se han puesto de rodillas ante el poder para encarcelar a ciertos opositores, a quienes se atrevieron a denunciar casos graves de corrupción como lo ocurrido en el desfalco millonario del Fondo Indígena, a medios de prensa que fueron críticos contra el ejercicio del poder y tantas otras acciones emprendidas por el sistema judicial que contaminó el ejercicio de la política.

Por ello el tema de la justicia debe ser prioritario para el nuevo gobierno que saldrá de las urnas el 17 de agosto, de llevar adelante profundas transformaciones y sin anestesia del Poder Judicial, sumido hoy en una crisis estructural y de falta de credibilidad ciudadana.

A pocas semanas del día en que el ciudadano acudirá a las urnas se ha intensificado la campaña del voto nulo, que lleva adelante el ex presidente Evo Morales, que no fue habilitado para las elecciones nacionales, que es el camino que hubiera seguido antes que los bloqueos, las amenazas, la desobediencia a las leyes y de acuartelarse en el Chapare con un ejército de sus seguidores que dicen estar dispuestos a dar la vida por el jefazo. El voto nulo es una opción mas dentro del ramillete que ofrece la papeleta electoral, en la que estarán impresos las ocho fórmulas que siguen en carrera y si el ciudadano no se siente atraído por ninguna de ellas, pues votará blanco o anulará la papeleta electoral.

Es la democracia y sus valores que permiten esas expresiones de cualquier votante, ante lo cual las ocho candidaturas tienen el gran reto de no dejarse ganar por el voto nulo, de no ser superado en porcentajes por ese descontento o decepción de ciertos sectores sociales, que seguramente obedecerán el mandato del líder del Chapare. Ahí está su gran responsabilidad de superar esa adversidad, sin embargo, para enfrentar esa posibilidad los candidatos deben tener y demostrar capacidad, liderazgo, carisma, valentía y empatía con el objetivo de seducir al elector, que de acuerdo a las encuestas que se han publicado en un porcentaje del 30% al 40% están los nulos, blancos, indecisos, por lo que los candidatos se pondrán a prueba de fuego para evitar la verguenza de que fueron derrotados por el nulo o el blanco.

El premio Nobel de Literatura, José Saramago, en su libro Ensayo sobre la lucidez, nos cuenta una historia de un pueblo en la que se realizaron elecciones, las que arrojaron resultados desastrosos para el partido del centro, de la izquierda y de la derecha, ganando la abstención en un 83%. Las autoridades calificaron ese ejercicio democrático como una conjura internacional extremista y un acto revolucionario.

Usted amable lector dirá eso es ficción, novela y que no puede ocurrir en la realidad, mucho más en esta Bolivia que tiene tradición de afrontar las grandes transformaciones en democracia, aunque nos haya costado muchas vidas en el camino; pero recuerde que la realidad muchas veces es más grande y poderosa que la propia ficción.

En el cuento El supremo de los supremos de pronta publicación se da este diálogo entre el Jefazo y su estrecho colaborador:

-El país está en calma, todos se aprestan acudir a las urnas. Hemos hecho un trabajo minucioso, detallado. Las bases ya saben cómo votar, por quién votar, no entrarán solos a las urnas, habrá siempre un vigilante, de cerca o de lejos, se sacarán fotos a las papeletas, hemos repartido los bonos a los vigilantes y a los guerreros del proceso para este día de las elecciones. Hemos tomado todas las precauciones Supremo Jefe. Así que esté tranquilo, tome su wiskhy, y de paso, ahí le traje alguien bonita, linda, que sabe hacer bien su trabajo en medio del fragor de las sábanas. El nulo arrasará mi respetado jefazo.

Era un ministro bien leído, se destacó en varios campos, antes que se convirtiera en uno de los hombres de más confianza y más poderoso del entorno imperial.

– No quiero sorpresas, que su cabeza de usted está en la guillotina y si se equivoca, la guillotina le caerá automáticamente, sin reclamos ni lágrimas, le dijo el Jefe supremo, que ya no pudo conciliar el sueño. Tenía algo más de qué ocuparse”.

Rumbo al 17 de agosto en estas semanas previas viviremos con mayor intensidad, expectativa, curiosidad y también con esperanzas de que Bolivia tiene por delante otros doscientos años que recorrer y de hacer historia, por lo que las elecciones generales del Bicentenario son demasiados importantes para la conducción de la nave del Estado, hoy golpeado y minado por grandes hechos de corrupción.

Oscar Barbery en su libro Yo un boliviano cualquiera, nos deja este mensaje del Leviatán, o sea el Estado ese monstruo al que pocos quieren llegar para administrarlo y que muchos son los que esperan resultados: “Lo que ocurre en Bolivia es que se ha fortificado demasiado el Estado, como simple ente interventor de todo. El Estado en Bolivia, con su intromisión antojadiza en todas las esferas de la actividad, aun en la privada, es la tentación presa de la gente descastada y desclasada”.

¡Que tu voto se respete el 17 de agosto!

Hernán Cabrera
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