El debate presidencial, organizado por el Órgano Electoral y la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), vivió momentos de confrontación entre los ocho candidatos.
Una de estas confrontaciones fue cuando Andrónico Rodríguez, candidato de Alianza Popular, respondió al aspirante del MAS, Eduardo Del Castillo, con un comentario que mezclaba piropo y crítica: “Con lo guapo e inteligente que eres, creo que estás muy extraviado”.
La respuesta de Andrónico fue provocada por una pregunta de Eduardo sobre su plan para combatir los feminicidios.
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El intercambio de golpes verbales continuó cuando Samuel Doria Medina (Unidad) cuestionó a Eduardo Del Castillo (MAS) sobre el “secuestro” y aprehensión del gobernador electo de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
El candidato del MAS defendió su accionar, argumentando que se limitó a “hacer cumplir la ley”, y cuestionó al empresario por desconocer cómo funciona el Estado. “No es cuestión de hamburguesa ni cemento”, reclamó.
Doria Medina no se quedó atrás y respondió con una defensa de su trayectoria empresarial, señalando que su labor en la “producción de hamburguesas” genera empleos e ingresos para el país.
💥 Doria Medina cuestionó a Del Castillo por el “secuestro” de Camacho. El candidato del MAS respondió que hizo cumplir la ley y Doria Medina defendió su labor como empresario. #AsuntosCentrales #VotoInformado pic.twitter.com/ogSKMU8Cfx
— Asuntos Centrales (@AsuntoCentral) August 2, 2025
Otros de los apodos registrados fueron: “Samuelitio” y “kencha” dirigidos a Samuel; “Sonia” a Del Castillo; “cambita opa”, un ataque hacia el candidato a vicepresidente de Súmate, Juan Carlos Medrano; Pavel Aracena (ADN) también fue atacado por Manfred Reyes Villa cuando le dijo “no te conozco”.
Más allá del intercambio de ideas, el debate dejó varias anécdotas, como nuevos apodos, un “piropo” inesperado y la elección de vestuario de uno de los candidatos. Sin embargo, un aspecto positivo fue la presencia de los ocho aspirantes en el evento, lo que permitió un diálogo nacional sin la necesidad de una obligatoriedad por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE).