Hace más de 15 años el país está polarizado, enfrentado, fragmentado y dividido. Se habla, se discute de las cosas del poder en las reuniones familiares, sociales, en el micro, en las fiestas, en los grupos de whastApp y cada cual defendiendo sus opiniones. Las opiniones son de todo calibre en estas charlas.
El triunfo del MAS en el 2006 dividió las aguas y marcó un hito histórico, no solo por lo que significó la asunción a la Presidencia de un dirigente minero, cocalero y que se asume de condición indígena. Evo Morales. Con toda justicia y a través de la democracia. No de alguna revuelta popular o asonada golpista, como Bolivia estaba acostumbrada en los años 70 y 80.
El gobierno de Morales fijó claramente las reglas del juego y lo hizo de forma directa, sin tapujos ni anestesia: hemos llegado para quedarnos por 500 años; el pueblo y los indígenas estamos en el poder; la política no es solo exclusiva de los que andan con trajes; un campesino, un trabajador asumirá el poder; vamos a construir un nuevo país con la Bolivia Plurinacional; los empresarios están para hacer negocios, no para hacer política; los medios y los periodistas son nuestros principales enemigos; hemos sido discriminados durante más de 500 años y esto se acabó con nuestra llegada al poder; somos nosotros los pobres contra los ricos y los patrones; somos las víctimas de la oligarquía y del imperialismo, por ello vamos a destruir la República, etc.
Los campesinos, indígenas, interculturales, obreros, los pobres fueron protagonistas de todos estos años, han sido sujetos de derechos humanos y han llegado a un nivel de empoderamiento de sus derechos muy fuerte, lo cual nada ni nadie les podrá arrebatar. Esto es un logro histórico destacado para el MAS, que en estos últimos días ha demostrado su fortaleza en la capacidad de movilización y de reunir bastante gente para apoyar o a Luis Arce o a Evo Morales. Pero ahí estuvieron mostrando musculatura política, lo que difícilmente la oposición lo puede lograr a estas alturas, y se equivocan si piensan que el MAS llegará dividido y debilitado a las próximas elecciones nacionales.
Y así avanzamos estos años, profundizando las relaciones sociales y la polarización entre los bolivianos. Pero ahora se agregó a esta realidad social y política, la otra gran polarización, esa que provocó las elecciones fallidas y con fraude de octubre de 2019, que generó un alzamiento de las clases urbanas y otras en protesta porque su voto fue fraguado. A partir de ello, el presidente Morales y sus colaboradores, una vez, lejos del poder, fueron urdiendo el discurso del golpe de Estado y con el triunfo del MAS con Luis Arce y David Choquehuanca, esta narrativa trató de imponerse, utilizando todo el aparato judicial para los procesos contra los instigadores a ese golpe de Estado, de acuerdo a la visión masista.
Al parecer han leído al mago del Kremlin que entre sus estrategias del poder, aconsejaba ir por ese camino. “¿Qué te parece dejar de crear ficciones y empezar a crear la realidad?. Ya no se trata de mantener algo que ya existe, sino de inventar algo que todavía no existe”, indica Vadim Baranov, el estratega que lo hizo presidente a Vladimir Putín. Pues, crearon esa realidad: la del golpe de Estado y la vienen alimentando cada vez con más fuerza.
Los medios de prensa jugaron un rol fundamental para esta polarización del país: golpe vs fraude electoral. Ya que la prensa del poder asume directamente en sus despachos y entrevistas que hubo golpe de Estado de corte blando, sin la constatación empírica ni sentencias de jueces. Mientras la otra prensa, la llamada independiente, en sus notas periodísticas siempre usa la palabra “supuesto golpe” o “supuesto fraude electoral”, no asume posición como lo hacen los periodistas del poder.
Así estamos polarizados hasta el tuétano, bajo la dinámica de dos conceptos fuertes que buscan instalarse en el imaginario colectivo, lo cual otra vez se reavivó con la imputación fiscal al informático Edgar Villegas, quien alertó y puso al descubierto la manipulación que hacían la gente del TSE en las elecciones nacionales del 2019, de la que la ONU dijo que lo que hubo fue un fraude gigantesco y burdo.
Pero todavía correrá mucha agua bajo este nivel de polarización entre los bolivianos, que probablemente una mitad cree que hubo fraude electoral y la otra mitad, repite la cantaleta del golpe de Estado. Es que el ejercicio de la política ha dejado de ser exclusivo de los políticos o de quienes se creían eran los llamados para asumir algún cargo lectivo. Ahora el ciudadano hace y respira política todos los días. Se arrebató la lucha por el poder a determinadas clases sociales para trasladarla a los sectores sociales, que ahora están en las calles, en los bloqueos y están dispuestos a todo.
Rumbo a las elecciones generales, que están para el próximo año, una recomendación en palabras del asesor ruso, Vadim Baranov: El asunto no es ganar unas elecciones, de lo que se trata es de construir un mundo. La política tiene un solo objetivo: dar respuestas a los terrores humanos.
Pues, el camino es acabar con la polarización y dar respuestas a los miedos y necesidades que tenemos los bolivianos.
Mire usted amable lector, lo que arroja el Google en la búsqueda de ambas palabras: para fraude electoral más de 106.000 notas o referencias; para golpe de Estado, 719.000 resultados, notas, entrevistas, reportajes, etc.
Hasta el Google está polarizado con el fraude y el golpe.