Es el candidato enigma. A 50 días de las elecciones, hasta ahora habló poco y en lo que queda de la campaña tendrá que decir lo que aún no dijo, explicar quién realmente es, qué hizo estos años para que los votantes confíen en él y qué soluciones ofrece a la grave crisis económica provocada por su partido el MAS, del que busca desvincularse para no concentrar el voto castigo del 17 de agosto en su nueva sigla.
¿Tiene la capacidad para conseguirlo en tan poco tiempo? Lo veremos. Tercero en las encuestas, Andrónico acaba de presentarse en el arranque oficial de su campaña con Mariana Prado, una política del MAS muy cercana a García Linera, que desapareció días después de su proclamación como dupla de Rodríguez, tras recibir algunos embates preelectorales.
Prado consiguió finalmente cerrar la discusión en el “androniquismo” sobre su continuidad o no en el binomio y este sábado saltó a la tarima de la plaza Villarroel para abrazarse con Andrónico, pero sin romper aún su largo y estratégico silencio.
Alternando el sombrero camba con guirnaldas, gafas oscuras, ponchos rojos y otros símbolos identitarios de las diversas regiones del país, el juvenil Andrónico habló durante casi 40 minutos. Discurseó largo tiempo, pero no dijo aún mucho de lo que pretende hacer si es elegido Presidente. Esta es su cuarta o quinta aparición en el año electoral, relativamente prolongada, y en espacios que él puede controlar, sin ser incomodado, por ejemplo, por preguntas periodísticas.
Su primera aparición algo extensa fue en enero en un foro en Santa Cruz. La segunda ocurrió en su presentación como candidato en mayo. La tercera fue en un video dirigido a los evistas para emplazarlos a que den pruebas de su traición a Morales, la cuarta cuando lo habilitó el TSE y la más reciente, este sábado. Algunas otras intervenciones han sido mucho más cortas y rápidas en algunos medios.
En la mayor parte de sus discursos, Andrónico ha sonado un tanto genérico y disperso. Las ideas fuerzas de sus intermitentes apariciones ponen foco en su juventud como símbolo de la renovación política, en la consigna de unidad nacional, sobre todo de la izquierda, en una crítica al gobierno arcista como responsable principal, sino único, de la peor de las crisis económicas de estas últimas décadas, y en la justificación de su candidatura, pero sin ofender a su mentor Evo Morales, sino más bien, tratando de reconquistarlo bajo su emergente liderazgo.
El discurso del arranque oficial y algo tardío de su campaña no ha sido muy diferente a los primeros que dio este año. ¿A quién le ha hablado o le habla Andrónico? Es evidente que lo hace principalmente al todavía confundido electorado masista (probablemente un 35 a 40% de los votantes), que reparte sus lealtades mayormente entre Evo y, en mucho menor medida, Eduardo Del Castillo, Eva Copa y el converso Jhonny Fernández, que enarbolan las banderas del dividido masismo (con un azul desteñido y transformado ahora a un preponderante celeste o/y blanco).
Castigados por los errores del MAS y la pesada mochila de la crisis, cada uno de estos cinco políticos repite a su modo, por separado e, incansablemente, que buscan la unidad de la izquierda para evitar el ascenso de los “viejos neoliberales” de la oposición.
El mayor arma electoral de Andrónico es la apelación a lo identitario, como lo es también en el caso de Evo. A sabiendas de las grandes dificultades que tienen los dispersos opositores para conectar con lo nacional-popular-étnico-campesino, Rodríguez ha comenzado oficialmente su campaña marcando su origen chapareño-campesino y sus raíces indígenas.
¿A quién le ha hablado? A los mismos que apoyan a Evo y a sus excompañeros del Gobierno, con la expectativa de conquistar el voto de los que nunca apoyarán a Tuto, Samuel, Manfred y a los otros que se proclaman antimasistas.
No ha ocultado las grandes dificultades para resolver su postulación y reorganizar a los aturdidos masistas, lo que le ha demorado ponerse en “modo candidato”. Unidad y renovación son sus dos consignas genéricas, diciendo todavía muy poco de lo que hará para solucionar el mayor tema de esta elección: la crisis económica. ¿Le alcanza a Andrónico solo explotar el recurso identitario para ser Presidente? Lo más probable es que no, pues ese mensaje tiene un marcado techo electoral.
Muy secundaria y superficialmente, Rodríguez ha ofrecido en su discurso de arranque de campaña seguridad jurídica y progreso para el agro, sorprendiendo con su oferta de liberar los transgénicos. No ha explicado cómo, pero aseguró que hará crecer a la minería para llegar a los niveles productivos de Chile y Perú, además que cambiará la ley de hidrocarburos, pero sobre todo, buscará transformar la matriz energética, con fuerte énfasis en los vehículos eléctricos.
Andrónico no ha entrado aún al debate de fondo de si cambiará o no el modelo económico masista-evista-arcista que parece agotado. Eso sí, ha tratado una vez más de ubicarse en el centro de los extremos, al plantear su genérica frase: “Ni Estado paternalista, ni Estado empresario. Solo un mejor Estado”.
Colocándose finalmente ya en “modo candidato”, Andrónico tiene la deuda con el electorado boliviano de explicarle qué entiende por “un mejor Estado”, cómo lo piensa conseguir, pero sobre todo, debe aclarar cuánto de corresponsable es como presidente del Senado, junto a Arce y Evo, de la catástrofe económica e institucional del país, cuya reparación y reconstrucción requerirá de un gran acuerdo de gobernabilidad y, quizás, de largos y dolorosos años de ajuste.