Rituales ancestrales, música y bailes autóctonos, además de ofrendas a las deidades andinas para pedir lluvia y abundancia fueron parte del festejo realizado este sábado en la ciudad boliviana de La Paz para celebrar el cambio del ciclo agrícola a partir del solsticio de verano austral.
El cerro Laikakota, que en aimara quiere decir lago de los brujos, fue el lugar elegido para el festejo liderado por la organización Comunidad de la Vida, con el respaldo y participación de autoridades municipales y gestores culturales.
Esa montaña, un mirador convertido desde hace décadas en uno de los parques infantiles más emblemáticos de la ciudad, es a la vez una ‘wak’a’, un lugar considerado sagrado para las culturas andinas, explicó a EFE el sociólogo David Mendoza.
“Hoy es 21 de diciembre, solsticio de verano. Para el mundo andino es una fecha muy especial, es el Qhapaq Inti Raymi Killa, que quiere decir Fiesta de la luna y del sol, fiesta que nos abre una puerta, un espacio hacia el tiempo de Jallu Pacha, tiempo de llamar a la lluvia, tiempo de cuidar las sementeras”, precisó.
La sementera es el momento del colocado de semillas en el terreno, por lo que es necesaria “la lluvia para germinar” y “de eso se trata también esta época”, indicó.
Vínculo con la Alasita
El sociólogo recordó que la tradicional festividad boliviana de la Alasita, la feria de los deseos en miniatura que fue declarada en 2017 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se celebraba originalmente el 21 de diciembre y no el 24 de enero como ocurre en la actualidad.
La Alasita, que significa “cómprame” en aimara, es una de las tradiciones más antiguas de la cultura andina, cuando los paceños bendicen al mediodía del 24 de enero las miniaturas que representan sus aspiraciones y deseos.
La fiesta original celebraba el solsticio de verano austral el 21 de diciembre, con miniaturas que se colocaban a deidades andinas como las illas e ispallas, pequeñas figuras de animales y de productos agrícolas, respectivamente, para que a lo largo del año los deseos que representan se convirtieran en realidad.
Según historiadores bolivianos, la celebración fue trasladada a enero en 1783 por orden del entonces gobernador de La Paz, el español Sebastián Segurola, para conmemorar la victoria de los suyos ante una sublevación liderada por el caudillo indígena Tupac Katari y en honor a la Virgen de Nuestra Señora de La Paz.
El festejo
Mendoza destacó que la celebración se realice por primera vez en Laikakota, pues es “un lugar muy energético” y ofrece una vista casi completa de la ciudad, con el protagonismo del emblemático cerro Illimani, el principal ‘achachila’ o espíritu protector de La Paz.
También resaltó que la Comunidad de la Vida y los artesanos que participan en la Alasita rescatasen la costumbre de celebrar en diciembre esta festividad andina, como lo hacen todavía en algunas comunidades rurales.
La fiesta comenzó desde temprano, con numerosos grupos de música autóctona, algunos llegados desde comunidades rurales del Altiplano de La Paz, que danzaron y tocaron tambores y flautas andinas llamadas mohoceños y pinkillos alrededor de unas illas e ispallas colocadas por los organizadores.
Cerca del mediodía, decenas de ‘amautas’ o sabios aimaras condujeron el ritual para recibir el solsticio, pidiendo primero permiso a las deidades andinas, a las que ofrecieron alcoholes, inciensos y hojas de coca.
Los ‘amautas’ también dieron vueltas alrededor de las efigies con rezos en aimara y haciendo sonar caracolas para pedir por la lluvia, para luego lanzar bendiciones a los asistentes.
Al margen de la ceremonia, algunos artesanos instalaron cerca una pequeña feria para mostrar algunas miniaturas que ofrecerán en la Alasita en enero próximo.
Gina Baldivieso