Las “lenguas sueltas” cuestan caro

Las “lenguas sueltas” cuestan caro

“Suelto de lengua (o de cuerpo)” y “largo de lengua” son dos frases que el Diccionario de la RAE recoge como acepciones de “habla con desvergüenza o con imprudencia”.

Aunque en Bolivia no es noticia el deslengüe de un político (peor durante los últimos 20 años, aunque no los únicos), el que un gobernante [sic] diga a una pobre anciana que “Otra vez como en 2007 y 2008 los cambitas nos están jugando sucio” para “justificar” los altos precios de muchos productos consecuencia de su fallido Modelo Económico que Carlos Villegas (con el que trabajaba Luis Arce) diera al MAS como Programa Económico y que hoy, tras “heredar” solito los créditos, Arce sufre los descréditos: Un Modelo hecho para la abundancia de ingresos coyunturales que ayudaron a reducir la pobreza del país pero que, aplicado clientelar y populistamente, sólo generó una amplia capa social dependiente de la burocracia (como en Venezuela, como en Ecuador y como en todo lugar donde el socio-lismo se ha implementado). Huelga recordar los proyectos faraónicos, las inversiones improductivas y los monumentos al ego, todos inmersos en una corrupción generalizada y “democrática” (porque era practicada a todo nivel y en toda geografía).

En 2008-2009, la necesidad de “un enemigo principal” llevó al Masismo a forzar la confrontación entre el Oriente (ampliado a la Media Luna opositora) y “los indígenas” (en realidad, tontos útiles de un pretendido indianismo enarbolado por criollos y mestizos para su beneficio personal y para loas de ONGs del Primer Mundo y de izquierdas anonadadas tras la caídas del Muro pero preparadas para su regreso atrabiliario). El enfrentamiento casi fracciona el país: el infantilismo soberbio de actores principales de un lado y, por el otro, la angustia angurrienta de perder el Poder más el apoyo venezolano manus violentiae “solucionaron” (mezclando garrote y zanahoria) esa crisis.

Nadie duda (ni propios ni ajenos) que una elección medianamente limpia no le dará victoria al arcismo: ni a él ni a su reemplazo propio (y ya Arce sabe lo que pasa con los “reemplazantes”: Cámpora fue rara avis). Tampoco hay dudas porque se enciende el fuego del regionalismo y chauvinismo en este momento de visibilidad ya de la crisis social y económica (sobre todo para confrontar entre las dos ciudades líderes del país); que no se presupuestaran fondos aún para las elecciones en un PGE 2025 en discusión en la Asamblea (error con viso muy intencional); que el prorroguismo judicial autocancele las elecciones al TCP en cinco departamentos (¿peligrosos para el Poder?); que el arcismo se haya quedado con la sigla del MAS, lo que es otro clavo en la ignominia para Morales; que las oposiciones (¿u cuasioposiciones?) no levanten cabezas y (con meritorias excepciones aisladas que no hacen primavera) practiquen diversas formas de onanismo político pero, sobre todo, que el que medra a la espalda de la Plaza Murillo tiene la maquinita de los billetes asegurada con un BCB con anorquia irreversible. Todo “huele” (“hiede o yede”, como guste) a saltarse las elecciones generales y prorrogar mandatos (del Ejecutivo, quizás de la Asamblea), cerrado el camino al fraude con la experiencia del 2019: ahora con descrédito y sin militares aventurados a golpes no-golpes después de Zúñiga.

Una de mis abuelas (hoy sería casi centenaria y media) me decía “en boca cerrada no entran moscas”. A veces, como ahora, entran y salen alacranes. Y pican a todos.

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