Un estudio piloto realizado a 120 mujeres indígenas de Bolivia que habitan comunidades amazónicas cercanas a los ríos Beni y Madre de Dios, presentado este miércoles, arrojó una presencia elevada de mercurio en las muestras de cabello, causada por el consumo de pescado contaminado debido a la minería aurífera ilegal en las proximidades de los ríos.
“Al menos nueve (9) de cada diez (10) personas evaluadas poseen niveles de mercurio total en cabello superiores a los máximos recomendados para la protección de la salud (1 parte por millón), de acuerdo con agencias internacionales”, señala la investigación.
Además, que “tres (3) de cada cuatro (4) personas evaluadas poseen niveles de mercurio total en cabello asociados con riesgo cardiovascular”.
El estudio, el segundo de este tipo, fue realizado entre noviembre y diciembre de 2023 por la Universidad de Cartagena de Colombia, el Instituto de Servicios de Laboratorio de Diagnóstico e Investigación en Salud (Seladis) y el Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).

El experto colombiano Jesús Olivero-Verbel mencionó a EFE que estos resultados demuestran que “tenemos un problema de contaminación por mercurio en las comunidades de la Amazonía” y que “la principal fuente de exposición al mercurio” es el pescado contaminado.

También indicó que en los ríos amazónicos, la composición de sus aguas permite que el mercurio, utilizado en la minería del oro instalada en la zona, “circule más” y afecte a las poblaciones que dependen de los ríos como fuente de sustento.
Olivero-Verbel explicó que el estudio se concentró en mujeres indígenas por tratarse de una población vulnerable “por el componente hormonal” durante la gestación, y porque el mercurio es considerado un “disruptor endocrino”.
“Las mujeres, por su papel de madres y su función durante el embarazo, necesitan un sistema hormonal que funcione de manera adecuada. El mercurio puede alterar ese proceso hormonal”, enfatizó.
El experto advirtió que la presencia de mercurio en el organismo afecta principalmente al sistema nervioso central, “comprometiendo el desarrollo neurológico” y agravando la salud de quienes ya presentan otras deficiencias.
Además de las muestras de cabello, se tomaron muestras de sangre para evaluar el funcionamiento de los riñones, el hígado y la tiroides de las mujeres.
Asimismo, se estableció, con base en entrevistas, que las mujeres de zonas cercanas a los ríos Beni y Madre de Dios “viven en condiciones de extrema pobreza”.
El estudio plantea implementar “educación ambiental” para evitar la exposición al mercurio y promover “prácticas seguras de consumo de pescado” que permitan identificar las especies potencialmente menos contaminadas.
También sugiere el “monitoreo continuo” de los niveles de mercurio en los habitantes de estas regiones, y aboga por “reducir la contaminación por mercurio” mediante el control de la minería aurífera, la mejora del acceso a agua potable y saneamiento, y el fortalecimiento de los sistemas de salud.

“El mercurio es uno de los principales insumos para la minería del oro a pequeña escala y uno de los tóxicos más peligrosos, con impactos profundos en los sistemas nervioso e inmunitario”, declaró a EFE Óscar Campanini, director del Cedib.
También explicó que Bolivia es “el principal importador de mercurio del mundo”, con alrededor de 1.200 toneladas ingresadas entre 2015 y 2023.
Campanini señaló que hasta 2021 la mayor parte del mercurio que ingresaba a Bolivia provenía de México, pero desde 2022 esa situación cambió, ya que el químico comenzó a llegar desde China, Rusia y otros países asiáticos productores.
Además, indicó que desde 2023 el Gobierno boliviano aplicó una prohibición a la importación de mercurio, pero que, pese a ello, la sustancia sigue ingresando al país de forma “ilegal”, al ser uno de los insumos más utilizados por los mineros.
Bolivia atraviesa desde hace algunos años una “fiebre del oro”, impulsada por el valor de la onza troy del mineral, que supera los 3.700 dólares, lo que ha motivado a personas sin recursos, así como a inversores con capital, a entrar en este rubro.
Según el Cedib, en el país existen “más de 3.000 cooperativas mineras”, que son asociaciones voluntarias de trabajadores, y más de 2.000 de ellas se dedican a la explotación aurífera.
Gabriel Romano Burgoa