Hassenteufel, con más de 50 años de trayectoria en el derecho, revela que su vocación nació de una experiencia íntima y dolorosa: la injusticia sufrida por su padre campesino, a quien un abogado engañó en un proceso de pago de un camión, lo que motivó al joven Oscar a estudiar derecho para que “nadie más lo engañara”. Esta motivación la considera como un detonante que ha guiado su vida profesional.
Sin embargo, también influyeron sus calificaciones de secundaria en la vocación: “Mis mejores notas estaban en estas materias más humanísticas: Historia, filosofía, geografía, literatura”.
Por entonces, no había un galeno en el pueblo de Moyupampa ni en las zonas aledañas. “Mi familia apoyaba mucho la idea de que yo pudiera ser médico”, y en esa línea Oscar estaba proyectándose para ser un doctor en el área de salud: “Hasta el quinto año de secundaria yo estaba seguro”.
En 1963 finalizó el bachillerato y Hassenteufel debía trasladarse para ser universitario en Sucre. “Mi padre me dijo una cosa importante: ‘Queremos que seas médico, pero si no te gusta, pues estudia lo que quieras'”. El joven Oscar se inscribió en la carrera de medicina y tras asistir durante tres días entendió que no era su vocación.
“El tercer día en la tarde fui, me inscribí a derecho y aquí me tiene de abogado. En la San Francisco Xavier”, relató a tiempo de comentar que se tituló como abogado en 1969.
Una familia con tradición en abogacía
De los 10 hermanos de Oscar Hassenteufel, cuatro son abogados. Esta situación se repite en su grupo familiar más cercano: esposa, hijos y hasta su primer nieto son profesionales en derecho.
“Mi esposa es abogada. Ella es en realidad paceña, pero vivió toda su vida en Sucre. Y entre sus antepasados también por ahí alguien que hacía algo de derecho”.
Oscar relató que su abuelo igualmente ejercía como abogado en el pueblo, pero sin título. “Era un autodidacta, se les decía tinterillos”.
Según una nota de BBC Mundo, los tinterillos son abogados sin título quienes hacen todo tipo de gestiones: contratos de compraventa, memorandos, escrituras, balances bancarios, certificados de tradición, etc. Pero ante todo hacen declaraciones de renta y gestiones relacionadas a impuestos.
Del año 2006 al 2019, Oscar estableció el Estudio Jurídico Hassenteufel & Asociados en la ciudad de La Paz. “Habían dos jóvenes asociados, pero todos los demás eran Hassenteufel por la composición que le he mencionado de la familia”.
Este periodo coincide con su tiempo laboral en la Corte Electoral (hoy Tribunal Supremo Electoral), donde trabajó del 2001 al 2006. Posteriormente conformó su estudio jurídico hasta ser designado nuevamente en el TSE. “El año 2019 yo lo dejo, pero el estudio queda bajo la dirección de mi hijo Marcelo”.
El fútbol, la apasionada faceta de Oscar Hassenteufel
El presidente interino del TSE no solo es un hombre de justicia, sino también un apasionado del fútbol, una faceta que ha marcado su vida desde la juventud.
Cuando estudiaba derecho en Sucre, junto con algunos paisanos, creó en 1966 el Club Guaraní, un equipo que no tomó su nombre de ningún club existente, sino que buscó reflejar la identidad regional de su región: el Chaco chuquisaqueño, donde se habla guaraní.
“Entonces le pusimos ese nombre; no fue copiado. Después nos enteramos que había un Club Guaraní en Asunción y en algún otro lugar. Tal que los colores incluso son diferentes. Nosotros le dimos los colores verde y blanco. El guaraní de Asunción es amarillo y negro”, recuerda.
El club ideado por Hassenteufel participó en torneos locales, aunque la falta de recursos para comprar zapatos o camisetas hizo que el proyecto se agotara inicialmente. “No teníamos apoyo de nadie”, asegura.
Años después, ya en la Corte Suprema, Oscar retomó la iniciativa y junto a sus antiguos compañeros recrearon el club con un propósito social claro: apoyar a jóvenes provenientes de provincias. “A veces los padres no les hacían llegar oportunamente sus pensiones para pagar la habitación o la comida”.
Otro propósito de ayudar a los jóvenes fue el de evitar que se dedicaran a malos hábitos como el alcoholismo, incentivándolos a estudiar y hacer deporte. “Y armamos así el equipo con mucho éxito”.
Gracias a este esfuerzo, el club consigue inscribirse en 1995 en la división más baja de la Asociación Chuquisaqueña de Fútbol, y en pocos años logró ascender hasta la primera A, llegando a participar en la Copa Simón Bolívar en 1999.
Aunque Hassenteufel no pudo ser presidente del club por estar impedido como ministro de la Corte Suprema, su hermano asumió ese rol y el equipo tuvo actuaciones destacadas en competencias nacionales. Empero, cuando Oscar se trasladó a La Paz para integrarse a la Corte Electoral, el equipo quedó algo abandonado y en los últimos cinco o seis años no se ha inscrito oficialmente.
Y no solo conformó un club, también estuvo en la cancha cuando perteneció a Stormers, un equipo fundado el año 2013 en donde estudió: Colegio del Sagrado Corazón (Sucre).
“El equipo se conformaba por jugadores que eran alumnos del colegio. Los que tenían ciertas condiciones, pues los seleccionaban, los entrenaban para jugar. Yo estaba en ese grupo, yo entrenaba, pero por una serie de razones tuve que dejarlo”.
Oscar mantiene una simpatía especial por el Club Bolívar de La Paz, aunque no es hincha declarado.
“No voy a empezar a hacer nada chueco ahora a mis 80 años”
Oscar Hassenteufel se define como un hombre sencillo y sin suntuosidad. “No hay tentaciones que puedan compensar la tranquilidad de conciencia”, responde ante la consulta de si fue tentado para militar o ser candidato.
Respecto a la pregunta, añade que alguna vez recibió la invitación para integrar un partido político o ser candidato a algo. “Nunca he aceptado”, afirma.
Finalmente, el presidente interino del TSE remarca que sería una barbaridad hacer “algo chueco” a sus 80 años de edad. En su lugar, asegura que su labor está enfocada en garantizarle al pueblo boliviano su derecho político, expresado en las urnas, para el 17 de agosto del presente.