El miércoles pasado, el Estado Mayor del Pueblo [sic] decidió, “benevolentemente”, dar 72 horas (¡al pueblo!) para abastecerse, suspendiendo los bloqueos. Colofón de poco más de tres críticas (y patéticas) semanas.
Me quedan muchas preguntas pero, en panorama, no queda duda que la apuesta por el terror que semanas atrás hizo Morales para conseguir forzar su postulación inconstitucional y liberarse de las acusaciones de estupro —doble delictuosidad— había rotundamente fracasado luego de perjudicar a todos: pueblo y economía. La cerró el mismo exJefazo pidiendo parar los bloqueos (su Estado Mayor del Pueblo le dijo que seguirían… dos días antes de parar) y anunciando una “huelga de hambre” —seguro con matecitos de coca (¡chitón!) y hasta tambaquis— ya inconclusa que controlaba él mismo en su reducto del Chapare.
Primeras preguntas: ¿Para qué se cambiaron —abruptos con presteza— los comandos de la Policía y las Fuerzas Armadas? Antes, durante y después, la Policía fue vapuleada varias veces por bloqueadores en distintos puntos de bloqueo y empezó a ser efectiva cuando los vecinos —más que cansados por los cortes indiscriminados— salieron a desbloquear. ¿Y las Fuerzas Armadas? En stand by. ¿Sería que el affaire (¿o show?) Zúñiga —tan controversial no-golpe— fue más que suficiente experimento?
Segundas preguntas: ¿Hubo o no inicio, conato, intento de guerra civil? ¿Acaso la toma de cuarteles militares, secuestro de personal y apropiación de armas no era una sublevación armada? ¿O era paripé? Es verdad (secreta a voces) que Morales y su gente apostaban a sembrar muertos para hacer ruidos internacionales (ya que acá sus ruidos no repercutían, como lo demostró la Marcha pasada, fracasada en su objetivo de forzar la caída del gobierno —el des-gobierno de Lucho— y abrir el camino para el regreso de Morales), como intentaron en 2019 y 2020.
Terceras preguntas (en la misma secuencia): ¿Por qué los militares que estaban en los cuarteles ocupados por los evistas no repelieron las ocupaciones? ¿Para evitar muertos? ¿Porque eran pocos los militares? (no parecía tal en los vídeos difundidos) ¿Fue error de inteligencia o falla estratégica no abandonar antes (o reforzar, porque la salida daría la sensación de huida) los cuarteles amenazados? ¿O fue ineptitud o pusilanimidad como el Ejecutivo?
Cuartas preguntas: ¿Por qué no se decretó un estado de excepción durante el momento de veintitantos focos de confrontación —lo que fue pedido por los gobiernos de los departamentos bloqueados?
Las respuestas —si las hubiera— serían quizás suficientes para entender ese lado de actores de la crisis, pero no es el único.
Quintas preguntas: ¿Por qué el Gobierno parecía pasmado, impávido, desconcertado…? ¿Por inútil? ¿Por miedo? ¿Por inseguridad? Me niego a creer que por complicidad.
Sextas preguntas: (Preámbulo) En los últimos meses hemos tenido bloqueos, marchas… pero hemos tenido períodos sin ellos. Entonces ¿por qué tan mala narración la de achacar la falta de diésel (y de gasolina también) sólo a los bloqueos? Si es consecuencia de desaciertos ineficientes de ministros o directores de Agencias gubernamentales, ¿por qué no se cambian? ¿Será —como ya la mayoría de bolivianos reconoce— por el fracaso del antes tan mentado Modelo económico? ¿Será —como lleva tiempo crecientemente alertándose— que la viabilidad de Las Bolivias está comprometida porque lo que se produce en todo el país no circula, no hay gas, el oro es chino y al Oriente se le estrangula sin combustible para su esfuerzo agropecuario exportador?
Séptimas preguntas: ¿Dónde está la oposición, la partidaria y la de la sociedad civil? De la partidaria (eso es un eufemismo porque cuando me refiero a los dos conglomerados mayores: CREEMOS y COMUNIDAD CIUDADANA, nunca se institucionalizaron más allá de ser arcos de acuerdos —¿juntucha eventual?— y, además, más que bancadas, atomizadas desde el inicio cuales nubes de electrones sin núcleo: a Heisenberg le hubieran podido servir de ejemplo de su principio de incertidumbre; si no cree, averigüe cómo por segunda vez Andrónico sale presidente del Senado con los votos ¿de quiénes?, porque la suma de masistas E+A no da bien), muchas denuncias —parte de su misión— y muy pocas propuestas: líderes y operadores depreciados o callados a la fuerza. De la sociedad civil: cívicos, gremios, ya en otra columna señalé que desaparecieron de efecto (¿o es de hecho?) a inicios de 2023; la única protesta —denuncia— fundamentada y clara se difundió semanas tarde.
Pregunta final: ¿Qué nos espera en 2025 y después? Mejor preguntaré: ¿Llegaremos a elecciones generales en 2025? Grave pregunta, muy grave.
Dejé para el final agradecer a quienes me han escrito a raíz de mi anterior columna “El porqué Las Bolivias…”, incluyendo sugerencias valiosas —aunque no siempre estuviera de acuerdo.
Invito a que comentar sea costumbre y criticar, norma. Gracias de nuevo.
Rafael Vilar - Analista Político