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Home»Opinión»Sociología del voto neopopulista
Opinión

Sociología del voto neopopulista

Ricardo Paz Ballivián
Asuntos CentralesBy Asuntos Centrales11 julio, 2025Updated:11 julio, 2025No hay comentarios7 Mins Read
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Un repaso a la historia electoral

El año 2002 Evo Morales dio el batacazo electoral. De ser un actor político marginal, con presencia importante en el trópico de Cochabamba, pasó a ocupar el segundo lugar en las elecciones generales de ese año y disputó la presidencia de la República con Gonzalo Sánchez de Lozada en la elección que se produjo en el Congreso Nacional. Perdió porque el MIR de Jaime Paz Zamora prefirió apoyar al candidato del MNR y, las demás fuerzas, principalmente NFR de Manfred Reyes Villa y Felipe Quispe del MIP, decidieron abstenerse. Fue sólo el prolegómeno de lo que se vendría.

En 2005, Evo Morales arrolló con mayoría absoluta y repitió sendas victorias abrumadoras en elecciones generales en 2009 y 2014.

En 2008 ganó ampliamente un referéndum que pretendía la revocatoria de su mandato y en 2016 perdió otro, en el que proponía cambiar la Constitución para habilitarse como candidato presidencial. Su última participación electoral fue en 2019, donde optó por ordenar un fraude, ante la inminencia de competir en una segunda vuelta electoral con Carlos Mesa. En 2020 tuvo que resignarse a no participar y su delfín, Luis Arce, ganó con mayoría absoluta.

En todos estos procesos electorales mantuvo un electorado estable y fiel, salvo en 2016 y en 2019. En 2016, claramente algunos sectores de clases medias periurbanas y de ciudades intermedias, que tradicionalmente preferían votar por el MAS, creyeron que era mucha dosis la pretensión de atornillarse en la silla presidencial del caudillo chapareño.

En 2019, el desconocimiento de la voluntad popular del 2016, la irrupción inopinada del pastor evangélico Dr. Chi y la concentración del voto democrático en torno a Carlos Mesa, lograron que Evo Morales no alcance el 50% más uno de los votos ni una diferencia mayor a 10 puntos del segundo.

En el resto de las elecciones, el voto por el MAS, al que a partir de este momento denominaré “el voto neopopulista”, se comportó de manera muy uniforme y consecuente.

El dato cuantitativo

Un análisis de los resultados de las elecciones generales de 2005, 2009, 2014, 2019 y 2020 revela patrones claros en la distribución de su base de apoyo, marcando una distintiva división geopolítica y socioeconómica en el país. Históricamente, el núcleo duro del electorado del neopopulismo se ha concentrado en el occidente de Bolivia, especialmente en los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí.

En las elecciones de 2005, el neopopulismo obtuvo un contundente 53.74% de los votos a nivel nacional. Sus mayores porcentajes de apoyo se registraron en La Paz, Oruro y Potosí y Cochabamba.

Esta tendencia se consolidó y amplificó en las elecciones de 2009 y 2014, donde el neopopulismo alcanzó sus picos de votación (64.22% y 61.01% respectivamente). Durante estos períodos, los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí continuaron siendo los pilares de su victoria, con porcentajes de votación que superaban consistentemente el 70% e incluso el 80% en muchas de sus circunscripciones rurales. La Paz, en particular, emergió como el bastión neopopulista por excelencia, aportando un volumen significativo de votos al total nacional. La región del trópico de Cochabamba siempre ha sido un reducto inexpugnable del neopopulismo, con niveles de apoyo cercanos al 100%.

Las elecciones de 2019, aunque anuladas y fraudulentas, mostraron una continuidad en estos patrones, con el neopopulismo obteniendo el 47.08% de los votos a nivel nacional según los resultados preliminares, manteniendo su hegemonía en el occidente. Si bien la polarización política fue más evidente, los departamentos andinos y vallunos siguieron siendo sus principales fuentes de votos.

Finalmente, en las elecciones de 2020, que restituyeron al neopopulismo en el poder con Luis Arce como presidente (55.1% de los votos), la geografía electoral del partido se mantuvo notablemente estable. La victoria del neopopulismo fue contundente en los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí, donde volvió a superar holgadamente el 60% de los sufragios. Además, el neopopulismo logró una victoria significativa en Chuquisaca, un departamento que históricamente había mostrado mayor oscilación.

En síntesis, el electorado del neopopulismo se encuentra predominantemente concentrado en los departamentos del occidente boliviano (La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí).

Sociología del voto neopopulista

La composición socioeconómica del electorado del neopopulismo en Bolivia es un reflejo de las profundas divisiones históricas y estructurales del país, así como del poderoso discurso identitario que sus ideólogos han impulsado desde su emergencia. Si bien el neopopulismo ha logrado en ocasiones ampliar su base, su núcleo duro se caracteriza por las siguientes particularidades:

1. Ruralidad y origen indígena/campesino:

Este es, sin duda, el componente más definitorio del electorado neopopulista. Su base más leal se encuentra en las zonas rurales y las comunidades indígenas y originarias del occidente boliviano (Altiplano y Valles). Para estas poblaciones, el neopopulismo representa una reivindicación histórica y una ruptura con el pasado de exclusión (real y también potenciado artificialmente en el discurso).

2. Niveles de ingreso bajos a medios bajos:

El apoyo al neopopulismo es significativamente mayor entre los sectores de menores ingresos. Si bien hubo un crecimiento de las clases medias populares, el grueso de su electorado no pertenece a las élites económicas ni a las clases medias tradicionales urbanas.

3. Ocupaciones vinculadas al sector primario y terciario informal:

En consonancia con la ruralidad, gran parte de su electorado se dedica a la agricultura (campesinos, cocaleros), la minería (cooperativistas mineros) y el comercio informal (gremiales, pequeños comerciantes). Estos sectores, a menudo autoorganizados y con fuertes vínculos comunitarios, encuentran en el neopopulismo un interlocutor que defiende sus intereses.

4. Niveles de educación menores:

Si bien el acceso a la educación ha mejorado bajo los gobiernos del neopopulismo, la calidad de esta es deplorable. El electorado neopopulista ha tenido, en promedio, niveles de educación formal más bajos en comparación con otros votantes, especialmente aquellos de las ciudades capitales.

5. Identificación cultural y étnica:

El neopopulismo ha capitalizado y visibilizado la identidad indígena y cultural de Bolivia. Para muchos aymaras, quechuas y otros pueblos originarios, votar por el neopopulismo es un acto de afirmación cultural y política.

6. Población urbana migrante y periurbana:

Las ciudades del occidente, como El Alto y algunas zonas periurbanas de las capitales de departamento, son también bastiones del neopopulismo. Estas áreas están pobladas en gran medida por migrantes del campo que mantienen fuertes lazos con sus comunidades de origen.

En resumen, el electorado del neopopulismo es predominantemente rural, de origen indígena o campesino, con ingresos bajos a medios bajos, dedicado a actividades del sector primario o comercio informal, y con una fuerte identificación cultural y étnica.

Lo que se viene

Es ya un lugar común decir que estamos viviendo el fin del ciclo del neopopulismo autoritario en Bolivia y que las próximas elecciones del 17 de agosto de 2025 van a representar con claridad esa verdad. El problema está en que los fines de ciclo socio políticos no se producen por muerte súbita, son un proceso, a veces largo y complicado, con idas, venidas, vueltas y atajos. Peor cuando la alternativa a lo que muere es el pasado, lo viejo, lo que dejó atrás el neopopulismo. Si la alternativa no es la renovación generacional el proceso se complica… mucho más aún cuando el neopopulismo nos quiere vender gato por liebre y se presentan ellos mismos, con caras nuevas, pero las mismas ideas y prácticas, como si fueran la renovación.

Entender a la Bolivia profunda, conocer al electorado neopopulista, sus mitos, sus valores y creencias es fundamental para concluir con éxito esta etapa. Lamentablemente se subestima su potencia, se desconoce la realidad y se actúa con irresponsabilidad y egoísmo.

No viene fácil la elección. Andrónico Rodríguez está siguiendo un guion estratégico con disciplina y constancia. Sabe donde está su electorado, no pierde el tiempo donde no debe. Está claro en que su principal desafío es convencer al núcleo duro que sigue a Evo Morales para que se avenga al juego democrático y abandone la vía insurreccional, subversiva, antidemocrática. Tiene el espacio electoral para lograrlo, ese votante neopopulista que ni en sueños votará por Tuto, Manfred o Samuel.

Y hablando de ellos, de Tuto, Manfred y Samuel. La votación de las ciudades, de las clases medias decepcionadas y furiosas contra el neopopulismo, ahora sí alcanza para ganar… pero, pequeño detalle, sólo si hay UNIDAD. Dos de los tres deben declinar para que el tercero tenga chance. ¿Será posible tanta belleza?

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